Hoy quiero
hablarles especialmente de esa vez en la que tuve la oportunidad de saber cómo
era estar en otro lugar, otra dimensión, otra realidad, por no decir la palabra
muerte.
Puedo hablar de
ello porque tengo recuerdos claros de antes de haber estado en esta
encarnación. Lo he sentido y nunca lo he transmitido.
Entendí por qué
al final de una vida en este plano la gente se suele aferrar y no quiere
soltar, le asusta partir.
Es que, al otro
lado, ya sin un cuerpo, libres de este ropaje que nos impide flotar, volar,
transportarnos instantáneamente a cualquier lugar, tenemos una libertad que a
veces, dependiendo del grado de evolución del alma, cuesta manejar.
Es que muchas
veces, poder hacer lo que deseamos, puede resultar en una calamidad, si no
sabemos exactamente qué es lo que realmente queremos y además, como un plus,
estamos en un lugar que en principio es totalmente desconocido, y no se maneja
con los mismos términos que conocíamos.
No podemos
tocar, y podemos sin embargo ver perfectamente todo lo que sucede en los planos
en los cuales estuvimos antes.
Vemos a nuestros
seres queridos, sabemos bien quienes nos lloran, nos extrañan, nos amaron, nos
odiaron, todo, absolutamente todo como si viésemos una gran pantalla y hasta en
colores, bien nítidos, porque, inclusive los colores son más vivos y nítidos
que como los conocíamos.
El primer
impulso es querer tocarlos, darles un abrazo, porque no nos damos cuenta de que
ellos no nos ven, de que ya no estamos allí, en ese espacio, que ya no nos
pertenece nada de lo que antes sí.
Sentimos la
necesidad de decirles que estamos bien, que no se preocupen, pero generalmente,
sucede como cuando alguien está al otro lado de un vidrio espejado, puede ver
hacia afuera pero los de afuera, los que están al otro lado no los pueden ver a
ellos, de modo que es imposible entablar una comunicación, salvo que haya
habido antes un acuerdo y que quien quedó en el plano de la tierra, en la
tercera dimensión, maneje algún tipo de herramientas espirituales, adquiridas
tal vez con la práctica de ejercicios diarios o que sea un médium natural.
Cuesta
desprenderse de las preocupaciones, deseos, expectativas de la vida terrenal,
fundamentalmente porque el alma no se da cuenta de que ya no se encuentra en el
lugar de siempre.
Al principio hay
una sensación de estar fuera de todo, en un lugar indefinido, asusta bastante
la soledad, el no saber hacia donde ir, qué hacer, con quien hablar, y a la vez
poder ver todo lo que antes no podíamos ver. Lo que más recuerdo es la impotencia de querer dar una mano, y que esa mano no sea vista, que nos atraviesen como algo invisible, porque realmente es así, somos invisibles, por un tiempo limitado en este plano, para de alguna manera, podría decirse que nos permiten despedirnos, de lugares, de personas, de nuestros seres amados de cuatro patas, y la gran noticia es que ¡ellos sí nos ven! Esos Seres que desde mi punto de vista son de Luz, por su amor incondicional y su pureza, ellos si nos ven, y nosotros con ellos podemos comunicarnos, hacerles sentir una vez más nuestra presencia, pero obviamente, es igualmente doloroso porque sabemos que no podremos estar físicamente con ellos, acariciarlos, darles agua o comida, pero sí hacerles sentir con la energía que los protegemos.
Cada vez que
tengo alguna duda sobre la vida en este plano, recuerdo estas vivencias, y toco
algo, acaricio, tomo agua, como algo que me guste, beso, abrazo, porque eso es
lo que podemos hacer en esta vida… después, si bien seremos más libres porque
no tendremos este ropaje físico que nos limita, ya no podremos hacer lo que,
paradójicamente ese envoltorio nos ha permitido hacer.
A veces, las tribulaciones más duras ayudan a crear un espíritu sano
La Gran Época
Mar, 19 Mar 2013
Tratando de enmendar sus caminos, un monje sabio aconsejó a un comerciante: “No se deje llevar por los vuelos de la imaginación salvaje. El cielo es realmente justo con nosotros”. (Zhang Cuiying)
Durante la dinastía Qing, Zhao Defang, padre de tres hijos, disfrutó de una vida muy próspera. Se sentía especialmente afortunado de que todos sus hijos estuviesen casados.
Sin embargo, durante la celebración del cumpleaños 60 de Zhao, confesó a sus tres hijos que cuando recién estableció el negocio familiar, manipuló deliberadamente su báscula para pesar y así engañar a sus proveedores y clientes.
Cada vez que compraba algo, la escala mostraría un menor peso, y cada vez que vendía algo a un cliente, la escala mostraría un mayor peso.
"Por eso el hombre del algodón fue a la quiebra después de haberle comprado miles de kilos de algodón. Trató desesperadamente de salvar su negocio, pero murió hace 20 años de fiebre tifoidea. Todavía siento lástima por aquel hombre", dijo Zhao.
"También había un herborista que murió después de haberlo engañado con mi pesa. Hubo otros también, pero estos dos fueron los casos más graves. A pesar de que ahora gozo de mucha riqueza y de una vida feliz, cada vez que pienso en las personas que murieron a causa de mis acciones, me siento tan culpable que no puedo dormir en la noche.
"Para obtener tranquilidad mental, he resuelto destruir esta pesa delante de todos ustedes, y les juro que me comportaré sinceramente de hoy en adelante."
Sus hijos acogieron bien su decisión. "Padre, ésta es la forma correcta de hacer las cosas. Todos apoyamos su decisión", dijo con alegría uno de sus hijos. Así, Zhao inmediatamente rompió la pesa malvada y cumplió su promesa de comportarse honestamente y hacer buenas obras a partir de entonces.
Sin embargo, no mucho después la familia de Zhao encontró la desgracia. Primero, su hijo mayor murió de una enfermedad repentina. Luego, su segundo hijo también murió de una misteriosa enfermedad, y su viuda se fue a vivir con otro hombre. Luego, su tercer hijo de repente se enfermó y murió poco después. En ese momento, la mujer del tercer hijo estaba embarazada.
Después de haber pasado por todas estas desgracias repentinas, Zhao se sintió muy triste y confundido.
"Cuando engañaba a otros, vivía una vida feliz con todos mis hijos rodeándome", se quejó. "Ahora estoy haciendo mi mejor esfuerzo por ser una buena persona, pero todas estas desgracias suceden una tras otra. Parece que el viejo dicho chino ‘lo bueno será recompensado y el mal enfrentará el castigo' está completamente equivocado".
Los vecinos de Zhao sentían pena por él y por su familia.
Un día, la nuera de Zhao comenzó con sus labores de parto. Sin embargo, después de tres días de trabajo, el bebé todavía no nacía. Las parteras vinieron una tras otra, sin embargo no sabían qué hacer.
Zhao estaba cada vez más preocupado. En medio de todo eso, un monje llamó a la puerta pidiendo limosna. El ama de casa de Zhao intentó despedir al monje, pero éste le dijo que tenía un medicamento especial para la familia y fue invitado inmediatamente a pasar como un invitado de honor.
"Soy un monje errante. Voy a donde me lleva el destino", explicó el monje a Zhao. Luego le mostró la medicina a Zhao, quien le pidió a la criada que corriera con el medicamento a donde su nuera. Varios minutos después, la criada informó que después de tomar la medicina su nuera había tenido un hijo.
Zhao estaba encantado. Expresó su agradecimiento al monje y esa noche hizo una gran fiesta en su honor.
Mientras cenaban, Zhao preguntó al monje: "Querido Maestro, ¿puedo molestarlo con una pregunta que me ha confundido desde hace algún tiempo?" El monje asintió con la cabeza.
Con un profundo suspiro, Zhao dijo al monje: "Me da vergüenza decir que empecé mi negocio usando una báscula arreglada para engañar a los demás. El año pasado, decidí ser una buena persona y la destruí. Sin embargo, poco después de hacerlo, comencé a experimentar una desgracia tras otra.
"En el lapso de seis meses perdí tres hijos y dos de mis nueras nos dejaron. Afortunadamente mi tercera nuera me dio este nieto. ¿Cómo es que yo tenía una familia feliz cuando engañaba a otros, sin embargo, una vez que decidí ser bueno, todas esas desgracias llamaron a nuestra puerta?"
El monje se rió después de escuchar la historia de Zhao y respondió: "No te dejes llevar por los vuelos de tu imaginación salvaje. El cielo es realmente justo con nosotros. Su hijo mayor era la reencarnación de aquel hombre algodonero que murió después de que lo engañó, y su segundo hijo era la reencarnación de ese herborista.
"Su tercer hijo también vino a causa de todas las malas acciones acumuladas por usted, y los tres hijos vinieron a este mundo para arruinarlos a usted y a su familia, por lo que en su vejez moriría de hambre. Sin embargo, puesto que usted ha decidido hacer el bien, los dioses mostraron simpatía por usted y han recordado a sus tres hijos. Usted pudo escapar de su destino".
Al oír esto, Zhao sentía como si se hubiera despertado de un sueño. Dio las gracias al monje por explicarle la situación, y preguntó al monje si su nieto también había llegado a recoger más deudas suyas.
"Todas sus deudas fueron pagadas con la última serie de desgracias", respondió el monje con una sonrisa. “Este nieto suyo va a traer fortuna y felicidad a su familia. Él va a disfrutar de fama por el solo hecho de su decisión de hacer algo bueno por los demás. Esta es la recompensa que obtuvo por ser bueno”.
Zhao estaba muy satisfecho y fue mayor su determinación por realizar obras buenas por el resto de su vida.
Esta historia apoya el viejo refrán chino: “Si una buena familia tiene algunas tribulaciones, puede ser que estén pagando el karma o deudas de sus antepasados. Una vez que la deuda sea pagada, disfrutarán de una vida feliz”.