1. Aprender, antes de dormirse, a retirar la conciencia a la cabeza. Esto debe practicarse definidamente como un ejercicio al entrar en el sueño. No deberían permitir deslizarse en el sueño, sino mantener la conciencia intacta hasta pasar conscientemente al plano astral. Debería intentarse el relajamiento, la cuidadosa atención y una constante atracción hacia el centro de la cabeza, porque mientras el aspirante no haya aprendido a ser consciente de todos los procesos del sueño y a mantenerse al mismo tiempo positivo, resulta peligroso este trabajo. Los primeros pasos deben darse con inteligencia y seguirse durante muchos años, hasta hacer con facilidad el trabajo de abstracción.
2. Anotar y vigilar todos los fenómenos relacionados con el proceso de retiro, ya sea durante el trabajo de meditación o al dormir. Se hallará, por ejemplo, que muchas personas despiertan sobresaltadas inmediatamente después de dormirse. Esto se debe a que la conciencia no se desliza por la trama que está bien abierta, sino por un orificio parcialmente cerrado. Otros podrán oír un chasquido violento en la región de la cabeza. Es causado por los aires vitales en la cabeza, que generalmente no percibimos, producidos por una interna sensibilidad auditiva que causa percepción de sonidos siempre presentes, pero normalmente no registrados. Otros verán una luz cuando están por dormirse, nubes de colores o banderas y gallardetes de color violeta; éstos son todos fenómenos etéricos, sin real importancia, y se relacionan con el cuerpo vital, las emanaciones pránicas y la trama de luz.
Efectuar esta práctica y seguir estas cuatro reglas durante años, facilitará grandemente la técnica del lecho mortuorio, porque el hombre que ha aprendido a manejar su cuerpo cuando está por dormirse, tiene una ventaja sobre quien nunca ha prestado atención al proceso.
En relación con la técnica de morir sólo me es posible ahora hacer una o dos sugerencias. No me ocupo aquí de la actitud de los atentos vigías, sino de esos puntos que harán más fácil el paso del alma transeúnte.
Primero, se debe guardar silencio en la habitación. Esto con frecuencia se hace. Se ha de recordar que la persona moribunda está por lo general inconsciente. Esta inconsciencia es aparente, no real. De novecientos casos sobre mil hay percepción cerebral, con plena conciencia de lo que ocurre, pero existe parálisis completa de la voluntad para expresarse y total incapacidad para generar la energía indicadora de vida. Cuando el silencio y la comprensión reinan en la habitación del moribundo, el alma que parte, puede retener con claridad la posesión de su instrumento hasta el último minuto y hacer la debida preparación.
En el futuro, cuando se sepa más sobre los colores, sólo se permitirá la luz anaranjada en la habitación de un moribundo, siendo instalada con una ceremonia apropiada cuando no haya posibilidad de restablecimiento. El color anaranjado ayuda al enfoque en la cabeza, así como el rojo estimula el plexo solar y el verde tiene un efecto definido sobre el corazón y las corrientes de la vida.
Ciertos tipos de música se utilizarán cuando se conozca algo más en conexión con el sonido, pero aún no existe ninguna música que facilite el trabajo del alma al abstraerse del cuerpo, aunque se descubrirá que ciertas notas del órgano son efectivas. En el momento exacto de la muerte, si se emite la misma nota de la persona, se coordinarán las dos corrientes de energía y eventualmente se cortará el hilo de vida, pero este conocimiento es demasiado peligroso para transmitirlo y sólo podrá darse más adelante. Quisiera indicar el porvenir de los futuros estudios esotéricos y las líneas que deberán seguir.
Se encontrará que la presión sobre ciertos centros nerviosos y arterias, facilitará el trabajo. (Esta ciencia de la muerte es mantenida en custodia en el Tíbet, como lo saben muchos estudiantes.) Presión sobre la vena yugular y sobre ciertos grandes nervios en la región de la cabeza y en un punto especial de la médula oblongada, será muy útil y efectiva. Más tarde se elaborará inevitablemente una ciencia definida de morir, pero sólo cuando la existencia del alma sea reconocida y su relación con el cuerpo haya sido científicamente demostrada.
También se emplearán frases mántricas y serán definidamente construidas en la conciencia de la persona moribunda por quienes la circundan, o serán empleadas deliberada y mentalmente por él mismo. Cristo demostró su empleo cuando exclamó: "Padre, en Tus manos encomiendo Mi espíritu". Y tenemos otro ejemplo en la palabras: "Señor, ahora dejarás a Tu ciervo irse en paz". El constante uso de la Palabra Sagrada entonada en voz baja o en una nota especial (a la cual responda la persona moribunda), podrá más adelante constituir una parte del ritual de transición acompañado con unción de aceite, según se practica en la Iglesia Católica. La extremaunción tiene una base oculta científica. La cima de la cabeza del moribundo debería también simbólicamente estar hacia el este y las manos y los pies cruzados. Debería quemarse en la habitación sólo madera de sándalo y no permitirse ninguna otra clase de incienso, porque la madera de sándalo es el incienso de primer rayo o destructor, y el alma está en proceso de destruir su morada.
Esto es todo lo que puedo comunicar por ahora sobre el tema de la muerte, para la consideración del público en general. Pero les suplico activar en lo posible el estudio de la muerte y su técnica y llevar adelante la investigación oculta sobre este tema. (4-365/8)
Djwhal Khul
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