Sobre Mí

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Desde el año 2002 me dedico a la temática espiritual y a escribir sobre estos temas y también de autoayuda y superación personal. He publicado hasta el momento 9 libros: Camino Hacia la Luz, I- Cuentos de Cristal Los Ángeles te hablan: Escúchalos I Los Ángeles te hablan: Escúchalos II Vidas Pasadas- Tiempo Presente Mauricio Macri, El Elegido Cristal-Índigos, la Esencia del Cambio Reiki, Amor y Luz Ángeles en tu vida Mi vida está dedicada desde el año 2002 a temas como la Numerología, la Reencarnación el contacto con los Ángeles, habiendo plasmado mucho de estas prácticas y conocimientos en los libros publicados. Paralelamente y durante todos estos años he estado también escribiendo, corrigiendo libros y traduciendo, (actualmente estoy abocada a la traducción de uno de mis libros al francés) Tengo mi página totalmente traducida al francés, la cual pueden ver en: marianel.unblog.fr Soy Investigadora y estudiosa de la Reencarnación y a raíz de ello he creado el estudio de Vidas Pasadas sin regresión®. También la numerología ha marcado los inicios de mi carrera profesional y he creado el Estudio Numerológico que realizo desde el año 1995

LAZOS DE AMOR – BRIAN WEISS 2

VIDA ANTES DE LA VIDA




LAZOS DE AMOR – BRIAN WEISS
 cap- II-
2
 Siempre había tenido la sensación de que mi vida, tal como la viví era una historia sin principio ni final. Me sentía como un fragmento histórico, un pasaje aislado, al que no precede ni sigue ningún texto. Po­día imaginarme perfectamente que tal vez había vivido en siglos anteriores y me ha­bía hecho preguntas que todavía no era capaz de responder; que tenía que volver a nacer porque no había cumplido la tarea que se me había asignado.
CARL JUNG

Elizabeth era una chica atractiva, alta y del­gada, rubia, de pelo largo y mirada triste. Cuan­do se sentó con aire inquieto en el sillón abatible de piel de color blanco de mi despacho, advertí que sus melancólicos ojos azules, salpicados de motas de color avellana, desmentían la impre­sión de severidad que causaba su estricto y hol­gado traje chaqueta azul marino. Elizabeth, tras haber leído Muchas vidas, muchos maestros e iden­tificarse en muchos aspectos con Catherine, la heroína del libro, sintió la necesidad de visitarme en busca de aliento.
-No acabo de entender por qué has venido a verme -le comenté para romper el hielo.
Había echado un vistazo a su historial. A los pacientes nuevos les hago rellenar un impreso: nombre, edad, antecedentes familiares, principa­les enfermedades y síntomas. Las afecciones más importantes de Elizabeth eran la aflicción, la an­gustia y el insomnio-.
A medida que iba hablando, añadí mental­ mente a su lista las relaciones personales.
-Mi vida es un caos -declaró.
Su historia empezó a salir a borbotones, co­mo si por fin se sintiera segura para hablar de es­tas cosas.
La liberación de una presión encerrada en su interior era palpable. A pesar de lo dramática que era su vida y de la profundidad de las emociones que se ocultaban detrás de lo que decía, Elizabeth trató enseguida de restarle importancia.
-Mi vida no es ni mucho menos tan dramá­tica como la de Catherine -dijo-. Nadie escri­biría un libro sobre mí.
Dramática o no, su historia seguía su curso.
  Elizabeth era una mujer de negocios que diri­gía una floreciente empresa de contabilidad en Miami. Tenía treinta y dos años, y se había cria­do en Minnesota, en un ambiente rural, rodeada de animales en una enorme granja, junto a sus padres y su hermano mayor. Su padre era un tra­bajador nato, de carácter estoico. Le resultaba muy difícil expresar sus sentimientos. Cuando mostraba alguna emoción, solía ser la furia y la rabia. Perdía el control y se desahogaba brusca­mente con su familia; incluso había pegado algu­na vez a su hijo. A Elizabeth le reprendía sólo verbalmente, pero ella se sentía muy herida.
Todavía llevaba en su corazón aquella herida de la infancia. Los reproches y críticas de su pa­dre habían dañado la imagen que tenía de sí mis­ma y un profundo dolor atenazaba su corazón. Estaba apocada y se sentía inferior, y le preocu­paba que los demás, los hombres en particular, se dieran cuenta de sus defectos.
Afortunadamente, los arrebatos de su padre no eran frecuentes; además solía encerrarse en su caparazón con la frialdad y el estoicismo que ca­racterizaban su conducta y su personalidad.
La madre de Elizabeth una mujer inde­pendiente y progresista. Fomentaba la confianza de Elizabeth en sí misma y al mismo tiempo la cuidaba con afecto. La época y los hijos hicieron que permaneciera en la granja y aguantara, no sin reproches, la severidad y el retraimiento emo­cional de su marido.
-Mi madre era una santa -continuó expli­cando Elizabeth-. Siempre estaba allí, cuidán­donos, sacrificándose por sus hijos.
Elizabeth, la pequeña, era la preferida de su madre. Tenía muy buenos recuerdos de su niñez. Los momentos más tiernos eran aquellos en los que se había sentido más cerca de su madre. Aquel amor tan especial las unía y no cesó con el paso de los años.
Elizabeth creció, terminó el bachillerato y se fue a Miami a estudiar en la universidad gracias a una generosa beca. Para ella Miami representaba ­una exótica aventura, y ejercía una gran atrac­ción sobre ella, que provenía del frío Medio Oeste. A su madre le entusiasmaban las aventu­ras de Elizabeth. Eran amigas íntimas y, aunque se comunicaban principalmente por correo y por teléfono, su relación seguía siendo sólida. Las vacaciones eran épocas de gran felicidad, pues Elizabeth casi nunca se perdía la oportuni­dad de volver a casa.
En alguna de estas visitas, su madre mencionó la posibilidad de retirarse al sur de Florida en el futuro para así estar cerca de su hija. La granja era grande y cada vez resultaba más difícil man­tenerla. La familia había ahorrado una buena cantidad de dinero que aumentaba gracias a la sobriedad del padre. Elizabeth estaba deseando vivir cerca de su madre otra vez; de esa forma sus conversaciones, casi diarias, ya no tendrían que ser telefónicas.
Elizabeth decidió quedarse en Miami tras ter­minar los estudios. Creó su propia empresa y la fue afianzando poco a poco. La competencia era feroz y el trabajo absorbía buena parte de su tiempo. Las relaciones con los hombres no ha­cían más que aumentar su estrés.
Entonces ocurrió la catástrofe.
Aproximadamente ocho meses antes de que viniera a verme, Elizabeth se hundió en la triste­za a causa de la muerte de su madre, provocada por un cáncer de páncreas. Sentía como si su co­razón se hubiera roto en mil pedazos, como si se lo hubieran arrancado. Estaba atravesando un período de profundo dolor. N o conseguía acep­tar la muerte de su madre, no entendía por qué había tenido que ocurrir. Angustiada, me explicó cuánto había luchado su madre contra aquel cáncer virulento que estaba devastando su cuer­po. Sin embargo, su espíritu y su amor permane­cieron intactos. Ambas sintieron una profunda tristeza. La separación física era inevitable y se acercaba lenta pero inexorablemente. El padre de Elizabeth, quien lloraba ya la pérdida, todavía se distanció más de la familia y se encerró en su soledad. Su hermano, que vivía en California con su familia, acababa de cambiar de trabajo y esta­ba alejado de ellos. Elizabeth, por su parte, viaja­ba a Minnesota siempre que podía.
No tenía a nadie con quien compartir sus miedos y su aflicción. No quería ser una carga para su agónica madre. Se reservaba sus penas para ella y por consiguiente se sentía cada vez más apesadumbrada.
-Voy a echarte tanto de menos... Te quiero -le decía su madre-. Para mí, lo más doloroso es abandonarte. No tengo miedo a morir. No te­mo lo que me espera. Simplemente no quiero de­jarte todavía.
A medida que su salud se iba debilitando, su firme propósito de sobrevivir perdía fuerza. Sólo la muerte podría liberada de la agonía y el sufri­miento. Finalmente llegó el día.
La madre de Elizabeth se hallaba en una pe­queña habitación del hospital, rodeada de su fa­milia y sus amigos. Empezaba a respirar con di­ficultad. La sonda ya no drenaba; sus riñones habían dejado de funcionar. Iba alternando entre la conciencia y la inconsciencia. En un momen­to en que Elizabeth se encontró a solas con su madre, ésta abrió ligeramente los ojos en un ins­tante de conciencia. -No te abandonaré -le dijo de repente con voz firme-. ¡siempre te querré!
Aquéllas fueron las últimas palabras que Elizabeth oyó pronunciar a su madre, que ensegui­da entró en coma. Su respiración era. cada vez más entrecortada, interrumpida por largos silen­cios, hasta que de pronto se iniciaron los esterto­res de la agonía.
No tardó en morirse. Elizabeth sintió un va­cío inmenso en su corazón y en su vida. Incluso sentía un dolor físico en el pecho. Tenía la sensa­ción de que siempre le iba a faltar algo. Lloró du­rante meses..
Añoraba las frecuentes conversaciones telefó­nicas con su madre. Intentó comunicarse con su padre más a menudo, pero él seguía tan intro­vertido como siempre y nunca tenía mucho que decir. Podía pasarse uno o dos minutos sin pronunciar palabra junto al auricular del teléfo­no. No era capaz de animar a su hija. Él también sufría, y esto le hacía aislarse todavía más. Su hermano, que vivía en California con su espo­sa y sus dos hijos pequeños, también se sentía muy afligido por la pérdida, pero tenía que ocu­parse de su familia y su trabajo.
El sufrimiento de Elizabeth desembocó en una depresión con unos síntomas cada vez más graves. Le costaba mucho dormir. Le resultaba difícil conciliar el sueño; se despertaba demasiado temprano por la mañana y era incapaz de vol­ver a dormirse. Perdió el apetito y empezó a adelgazar. Su energía había disminuido notable­mente. Ya no tenía interés por las amistades y su capacidad de concentración era cada vez menor.
Antes de la muerte de su madre, la ansiedad de Elizabeth se relacionaba principalmente con el trabajo: plazos de entrega y decisiones de res­ponsabilidad. A veces también la angustiaba la / relación con los hombres; no sabía cómo actuar    ni cómo responderían ellos.
Sin embargo, el nivel de ansiedad de Eliza­beth aumentó espectacularmente tras la muerte de su madre. Había perdido a su confidente, consejera y amiga más íntima. Ya no podía con­tar con su principal apoyo y punto de referencia. Se sentía desorientada, sola y perdida.
Me llamó para pedir hora de visita.       Vino a verme con la intención de averiguar si en una vida anterior había estado junto a su madre o para intentar comunicarse con ella a tra­vés de alguna experiencia mística. En algunas conferencias y publicaciones yo había hablado de las personas que, en un estado de meditación, habían tenido estos encuentros místicos con se­res queridos. Elizabeth había leído mi primer li­bro y sabía que se podía tener este tipo de experiencias.
A medida que la gente va aceptando que es posible, incluso probable, que la conciencia siga existiendo después de abandonar el cuerpo, em­pieza a vivir cada vez más este tipo de experien­cias místicas en los sueños y en otros estados de alteración de la conciencia. Es difícil decir si es­tos encuentros son reales o no. Pero lo que pare­ce evidente es que son intensos y muy emotivos. A veces la persona incluso recibe información concreta, hechos o detalles que sólo eran conoci­dos por los difuntos. Estas revelaciones que se producen durante los encuentros espirituales no pueden atribuirse únicamente a la imaginación. Ahora estoy convencido de que se obtienen es­tos nuevos conocimientos y tienen lugar estos encuentros no porque las personas deseen o ne­cesiten que esto ocurra, sino porque simplemen­te así es como se establecen los contactos.
Los mensajes suelen ser muy parecidos, espe­cialmente en los sueños: «Estoy bien. Me siento perfectamente. Cuídate. Te quiero.»
Elizabeth deseaba ponerse en contacto con su madre. Necesitaba algún tipo de bálsamo para aliviar su continuo dolor.
Durante la primera sesión descubrí nuevos aspectos de su vida.
Había estado casada por poco tiempo con un contratista local que tenía dos hijos de su primer matrimonio. Era una buena persona y, a pesar de no estar locamente enamorada de él, ella pensó que aquella unión podía proporcionar cierta es­tabilidad a su vida. Sin embargo, la pasión con­yugal no se crea artificialmente. Puede haber respeto y compasión, pero la química entre .los dos tiene que existir desde el principio. Cuando Elizabeth descubrió que su marido mantenía re­laciones con otra mujer por la que sentía más pasión y entusiasmo rompió con él a regañadien­tes. Lamentó mucho la ruptura y el hecho de se­pararse de los niños, pero no sufrió por el divor­cio. La pérdida de su madre fue mucho más grave para ella.
Elizabeth era guapa, y por ello le resultó fácil establecer relaciones con otros hombres después de su divorcio, pero tampoco éstas se caracteri­zaron por la pasión. Empezó a dudar de sí mis­ma y a preguntarse qué había en ella que la inca­pacitara para establecer buenas relaciones con los hombres. «¿ Qué hay de malo en mí?», se preguntaba constantemente. Las dudas iban me­llando su autoestima.
Las mordaces y dolorosas críticas que su pa­dre le había dirigido durante su infancia le ha­bían causado unas heridas psicológicas que vol­vían a abrirse con cada fracaso en sus relaciones con los hombres.
Elizabeth empezó a salir con un profesor de una universidad cercana, pero éste no quiso comprometerse con ella debido a sus propios te­mores. Aunque en su relación había mucha ter­nura y comprensión, y a pesar de que se enten­dían bastante bien, la incapacidad de él para comprometerse y confiar en sus propios senti­mientos condenó la relación a un final desabrido e insustancial.Unos meses después, Elizabeth conoció a un I próspero banquero con quien inició una nueva : relación. Ella se sentía segura y protegida, aun­que, una vez más, no había mucha química entre ellos. Sin embargo él, que se sentía muy atraído por Elizabeth, se enfadaba mucho y sentía celos cuando ella no le correspondía con la energía y el entusiasmo que él esperaba. Empezó a beber, y su actitud se fue volviendo cada vez más agresi­va. Elizabeth también puso fin a esta relación.
Poco a poco había ido perdiendo la esperanza de encontrar un hombre con quien pudiera esta­blecer una relación íntima y satisfactoria.
Se sumergió totalmente en su trabajo, amplió su empresa y se recluyó entre números, cálculos y papeles. Su vida social se reducía básicamente a los compañeros de trabajo. Si de vez en cuando algún hombre le proponía salir, siempre se las arreglaba para que él perdiera el interés antes de que surgiera algo importante entre ellos.
Elizabeth era consciente de que se estaba ha­ciendo mayor, pero todavía tenía la esperanza de que algún día encontraría al hombre perfecto. De todas formas, había perdido mucha con­fianza.
La primera sesión, dedicada a recoger infor­mación sobre su vida, a establecer un diagnósti­co y un enfoque terapéutico y a plantar las semi­llas de la confianza en nuestra relación, había terminado. El hielo se había roto. Por el momen­to, decidí no recetarle Prozac ni ninguna otra clase de antidepresivos. Mi objetivo era curarla, no enmascarar los síntomas.En la siguiente sesión, una semana más tarde, iniciaría el arduo viaje retrospectivo hacia el pa­sado.
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LAZOS DE AMOR BRIAN WEISS 1

VIDA ANTES DE LA VIDA




LAZOS DE AMOR BRIAN WEISS
 cap I-
 Lo que a continuación relato procede de documentos médicos, de la trascripción de cintas magnetofónicas que grabé y de mis propios recuerdos. Sólo he modificado los nombres y pequeños detalles para no faltar al secreto profesional.  Es una historia sobre el destino y la esperanza, una historia que ocurre en silencio tdos los días. Ese día, alguien estaba escuchando.
1
Sabed, por tanto, que del silencio más in­menso regresaré. [...] No olvidéis que vol­veré junto a vosotros. [...] Unos momentos más, un instante de reposo en el viento, y otra mujer me concebirá
KAHLIL GIBRAN
Hay alguien especial para cada uno de noso­tros. A menudo, nos están destinados dos, tres y hasta cuatro seres. Pertenecen a distintas genera­ciones y viajan a través de los mares, del tiempo y de las inmensidades celestiales para encontrar­se de nuevo con nosotros. Proceden del otro la­do, del cielo. Su aspecto es diferente, pero nues­tro corazón los reconoce, porque los ha amado en los desiertos de Egipto iluminados por la luna y en las antiguas llanuras de Mongolia. Con ellos hemos cabalgado en remotos ejércitos de guerre­ros y convivido en las cuevas cubiertas de are­na de la Antigüedad. Estamos unidos a ellos por los vínculos de la eternidad y nunca nos abando­narán.
Es posible que nuestra mente diga: «Yo no te conozco.» Pero el corazón sí le conoce.
Él o ella nos cogen de la mano por primera vez y el recuerdo de ese contacto trasciende el tiempo y sacude cada uno de los átomos de nuestro ser. Nos miran a los ojos y vemos a un alma gemela a través de los siglos. El corazón nos da un vuelco. Se nos pone la piel de gallina. En ese momento todo lo demás pierde importancia.
Puede que no nos reconozcan a pesar de que finalmente nos hayamos encontrado otra vez, aunque nosotros sí sepamos quiénes son. Senti­mos el vínculo que nos une. También intuimos las posibilidades, el futuro. En cambio, él o ella no lo ve. Sus temores, su intelecto y sus proble­mas forman un velo que cubre los ojos de su co­razón, y no nos permite que se lo retiremos. Su­frimos y nos lamentamos mientras el individuo en cuestión sigue su camino. Tal es la fragilidad del destino.
La pasión que surge del mutuo reconoci­miento supera la intensidad de cualquier erup­ción volcánica, y se libera una tremenda energía. Podemos reconocer a nuestra alma gemela de un modo inmediato. Nos invade de repente un sentimiento de familiaridad, sentimos que ya co­nocemos profundamente a esta persona, a un ni­vel que rebasa los límites de la conciencia, con una profundidad que normalmente está reserva­da para los miembros más íntimos de la familia. O incluso más profundamente. De una forma intuitiva, sabemos qué decir y cuál será su reac­ción. Sentimos una seguridad y una confianza enormes, que no se adquieren en días, semanas o meses.
Pero el reconocimiento se da casi siempre de un modo lento y sutil. La conciencia se ilumina a medida que el velo se va descorriendo. No todo el mundo está preparado para percatarse al ins­tante. Hay que esperar el momento adecuado, y la persona que se da cuenta primero tiene que ser paciente.
 Gracias a una mirada, un sueño, un recuerdo o un sentimiento podemos llegar a reconocer a un alma gemela. Sus manos nos rozan o sus la­bios nos besan, y nuestra alma recobra vida súbi­tamente.
El contacto que nos despierta tal vez sea el de un hijo, hermano, pariente o amigo íntimo. O. puede tratarse de nuestro ser amado que, a través de los siglos; llega a nosotros y nos besa de nue­vo para recordarnos que permaneceremos siem­pre juntos, hasta la eternidad.

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LAZOS DE AMOR -BRIAN WEISS - Marianela Garcet

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LAZOS DE AMOR -BRIAN WEISS
 PRÓLOGO
El alma del hombre es como el agua. Viene del cielo, se eleva hacia el cielo
y vuelve después a la tierra, en un eterno ciclo.
GOETHE
Justo antes de que se publicara mi primer li­bro, Muchas vidas, muchos maestros (Many Li­ves, Many Masters), fui a una librería de mi ba­rrio y le pregunté al dueño si había encargado algunos ejemplares. Lo verificó en el ordenador  y me respondió:
-He encargado cuatro. ¿Quiere uno?
Yo no estaba demasiado seguro de que se lle­gara a agotar la primera edición, aunque su tiraje era muy modesto. Al fin y al cabo, no era el tipo de libro que se espera de un psiquiatra serio. En él describí en qué medida la terapia de regresión a vidas pasadas a la que sometí a una paciente cambió radicalmente su vida y la mía. Sin embar­go, yo sabía que mis amigos, mis vecinos y, por supuesto, mi familia comprarían más de cuatro ejemplares, aunque el libro no se vendiera en ninguna otra ciudad del país.
-Por favor -le dije-, mis amigos, algunos de mis pacientes y otros conocidos querrán com­prar el libro. ¿Podría encargar algunos más?
Tuve que garantizarle personalmente la venta de los cien ejemplares que el librero encargó no muy convencido.
Me llevé una gran sorpresa cuando el libro se convirtió en un best seller internacional. Se han editado más de dos millones de ejemplares del texto y ha sido traducido a más de veinte idiomas. Mi vida sufrió entonces otro cambio inesperado.
Después de licenciarme cum laude en la Uni­versidad de Columbia y de completar mi for­mación médica en la Escuela de Medicina de la Universidad de Yale, trabajé como médico inter­no en el hospital de la Universidad de Nueva York y me especialicé en psiquiatría en Yale. Se­guidamente, fui profesor en la Facultad de Medi­cina de la Universidad de Pittsburgh y de la de Miami.
Luego, durante once años, fui el presidente del Departamento de Psiquiatría del Mount Si­nai Hospital en Miami.
Había escrito varios artículos científicos y co­laborado en algunos libros. Estaba en la cúspide de mi carrera académica.
Catherine, la joven paciente de la que hablé en mi primer libro, vino a verme al consultorio del Mount Sinai. Los detallados recuerdos de sus vidas pasadas, que al principio me costó creer, y su capacidad para transmitir mensajes sobrena­turales desde un estado hipnótico, hicieron que mi vida cambiara radicalmente. Ya no podría ver el mundo como lo había visto hasta entonces.
Después de Catherine acudieron muchos otros pacientes a mi consulta para que los sometiera a la terapia de regresión.
Aquellos que mostraban síntomas que se re­sistían a los tratamientos médicos tradicionales y a la psicoterapia se curaron.
En mi segundo libro, A través del tiempo (Through Time into Healing), explico todo lo que he aprendido sobre el potencial de curación de la terapia de regresión a vidas pasadas. El tex­to contiene numerosos casos verídicos de pa­cientes reales.La historia más interesante de todas aparece en Lazos de amor (Only Love is Real), mi tercer libro.
Trata de las almas gemelas, las personas que están unidas eternamente por los lazos del amor y que se reencuentran una y otra vez en sus distintas vidas. Cómo encontramos y reconoce­mos a nuestras almas gemelas y qué decisiones debemos tomar que pueden transformar nuestra vida es uno de los temas más importantes y fascinantes de nuestra existencia.
El destino dicta el encuentro con los demás. Pero lo que decidamos una vez que hayamos en­contrado a una pareja depende de nuestra elec­ción, de nuestra libre voluntad. Una decisión errónea o una oportunidad desaprovechada pue­de conducir a una gran soledad y mucho sufri­miento.
Un acierto en la elección, una oportunidad aprovechada, nos puede proporcionar una pro­funda felicidad.
Elizabeth, una bella mujer del Medio Oeste, se sometió a esta terapia por el gran dolor y la ansiedad que sufría tras la muerte de su madre. También había tenido problemas en su relación con los hombres, pues siempre escogía a fracasa­dos, drogadictos o gente que la maltrataba. Nun­ca había encontrado el verdadero amor entre los hombres con quienes se había relacionado.
Empezamos nuestro viaje por distintas épo­cas pasadas, con unos resultados sorprendentes.
Al mismo tiempo que Elizabeth se sometía a la terapia de regresión, yo estaba tratando tam­bién a Pedro, un mexicano encantador que es­taba pasando por una época muy difícil. Su her­mano acababa de perder la vida en un trágico ac­cidente. Además, los problemas que tenía con su madre y los secretos de su infancia parecían cons­pirar contra él.
 
Pedro arrastraba una carga de dudas y desazón, y no tenía con quién compartirla.
Él también empezó a hurgar en el pasado para buscar soluciones y' sosiego.
Aunque Elizabeth y Pedro acudían a mi con­sulta en la misma época, no se conocían, porque venían a verme en distintos días de la semana.
Durante los últimos quince años he tratado a menudo a parejas y familias que han descubierto que sus cónyuges y seres queridos de hoy tam­bién lo fueron en vidas pasadas. En alguna oca­sión he sometido a la terapia de regresión a pare­jas que simultáneamente y por primera vez se dan cuenta de que se relacionaron en una vida anterior.
Estas personas se quedan asombradas al des­cubrirlo. Nunca antes han experimentado nada parecido. Permanecen mudas en la consulta a medida que los acontecimientos se van revelan­do. Sólo después, cuando abandonan el estado hipnótico, descubren que han presenciado las mismas escenas y han sentido las mismas emo­ciones. Y sólo entonces yo me doy cuenta de que se relacionaron en vidas pasadas.
Pero éste no fue el caso de Elizabeth y Pedro. Sus vidas pasadas se fueron revelando en mi con­sulta independientemente y por separado. Ellos no se conocían. Nunca se habían visto antes. Provenían de distintos países y culturas. Ni si­quiera yo mismo, viéndoles por separado y sin tener ningún motivo para sospechar que existie­ra algún lazo entre ellos, supe ver la conexión, aunque parecían describir las mismas vidas ante­riores con unos detalles y sentimientos increíble­mente parecidos. ¿ Es posible que se hubieran amado y después perdido mutuamente en todas sus vidas pasadas?
Al principio, ni mis colaboradores ni yo nos dábamos cuenta de la fascinante trama que se empezaba a desarrollar en la confiada y tranquila atmósfera de mi consulta.
Yo fui el primero en descubrir el vínculo que había entre ambos. Pero ¿ qué hacer? ¿ Debía de­círselo? ¿ Y si estaba equivocado? ¿ Y el secreto profesional entre médico y paciente? ¿Qué pasa­ría con sus relaciones en esta vida? ¿ Estaba tal vez jugueteando con el destino? ¿Y si una rela­ción en su vida actual no formaba parte de sus planes o no era lo más conveniente para ellos? ¿ Y si otra relación fracasada bloqueaba su evolu­ción en la terapia y debilitaba la confianza que habían puesto en mí? Durante mis años de estu­dios de medicina y mi estancia como residente psiquiatría en la Universidad de Yale se me había inculcado la idea de no perjudicar a los pacientes. Ante la  duda, no hay que causar ningún daño. Tanto Elizabeth como Pedro estaban mejorando. ¿Debía entonces olvidarme del asunto?.
A Pedro le quedaban pocas sesiones y pensaba abandonar el país. Era importante que yo tomara una decisión.continuará de aca en adelante

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Reencarnación de acuerdo a Seth VI - Marianela Garcet

VIDA ANTES DE LA VIDA




Reencarnación de acuerdo a Seth VI

Sobre la vida después de la muerte

El Rev. Lowe y su esposa se presentaron una noche de clases y por supuesto, yo los invité a asistir.
Yo procuro siempre mantener las clases tan informales como sea posible.
Todo el mundo se trata sobre una base de nombres propios, es decir se tutea, y cada uno de nosotros viene vestido con la ropa que le es más cómoda y natural. Los hombres con traje de negocios, se mezclan con gente vestida como hippies y siempre tenemos vino para aquellos a quienes les gusta. Admito que me pregunté lo que pensaría el Rev. Lowe y tenía esperanzas que no esperara algo como una reunión de oración. A nuestra propia manera usamos la oración, pero de un modo sumamente creativo, no estructurado y no convencional. En ocasiones tocamos música de rock 'n roll, por ejemplo, mientras yo leo algún poema... y esto era lo que yo consideraba oración.
 
No tenía yo idea si Seth se presentaría esa noche. Al principio, en broma, presenté al ministro como un baterista de rock, a fin de que él y toda la clase se sintieran cómodos y tranquilos. Alguien comentó que la presencia de un ministro debe haber inhibido a todos, puesto que nadie hablaba mucho.
 
De pronto entró Seth, diciendo: "¡Y yo pensé que te estabas portando bien, debido a que yo estaba aquí! Tendré que aprender a ser un reverendo baterista y así me pondré a tono contigo." Después de esto, se dirigió a varios de los componentes de la clase y luego invitó al Rev. Lowe a preguntar cualquier cosa que le viniera a la mente.
 
-Cuando abandonamos el cuerpo físico, ¿adónde vamos? inquirió el ministro. Todos los demás se mantuvieron silenciosos, bebiendo vino y escuchando.
 
"Vas adonde quieres ir -contestó Seth-.
Ahora bien, cuando tu mente consciente ordinaria y en vigilia se adormece en el estado de sueño, viajas a otras dimensiones. Estás preparando tu propio camino. Cuando mueres, vas por esos caminos que has preparado ya. Existen varios periodos de adiestramiento que varían, de acuerdo con el individuo.
"Debes entender la naturaleza de la realidad, antes le que puedas moverte bien dentro de ella. En la realidad física estás aprendiendo que tus pensamientos poseen realidad y que tú creas la realidad que conoces.
 
Cuando abandonas esta dimensión, entonces te concentras en el conocimiento que has ganado. Si todavía no comprendes que puedes crear tu propia realidad, entonces regresas y de nuevo aprendes a manipular una y otra vez los resultados de tu propia realidad interna, cuando la encuentras objetivizada. Te enseñas a ti mismo la lección, hasta que por fin la has aprendido; Juego empiezas a aprender cómo manejar la conciencia que es tuya, correcta e inteligentemente. Luego puedes formar imágenes para beneficio de otros y conducirlos y guiarlos. Luego agrandas constantemente el alcance de tu entendimiento.".
 
-¿Qué determina el tiempo entre reencarnaciones? -preguntó el ministro.
 
"Tú. Si estás muy cansado, entonces te tomas un descanso. Si eres sabio, tomas tiempo para digerir tu conocimiento y planear tu siguiente vida, de la misma manera que un escritor planea su próximo libro. Si tienes demasiadas ligas con esta realidad o si eres demasiado impaciente o si no has aprendido lo suficiente, entonces puedes regresar con demasiada rapidez. Siempre queda esto como decisión del individuo. No existe la predestinación. Las respuestas se encuentran detrás de ti mismo, entonces, como están dentro de ti ahora."
 
El Rev. Lowe formuló otras preguntas, pero ya no en relación con el tema que estábamos tratando. El y Seth parecían llevarse muy bien. Posteriormente, en un descanso, recibí varias impresiones de una vida anterior de la señora Lowe. Mientras tenía lugar una discusión general, la "vi" cerca de una academia de equitación en Francia, en el siglo catorce; y luego la vi a ella y al Rev. Lowe como gemelos en Grecia, cuando él era orador y ella un soldado. Hubo otros detalles; pero lo interesante fue que la señora Lowe me dijo después, que ella realmente estaba loca por los caballos y que Grecia y Francia eran los únicos países en los que tenía gran interés.
 
Seth raras veces ofrece datos sobre reencarnación, a menos que estén directamente ligados con el desarrollo general de la vida presente de un individuo; y se rehusa a proporcionar historias de vidas pasadas, por ejemplo, a aquellos que piensa que nunca aplicarán las lecciones involucradas. Y, cosa sumamente extraña, ofreció tal información una vez en una clase a tres jóvenes colegialas que claramente no creían en la reencarnación al principio Acababan de empezar las clases y, si bien se sentían curiosas respecto , poseían poca paciencia con la teoría ele la reencarnación al comienzo de la sesión
Estas muchachas eran muy inteligentes, brillantes, alertas y cautas. No eran nada propensas a verse embarcadas en fetichismos absurdos. Al mismo tiempo, estaban intensamente interesadas en las ideas de Seth de que la conciencia puede expandirse con toda seguridad y sin necesidad de drogas, mediante el uso de sus métodos. Una de estas muchachas, Lydia, era la más expresiva del grupo en sus argumentos en contra de la reencarnación.
 
"Tú reencarnarás, creas o no creas que lo harás --y Seth empezó diciendo esto, con una sonrisa-. Es mucho más fácil si tus teorías encajan en la realidad, mas si no es así, entonces no cambias la índole de la reencarnación ni una pizca." Y prosiguió para dar a Lydia una descripción bastante detallada de una vida anterior, alrededor de la zona de Bangor, Maine, en 1832, cuando era varón. Esta fue la primera se­sión que tuvo Seth dedicada a Lydia y ésta se movía nerviosamente en su asiento, mientras Seth citaba nombres, fechas y determinados epi­sodios de su vida pasada. 

Cuando terminó, Lydia dijo: 

-Bueno, no sé que pensar, pero te diré esto. Lo más increíble es que yo pasé mi infancia en Bangor, Maine, y, cuando nos mudamos al Estado de Nueva York, no mencionaba a Nueva York como mi hogar, pues siempre sentía que yo pertenecía a Maine.

 -Y Seth dijo que...

-Ella se interrumpió y leyó las notas que había tomado. Luego exclamó muy excitada:

-Seth dijo que...

 una Miranda Charbeau, del lado francés de mi familia en esa vida pasada, casó e ingresó a la familia de Franklin Bacon en Boston. Otra vez, esto es algo loco, y realmente lo es, porque mí familia esta ocasión está conectada con la familia de Roger Bacon, de Boston.

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Reencarnación de acuerdo a Seth V - Marianela Garcet

Untitled 1VIDA ANTES DE LA VIDA 

Reencarnación de acuerdo a Seth V 

Más sobre la reencarnación: después de la muerte y vidas intermedias Hace apenas una semana que Jon llamó de nuevo. Sally se encontraba en el hospital, después de un muy serio ataque durante el cual su corazón se detuvo por un corto tiempo. Jon estaba perplejo e indeciso entre orar por su recuperación o por su liberación a través de la muerte y preguntó si podríamos celebrar una sesión sobre este asunto. 
Seth a menudo nos había dicho que, cuando terminamos con nuestras vidas aquí, estamos verdaderamente ansiosos por abandonar esta existencia. Cuando el cuerpo está agotado, realmente queremos deshacernos de él. El instinto de supervivencia se satisface perfectamente, porque el yo interior sabe a ciencia cierta que vivirá después de la muerte. No obstante, yo odiaba decir esto a Jon por teléfono.
 
En teoría sonaba bien; pero, naturalmente, yo sabía que quería que Sally viviera. Sabía que él abrigaba esperanzas de que ocurriera un milagro, por lo menos una recuperación parcial, un alivio temporal. Le prometí celebrar una sesión con Seth por él y más tarde me sentí contenta por haberlo hecho. No sólo esta sesión fue de gran ayuda para Jon, sino que contiene excelente información sobre lo que puede pasar mientras una persona se encuentra supuestamente inconsciente, en coma y lo que experimentamos antes y después de la muerte. También ahora, al momento de la sesión, Sally de nuevo se encontraba en un profundo estado de coma. No había podido hablar por más de un año. 

Primero Seth proporcionó más o menos una página de impresiones, nombres, iniciales, sucesos, etcétera, que dijo que había derivado de cierta porción de la conciencia de la joven: recuerdos dispersos, pensamientos e ideas. Toda la realidad de ella es mucho más grande y se está esforzando por poner estos recuerdos en su lugar, como si estuviera acomodando muebles en una casa nueva. El tiempo, como se piensa de él, tiene poco significado para ella. 
Tú podrías comparar las dos experiencias de tiempo diferentes de esta manera: En tu dimensión es como si los acontecimientos recordados fueran como piezas de muebles, todas arregladas en un salón en determinado orden. Al vivir en el cuarto, puedes encontrar tu camino entre los diversos muebles, con toda facilidad. Entonces te mudas a una habitación más grande y de tipo diferente y aquí los muebles quizá estén distribuidos de cierta manera, retirados y vueltos a colocar, para satisfacción de tu corazón. Puedes formar diferentes combinaciones en él y usarlo para diferentes propósitos. Así es como Sally está reacomodando los muebles de su mente. 

Y así como tú podrías visitar una nueva residencia y mudar algunas de tus pertenencias allí, antes de que oficialmente la hagas tuya, así ella ha estado examinando el nuevo ambiente. Se encuentra en el proceso de trasladarse a la nueva ubicación. Ha habido guías para ayudarla. Difícilmente notará que se ha mudado enteramente, pues se sentirá como en casa. En su caso ha venido formando cuadros de memorias de su infancia, de días antes de su enfermedad física y entrando en ellos.

Está aprendiendo qué sucesos que parecen estar en el pasado, pueden volver a crearse. Esto no significa que piense que es una niña. Está disfrutando la libertad de preexperimentar eventos. Esta es una forma de terapia espiritual en su caso, por lo que pierde la identificación con la enfermedad y no la carga consigo. Dentro de poco tiempo, empezarán los periodos de adiestramiento. Será su turno ahora ayudar a otros y ser su fuente de resistencia. Por lo tanto, ya ha iniciado una nueva vida (Seth no quiere decir otra vida física aquí, claro está), aunque en el momento presente su experiencia está siendo monitoreada por guías hasta cierto grado. Se ve sostenida, en un sentido religioso, por figuras convencionales sacadas de la Biblia. Estas personalidades le explicarán la índole de la realidad en un vocabulario que tendrá sentido para ella. De nuevo ha resuelto los problemas que ella misma se creó y expuso a la compasión y comprensión de su marido, cualidades que le son de gran ayuda en su propio desarrollo. Yo me le he aparecido como un muy gentil Juan el Apóstol y he hablado con ella. 

Ésta no es una cuestión de truco, sino un método de ayuda que ella puede aceptar. No es inusitado para aquellos que tratan de ayudar, asumir tales formas e imágenes reconfortantes. (Posteriormente pensamos que esta última declaración poseía implicaciones en extremo provocativas para casos en los que se dan a conocer visiones de figuras religiosas. Abrigamos la esperanza de que Seth discutirá esto de manera más detallada en el futuro). Durante nuestro descanso, Rob mencionó varias interrogantes que pensaba que a Jon le gustaría que se contestaran, o que podrían llegarle a la mente cuando leyera la trascripción de la sesión. Una de ellas tenía que ver con el tipo de cuerpo que Sally tenía a su disposición.
Seth dijo: Ahora bien, el nuevo cuerpo, claro está, no es en verdad uno nuevo en lo absoluto, sino simplemente un cuerpo no físico, de acuerdo con tus términos, uno que tú usas en proyecciones astrales, uno que da la vitalidad y fuerza al cuerpo físico que conoces. Tu carne está incrustada en él ahora. 
Cuando abandonas el cuerpo físico, el otro cuerpo es completamente real para ti y parece igualmente físico, aun cuando goza de muchas más libertades. . . 

Sally está encantada con este cuerpo, comparándolo con el físico (y enfermo). Está tratando de cortar toda identificación con su organismo físico, bien sea que esté vivo o muerto, según tus términos. Jon debe decirle que se halla en libertad de irse y que él gozosamente le concede su libertad, de tal modo que incluso después de la muerte, ella no sienta que debe permanecer cerca de él. 
Sabe bien que volverán a unirse. . . y comprende que él no se da cuenta de esto como ella. Varios días después de esta sesión, nos visitó un ministro retirado y su esposa. El Rev. Lowe, como lo llamaré, publica un boletín nacional que discute los elementos psíquicos del cristianismo. 
Durante varios años hemos mantenido correspondencia con él, mas no nos conocíamos personalmente. Le platiqué respecto a la sesión de Jon y se mostró muy interesado en lo que Seth tenía que decir respecto a las experiencias de Sally en estado de coma. 

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Reencarnación de acuerdo a Seth III - Marianela Garcet

VIDA ANTES DE LA VIDA





Reencarnación de acuerdo a Seth III
Sobre la vida después de la muerte
Me estaba reservada otra sorpresa. Alrededor de las 6 p.m. Ann llamó diciendo que se encontraba en Binghamton, N.Y., una ciudad a más de una hora en automóvil de distancia. ¡No sabía que Elmira se en­contrara tan lejos de Brooklyn!
-¿Brooklyn? -y dejé caer el teléfono-. Pensé que quisiste decir que tu marido se encontraba en Nueva York por un día, pero que tú vivías aquí...
-Oh, no -repuso Ann-; pero Jim llegó a casa temprano esta tarde y pensamos que nos tomaría sólo algunas horas llegar a Elmira.
-¡Caray! -exclamé y Rob hizo a un lado el periódico vespertino-. ¿Quieres decir que vendrán manejando para acá, nada más por una sesión? Nueva York está plagado de excelentes médiums.
-Pero a usted me la recomendaron muchísimo. Llegaremos tarde y es por eso que la llamo. Me da mucha pena pedirle esto, pero ¿no podía usted aguardar hasta que lleguemos allí?
Le contesté que sí, con una especie de mareo y colgué. Rob tenía temor de que yo me sintiera bajo una fuerte presión, sabiendo que ellos venían manejando desde tan lejos y que regresarían esa misma noche, nada más por una sesión. Ya había explicado a Ann que no podía darle ninguna garantía en lo absoluto de lo que pudiera ocurrir.
A propósito había sacado de mi mente todo el asunto y ya al atardecer, me puse a ver televisión. Luego, como broche de oro, alrededor de las ocho se presentó Phil, explicando que se encontraba en el pueblo para pasar la noche y le gustaría asistir a una sesión.
Jim y Ann arribaron alrededor de las 10 p.m. A Rob y a mí nos simpatizaron de inmediato. Ambos se hallaban ya cerca de los treinta años, eran inteligentes y, al igual que nosotros, informales. Saboreando una copa de vino nos informaron respecto a su hijo:
-Era excepcionalmente brillante -dijo Jim-. Era fantástico y no lo digo nada más porque era nuestro hijo.
Desde el principio siempre estuvo muy por arriba del promedio, era rápido en sus reacciones, tanto que, en cierta forma, casi nos atemorizaba. Y luego, una noche, murió de anemia aplástica. Nadie sabe siquiera qué es lo que la causa.
¿Qué se puede decir en una situación como esa? Yo quería ayudar. Me daba cuenta de su terrible necesidad, pero también comprendía que era casi imposible probar la vida después de la muerte. Supongamos que yo pudiera establecer contacto con el niño o pensara que lo hubiera logrado. ¿En qué forma ayudaría esto? En vez de hacer que ellos se enfrentaran al hecho irreversible de su separación ¿no podría tal incidente simplemente hacer las cosas peores? Y surgieron mis pro­pias dudas: si estuviera involucrado sólo un juego subconsciente.. .
Rob debe haber leído mis pensamientos.
-Relájate, querida -me dijo. Di a conocer a los Linden mi actitud y Ann sonrió:
-Ray dijo que usted era una de las médiums más objetivas que conocía.
-Demasiado objetiva, me temo. En ocasiones eso me contiene para usar mis facultades plenamente.
Esa es la última cosa que recuerdo haber dicho yo misma. Al momento siguiente la fuerte voz de Seth se presentó apresuradamente a través de mí:
"El niño estuvo brevemente con ustedes por sus propias razones. Su objetivo era iluminarlos a ustedes y lo logró. Ustedes ya lo conocían en vidas anteriores y, en una ocasión, el fue el tío de su actual padre.
"No pretendía permanecer dentro de la realidad física. Únicamente vino para mostrar a ustedes lo que era posible y traer a ambos cierta comprensión de la realidad interna. Él escogió su enfermedad, no se le impuso.
 No fabricaba suficiente sangre, pues no quería continuar siendo un ser físico, más allá del tiempo que se había fijado.
"Quería dar a ustedes ímpetu y su efecto fue mucho más poderoso que si hubiera seguido viviendo y él sabía esto. Sentía horror a vivir hasta llegar a ser un joven adulto, pues no quería conocer a una joven, sentir atracción por ella y continuar con otra vida física.
"Fue una luz para ustedes y la luz no se ha extinguido. Los conducirá a ustedes al conocimiento que de otro modo nunca hubieran conocido, puesto que no lo hubieran buscado con intensidad. Se percataba perfectamente de esto y quería que ustedes iniciaran el peregrinaje, pero este peregrinaje es dentro de ustedes mismos."
Ahora Seth miraba fijamente a través de mis ojos abiertos. Mis ges­tos eran suyos. Miraba a Jim directamente a la cara mientras hablaba. Ann y Rob tomaban notas. Phil tan sólo se mantuvo sentado, escuchando.
"Él se hallaba involucrado en trabajos científicos en la Atlántida y en Egipto, mas no tenía ya deseo de continuar con estos trabajos ahora. Ya había llegado mucho más lejos. Tú (Jim), también estuviste involucrado con él en dos vidas anteriores, en la misma relación, y como sacerdotes ambos estaban interesados en las obras internas del universo."
Seth prosiguió diciendo que Jim se había salido del camino en ciertos aspectos, olvidando lo que había aprendido en el pasado. "Él (Peter) no podía forzarte a recordar, pero podía darte un suave codazo y un empujoncito, y en esta existencia así lo hizo.
"No es tiempo para que te pongas a hacer tonterías buscando la verdad en la rama de un árbol. La verdad está dentro de ti mismo. Tu hijo ya no tiene tres años de edad. Ahora es más viejo que tú y ha tratado de indicarte el camino. . . No fue un niño eliminado antes de que lograra su objetivo, sino una personalidad que te dejó cuando terminaron sus propias reencarnaciones. Ya no regresará, sino que proseguirá en otra realidad en la que puedan utilizarse sus facultades con mayor ventaja."
Según Seth, las reencarnaciones de Peter en realidad se habían completado antes de que naciera esta vez.
 Había retornado para morir joven, a fin de que Jim y Ann se vieran forzados a formular las preguntas que ahora estaban haciendo.
En ese momento Seth sonrió ampliamente y agregó:
"Ahora bien, yo he vivido y muerto muchas veces y pueden palpar mi vitalidad. Y te aseguro que la vitalidad de ese niño existe en términos vitales. Hubiera sido casi una penitencia para él haber permanecido más tiempo.
Tú le ayudaste a `salvar su alma' en cierta ocasión (en una vida anterior) y ahora estaba pagando el favor.
En una ocasión él estuvo tentado a utilizar sus facultades para obtener poder y usar el sacerdocio para su propia ganancia. En esa ocasión tú lo detuviste."Seth prosiguió para dar un análisis de la personalidad presente de Jim, en relación con sucesos de vidas anteriores y para ofrecerle algún consejo respecto al futuro.
Jim nos había dicho antes que él había sido un animador de discotecas. Ahora Seth dijo: "Nadie puede decirte qué camino seguir. Tú tienes las respuestas dentro de ti. _Ten cuidado con aquellos que te ofrecen soluciones rápidas. Estoy hablando en términos de probabilidades, pues el futuro es moldeable."
Sugirió que Jim se mantuviera fuera del campo de la actuación por­que, en su caso, ello llevaba a una confusión en cuanto a la índole de su propia identidad. Seth le aconsejó que se mantuviera dentro del ramo de comunicaciones, diciendo que si continuaba en la radio habría otro trabajo en ese ramo y luego se le presentaría otra línea de trabajo.
Seth proporcionó más información concerniente a las vidas pasadas de todos los involucrados y luego añadió: "Te estoy dando lo que creo que es la información más importante, tanto si puedes verificarla como si no... sus yos internos digieren lo que he dicho y eso es mucho más importante que diez cuartillas de notas y fechas que no puedas confrontar, puesto que estas vidas tuvieron lugar hace muchísimo tiempo."
Habló más sobre el simbolismo de la enfermedad de Peter y asimismo, sobre las relaciones anteriores de Jim con Ann y dijo que Jim poseía habilidades matemáticas que no estaba usando: "Éstas son resultado de tus dos existencias sacerdotales, cuando ambos estaban in­volucrados con cálculos que tenían que ver con el movimiento de los planetas."
Y terminó de esta manera:
'Es natural que te acerques a otros por ayuda en tu situación y, en mi propia forma, espero haberte ayudado. Sin embargo,, existe una diferencia entre que se te digan cosas y el saberlas. Y el conocimiento proviene de tu interior. Cuando sabes, no necesitas que se te diga y tú' puedes tener ese tipo de conocimiento. Me daría mucho gusto ayudarte a encontrarlo, pero nadie puede hacerlo, sino tú mismo."
Durante un descanso, nos quedamos sentados saboreando galletas y tomando unos tragos de vino. De pronto, ciertas impresiones se agolparon en mi propia mente. Muchas de ellas se comprobaron de inmediato allí mismo.
 Dije a Ann, por ejemplo, que su hermano utilizaba varios nombres y usaba bisoñé, cosa que era correcta, junto con otras muchas aseveraciones. Al mismo tiempo, continué recibiendo impresiones respecto a los síntomas del niño.
Cuanto esta clase de cosas ocurre, yo simplemente me relajo y digo cualquier cosa que me viene a la mente. "Hubo un episodio con las uñas de los pies y con zapatos demasiado pequeños" -dije-. "Esto ejercía presión sobre la uña grande del pie derecho, que afectaba una arteria de la pierna. Un raspón que daña la función, siempre ocurre en tal caso, aunque la herida sea pequeña.­
Y hubo algo más, mucho de lo cual se verificó allí mismo. Aun cuando nada tenía que ver con la reencarnación, estas impresiones tenían mucho en relación con demostrar a Jim y a Ann que poseíamos la capacidad de recibir conocimientos, aparte de los que teníamos a través de los sentimientos físicos. Los eventos que "escogí" fueron a veces emocionalmente significativos para los Linden aunque triviales en otros aspectos.
Estas impresiones incluían asimismo algunas aseveraciones concer­nientes al origen de la enfermedad que mató a Peter. Su causa es des­conocida y no hay razón para entrar en una explicación aquí; pero los síntomas característicos del mal que yo di también describieron con exactitud la condición de Peter. Los Linden no habían discutido estas cosas con nosotros, pues quizás encontraban el tema demasiado penoso. En virtud de que esta información era correcta, no hay razón para suponer que las impresiones concernientes a las causas del mal estu­vieran equivocadas, aunque son desconocidas.
En este mismo sentido, no hay razón para suponer que el material sobre la reencarnación fuera menos correcto, aun cuando no podemos comprobarlo debido al largo tiempo que representan los periodos. (Al­gunos datos sobre la reencarnación son mucho más recientes y pueden comprobarse, hasta cierto punto, si la gente involucrada tiene tiempo y deseo de hacer el esfuerzo. Hasta el momento hemos llegado a cono­cer a varios sacerdotes pero ninguno que viviera en la Atlántida.)
Seth dedicó la última parte de la sesión a Phil y ya había pasado la una de la mañana, antes de que termináramos. Jim y Ann se retiraron convencidos de que la vida y muerte de su hijo tenía mucho significa­do y que había sentido y propósito en sus vidas, y que hasta esta tragedia aparente indicaba hacia un bien mayor.
Cuando todo esto terminó yo me sentía muy humilde. Jim y Ann estaban casi transformados y, antes de la sesión, yo había abrigado tantas dudas, que titubeaba. (La cuestión es saber si cuando conscientemente pienso en esa forma limitada, mi yo intuitivo interno se eleva y me muestra que hay algo mucho más involucrado que el ego. Actualmente pienso que estas habilidades fluyen a través de nosotros como el viento fluye a tras de las ramas.) Poco tiempo después Ann me escribió una carta diciéndome que ella y Jim ya no sentían la tremenda pena que los embargara antes.
Más y más he visto cómo la reencarnación tiene sentido en base a tales tragedias aparentemente inexplicables y proporciona una estruc­tura interna a situaciones que, de otro modo, parecerían caóticas e injustas.
Me sentí sumamente complacida de haber podido ayudar a Ann y Jim, y esa sesión y otras semejantes, me han ayudado también a mostrarme el valor de ideas que originalmente no podía yo aceptar.
Lo mismo se aplica a Seth: estoy literalmente asombrada de su capacidad para ayudar a otros, de su entendimiento psicológico y todas las facultades que aporta y enfoca en nuestras sesiones.
Otro caso similar, que involucraba el fallecimiento de un niño, se refería a una mujer que asistió a varias de mis clases. Su hijo adoptivo, de quince años de edad, se había ahogado meses antes. En una sesión Seth dijo que el joven había sido marino en varias de sus vidas ante­riores y todavía consideraba la muerte por agua como preferible a morir en tierra.
En otra vida, el muchacho había estado relacionado con su madre adoptiva y también regresó para ayudarla a ganar desarrollo interno.
Murió pronto a fin de que su fallecimiento la hiciera preguntarse y buscar respuestas.
Esta señora había venido consultando a médium tras médium, tratando de ponerse en contacto con su hijo.
Con términos claros, Seth le dijo que abandonara esta práctica y que, en vez de ello, se dedicara a buscar su desarrollo interno.
Continuará...
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