Agradecer
Es maravilloso el poder agradecer el sentir el sol sobre mi piel, la lluvia, el agua escurriéndose entre los dedos, porque eso me demuestra que el planeta sigue vivo y que yo estoy viva.
Renegamos, no queremos oír, queremos escapar, siempre tendemos a escapar frente a lo más difícil, a lo que nos pone a prueba … pero finalmente, sea cual fuere el rodeo que le demos, llegaremos al momento de enfrentarnos con la realidad, con la cruda verdad, y estaremos desnudos ante ello. Es en ese momento en el cual realmente aflora lo que somos, cuando finalmente luego de tanto andar, llegamos a un punto en el camino en el cual no podemos retroceder, no importa cuán cerca o lejos estemos del pasado, del ayer, inclusive del minuto anterior, ese tiempo ya no es nuestro, ya no nos pertenece. Todo pasa a ser como una foto que miramos, en la cual estamos bien, nos vemos de un modo en el cual ya no estaremos ni siquiera el siguiente minuto.
Cuando nos damos cuenta, cuando despertamos a esa realidad, nos sentimos muy solos porque nos damos cuenta de que estamos rodeados generalmente de seres que aún duermen y aparentemente, quieren seguir haciéndolo. Entonces decidimos caminar solos, erguirnos ante esa realidad que nos golpea, y seguir, levantando la cabeza y arremetiendo. Tal vez puede dar resultado, pero creería que tampoco es el camino. Lo que venimos a hacer todos, aquí en este plano, es duro. Nadie nos dijo que sería un “lecho de rosas” y efectivamente, no lo es. Enfrentar todo lo que vinimos a aprender, porque sabemos que a eso vinimos, a aprender.
Por eso el tema del agradecimiento surge en mi mente a diario, porque así es el recuerdo de mi padre, a quien siempre tengo presente . Él me enseñó sin palabras, tácitamente, el agradecimiento. Él fue una persona agradecida con todo lo que la vida le dio, y también con la gente. Eso no se borró en mi mente. Y el agradecimiento, creo, es la mejor manera de enfrentar aquello que la vida nos presente. Sea bueno o malo, porque es de la única manera en la que podemos aprender.
Ser agradecidos no solo con lo bueno que podamos recibir sino también con lo malo, o con lo que reviste una apariencia de “malo” porque tal vez, en el fondo, está ahí para mostrarnos algo, para enseñarnos que no debemos bajar los brazos, para mostrarnos que se puede vivir de un modo diferente, para decirnos “afuera hay vida” para indicarnos qué camino tomar, para refrescarnos la memoria, para tantas cosas… cada uno sabe bien, pues todos hemos atravesado circunstancias extremas en nuestras vidas, y si miramos para atrás, podremos decir “esto que me pasó en tal o cual momento”, y fue un detonante de cambio en mi vida. Y esto nos lleva a crecer, evolucionar, aprender, que en definitiva es a lo que hemos venido a este plano.
Agradecer es algo que está inserto como una norma de las buenas costumbres, como parte de las primeras reglas de educación que debemos aprender y creo que, actualmente, sobre todo, deberían enseñarse y practicarse más.
Sin embargo, mi mirada siempre va dirigida a otro aspecto, ese que no se ve y que no forma necesariamente parte de los buenos usos y costumbres. Ser Agradecido con el Universo, de modo sincero, sin que se transforme en una fórmula y sin hacerlo mecánicamente, pues de ese modo no da resultado, puede abrirnos los caminos, puede llegar a atraer justamente aquello que necesitamos más a nuestra vida. Pero es necesario darnos cuenta de agradecer de verdad, darnos cuenta de porqué lo hacemos, siendo conscientes de lo que estamos agradeciendo.
Agradecer diariamente por lo que tenemos, aunque pensemos que es poco, aunque no nos alcance en lo material, hará que el Universo nos devuelva mucho más y finalmente tengamos eso que tanto necesitamos en ese momento. Agradezco a la vida por darme tantas oportunidades de crecimiento, por todos los dones que descubrí en mí, y que tal vez desperdicié en mi juventud, pero que pude recuperar en mi adultez y supe poner al servicio de otros. Agradezco a todos los seres que me permitieron crecer, principalmente a mis padres, que me dieron la vida: a mi madre que, con su dulzura y bondad, me transmitió eso que me da esperanza y luz cada día.
A mi padre porque con su dureza en mi formación, me dio un gran ejemplo de vida, que, lógicamente no pude comprender a su debido momento pero que supe capitalizar luego, para poder evolucionar y crecer.
A mis maestros y profesores porque ellos me dieron ejemplos válidos para poder aplicar a mi vida profesional.
A mis amigos por estar y también por no estar, pues aquellos a quienes dejé de ver por largos años, volvieron y eso es de una riqueza infinita para una vida: recuperar amigos, recuperar afectos, “reciclar” relaciones, porque hoy tengo de nuevo cerca, a amigos con quienes había dejado de estar en contacto hace muchísimos años.
Eso es algo que nunca podré dejar de agradecer, a ellos por haber regresado a mi lado y a la vida por haberme dado esa oportunidad.