Hoy desperté con la idea de un homenaje a los padres, a todos los que están y también a los que no. A los que partieron recientemente o hace muchos años, como mi padre, porque ellos siempre están presentes, cada día de nuestras vidas, porque los hijos somos parte de esa esencia que nuestro padre puso en cada uno y que nos hace únicos e irrepetibles, y a la vez, parecidos, en algo, poco o mucho, a nuestros hermanos, para quienes los tenemos. Esa esencia compartida, en la cual nos reconocemos, es la partecita que cada padre puso en nosotros. En mi caso, si bien no tuve una gran relación con el mío porque fui muy rebelde y me rebelé contra todo lo que él me había impuesto, lo extraño muchísimo, y me hace falta cada día de mi vida. Su educación fue sumamente estricta. No nos dejaba pasar una, como dirían ahora. Si bien no estaba la mayor parte del día, como tantos de esa generación, en la cual, en su mayoría, trabajaban solo los padres, sabíamos que cuando venía, si mamá le ...