¿CUANTO TE VALORAS?
¿Cuántas
veces, aceptamos el valor que nos dan los demás?
¡Cuántas veces toleramos injusticias o groserías, porque en el fondo creemos que tienen razón! ¿Te has puesto a hacer tus ejercicios? ¿Has analizado que es lo tienes y cuánto vale lo que ofreces?
El maestro, sin mirarlo, le dijo:
-Cuanto lo siento muchacho, no puedo ayudarte, debo resolver primero mi propio problema. Quizás después... -y después de una pausa agregó: -Si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este tema con más rapidez y después tal vez te pueda ayudar.
-E... encantado, maestro -titubeó el joven pero sintió que otra vez era desvalorizado y sus necesidades postergadas.
Apenas
llegó, empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes. Estos lo miraban con algún
interés, hasta que el joven decía lo que pretendía por el anillo.
Cuando
el joven mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le daban vuelta la
cara, y sólo un viejito fue tan amable como para tomarse la molestia de
explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un
anillo. En afán de ayudar, alguien le ofreció una moneda de plata y un cacharro
de cobre, pero el joven tenía instrucciones de no aceptar menos de una moneda
de oro, y rechazó la oferta.
Cuánto
hubiera deseado el joven tener él mismo esa moneda de oro. Podría entonces
habérsela entregado al maestro para liberarlo de su preocupación y recibir
entonces su consejo y ayuda.
Entró
en la habitación.
-Maestro
-dijo- lo siento, no es posible conseguir lo que me pediste. Quizás pudiera
conseguir dos o tres monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar a
nadie respecto del verdadero valor del anillo.
Debemos
saber el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar y vete al joyero.
¿Quién
mejor que él para saberlo? Dile que quisieras vender al anillo y pregúntale
cuánto te da por él.
El joven volvió a cabalgar.
El
joyero examinó el anillo a la luz del candil, lo miró con su lupa, lo pesó y
luego le dijo:
-Dile
al maestro, muchacho, que si lo quiere vender ya, no puedo darle más que 58
monedas de oro por su anillo.
-¿¿58
monedas?? -exclamó el joven.
-Siéntate- dijo el maestro después de escucharlo-. Tú eres como ese anillo: una joya, valiosa y única. Y como tal, sólo puede evaluarte verdaderamente un experto. ¿Qué haces por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor?
Y
diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo pequeño de su mano
izquierda.
(tomado internet)
consúltame por los cursos de visualización creativa para elevar la autoestima
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