Sobre Mí

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Desde el año 2002 me dedico a la temática espiritual y a escribir sobre estos temas y también de autoayuda y superación personal. He publicado hasta el momento 9 libros: Camino Hacia la Luz, I- Cuentos de Cristal Los Ángeles te hablan: Escúchalos I Los Ángeles te hablan: Escúchalos II Vidas Pasadas- Tiempo Presente Mauricio Macri, El Elegido Cristal-Índigos, la Esencia del Cambio Reiki, Amor y Luz Ángeles en tu vida Mi vida está dedicada desde el año 2002 a temas como la Numerología, la Reencarnación el contacto con los Ángeles, habiendo plasmado mucho de estas prácticas y conocimientos en los libros publicados. Paralelamente y durante todos estos años he estado también escribiendo, corrigiendo libros y traduciendo, (actualmente estoy abocada a la traducción de uno de mis libros al francés) Tengo mi página totalmente traducida al francés, la cual pueden ver en: marianel.unblog.fr Soy Investigadora y estudiosa de la Reencarnación y a raíz de ello he creado el estudio de Vidas Pasadas sin regresión®. También la numerología ha marcado los inicios de mi carrera profesional y he creado el Estudio Numerológico que realizo desde el año 1995

Carreras de Galgos-lo que hay detrás-

Qué hay detrás de las Carreras de Galgos

Este artículo ha sido visto 1.834 veces, y le gusta a 67 personas. Me gusta
Las carreras de galgos (así como todo tipo de entretenimiento que involucre animales) son un ejemplo de la falta de respeto que el hombre tiene hacia los animales, abusando de ellos para su propia diversión y placer...
AnimaNaturalis

Qué hay detrás de las Carreras de Galgos



Las carreras de galgos son una competencia entre varios ejemplares de esta raza de perros. Los partipantes corren detrás de una liebre artificial, a la cual nunca pueden dar alcance, en un circuito ovalado, denominado “canódromo”, hasta llegar a la meta. El primero en llegar, es el ganador. Mientras corren llevan puesto un bozal.
Por lo tanto, el galgo más valorado en este ambiente es el más veloz, con un mejor rendimiento en las carreras. Su velocidad es su condena. Este “entretenimiento” tiene, lamentablemente, muchos seguidores.

Las carreras de galgos (así como todo tipo de entretenimiento que involucre animales) son un ejemplo de la falta de respeto que el hombre tiene hacia los animales, abusando de ellos para su propia diversión y placer, sin tener en cuenta sus verdaderas necesidades. La mayoría del publico que asiste a las carreras, lo hace atraído por las apuestas y sus resultados, y presta poca atención al animal que compite, sin pensar siquiera en ellos.

La realidad que hay detrás de esta actividad es cruel. En algunas oportunidades, aquellos animales más veloces y rendidores son los que, durante el tiempo que “sirven” para correr, reciben ciertos cuidados por parte de sus criadores. En otros casos no es asi: muchos de los perros de carreras, por considerarse estos una inversión, un negocio, son sometidos a varias técnicas ilegales para mejorar su “performance”: son drogados, reciben estimulación eléctrica, castigos con látigos, etc. Pasan la mayor parte del tiempo en jaulas y se les permite salir solo para entrenar, competir o hacer sus necesidades.

Después de un tiempo de competir, todos estos animales quedan con temblores motores, estresados…muchos completamente destrozados. En este estado, son abandonados, o en el peor de los casos sacrificados, por generar un gasto innecesario y molesto para quién se dedica a la cría y utilización de esta raza. Santa Fe, una de las provincias de Argentina que más canódromos (ilegales) posee, tiene las calles de sus ciudades atestadas de galgos abandonados, con un estado de salud deplorable y con claras muestras de haber sufrido maltrato. Si un perro no gana más de dos carreras seguidas, se lo descarta.

Es peor aún en los países donde las carreras de galgos son legales: el negocio es aún mayor, el dinero que está en juego es mucho, y por lo tanto, tambien hay más intereses comprometidos. La cría de galgos para competición se intensifica, así como el maltrato. En EEUU, aquellos galgos no aptos para competir son vendidos a laboratorios para que se experimente con ellos. En España, aquellos perros que ya no rinden en las carreras, se los abandona atados para que mueran de hambre y sed, o se los ahorca con un método especialmente cruel para el animal..pero que para el humano demanda menos tiempo perdido. Conclusión: cuanto mayor es el negocio, mayor también la crueldad, y menor el respeto hacia la vida animal.

Por eso, no permitamos que se legalicen los canódromos. Y exijamos que esta actividad también desaparezca a nivel clandestino.

No nos dejemos engañar cuando nos quieren hacer creer que se legalizan los canódromos para utilizar ese dinero para beneficiencia: bien sabemos que los únicos que se verán recompensados son los criadores y organizadores de las carreras, y los animales, como siempre, los más perjudicados.

  • Los galgos son drogados para lograr excitarlos.
  • En EEUU, aquellos galgos no aptos para competir son vendidos a laboratorios para que se experimente con ellos.
  • En España, aquellos perros que ya no rinden en las carreras, se los abandona o se los ahorca.
  • Pasan parte de su tiempo enjaulados.
  • Se los somete a ayunos prolongados para convertir su carácter dócil en agresivo.
  • Varios son sometidos a técnicas como estimulación eléctrica y castigos con látigos.
  • Cuando pierden velocidad y su organismo comienza a ser presa de temblores y su cerebro deja funcionar a causa de las drogas, se los abandona o se los mata.
  • Visita a las sociedades protectoras de tu ciudad y mira esta realidad, pregunta por los galgos y verás en qué estado se encuentran.
  • El galgo es una de las razas más nobles y compañeras, su carácter es amigable, por esto es fácil convertirlo en víctima de este comercio.
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Qué hay detrás de las Carreras de Galgos



Las carreras de galgos son una competencia entre varios ejemplares de esta raza de perros. Los partipantes corren detrás de una liebre artificial, a la cual nunca pueden dar alcance, en un circuito ovalado, denominado “canódromo”, hasta llegar a la meta. El primero en llegar, es el ganador. Mientras corren llevan puesto un bozal.
Por lo tanto, el galgo más valorado en este ambiente es el más veloz, con un mejor rendimiento en las carreras. Su velocidad es su condena. Este “entretenimiento” tiene, lamentablemente, muchos seguidores.

Las carreras de galgos (así como todo tipo de entretenimiento que involucre animales) son un ejemplo de la falta de respeto que el hombre tiene hacia los animales, abusando de ellos para su propia diversión y placer, sin tener en cuenta sus verdaderas necesidades. La mayoría del publico que asiste a las carreras, lo hace atraído por las apuestas y sus resultados, y presta poca atención al animal que compite, sin pensar siquiera en ellos.

La realidad que hay detrás de esta actividad es cruel. En algunas oportunidades, aquellos animales más veloces y rendidores son los que, durante el tiempo que “sirven” para correr, reciben ciertos cuidados por parte de sus criadores. En otros casos no es asi: muchos de los perros de carreras, por considerarse estos una inversión, un negocio, son sometidos a varias técnicas ilegales para mejorar su “performance”: son drogados, reciben estimulación eléctrica, castigos con látigos, etc. Pasan la mayor parte del tiempo en jaulas y se les permite salir solo para entrenar, competir o hacer sus necesidades.

Después de un tiempo de competir, todos estos animales quedan con temblores motores, estresados…muchos completamente destrozados. En este estado, son abandonados, o en el peor de los casos sacrificados, por generar un gasto innecesario y molesto para quién se dedica a la cría y utilización de esta raza. Santa Fe, una de las provincias de Argentina que más canódromos (ilegales) posee, tiene las calles de sus ciudades atestadas de galgos abandonados, con un estado de salud deplorable y con claras muestras de haber sufrido maltrato. Si un perro no gana más de dos carreras seguidas, se lo descarta.

Es peor aún en los países donde las carreras de galgos son legales: el negocio es aún mayor, el dinero que está en juego es mucho, y por lo tanto, tambien hay más intereses comprometidos. La cría de galgos para competición se intensifica, así como el maltrato. En EEUU, aquellos galgos no aptos para competir son vendidos a laboratorios para que se experimente con ellos. En España, aquellos perros que ya no rinden en las carreras, se los abandona atados para que mueran de hambre y sed, o se los ahorca con un método especialmente cruel para el animal..pero que para el humano demanda menos tiempo perdido. Conclusión: cuanto mayor es el negocio, mayor también la crueldad, y menor el respeto hacia la vida animal.

Por eso, no permitamos que se legalicen los canódromos. Y exijamos que esta actividad también desaparezca a nivel clandestino.

No nos dejemos engañar cuando nos quieren hacer creer que se legalizan los canódromos para utilizar ese dinero para beneficiencia: bien sabemos que los únicos que se verán recompensados son los criadores y organizadores de las carreras, y los animales, como siempre, los más perjudicados.

  • Los galgos son drogados para lograr excitarlos.
  • En EEUU, aquellos galgos no aptos para competir son vendidos a laboratorios para que se experimente con ellos.
  • En España, aquellos perros que ya no rinden en las carreras, se los abandona o se los ahorca.
  • Pasan parte de su tiempo enjaulados.
  • Se los somete a ayunos prolongados para convertir su carácter dócil en agresivo.
  • Varios son sometidos a técnicas como estimulación eléctrica y castigos con látigos.
  • Cuando pierden velocidad y su organismo comienza a ser presa de temblores y su cerebro deja funcionar a causa de las drogas, se los abandona o se los mata.
  • Visita a las sociedades protectoras de tu ciudad y mira esta realidad, pregunta por los galgos y verás en qué estado se encuentran.
  • El galgo es una de las razas más nobles y compañeras, su carácter es amigable, por esto es fácil convertirlo en víctima de este comercio.
Noticias Relacionadas:

Sobre la venta de animales

Vendo niña barata en buen estado

Este artículo ha sido visto 2.729 veces, y le gusta a 32 personas.
Las vidas de los animales son baratas. A veces tan baratas como las de las personas en según qué paí­ses o qué situaciones. Tan baratas como más baratas que una cerveza, un café o una limosna. Compramos animales baratos y ello nos otorga superioridad.


Cuando era pequeño, y hasta bien entrada la juventud, paseaba a menudo por las Ramblas de Barcelona. La parte que más me gustaba era aquella donde los puestos vendí­an animales más o menos exóticos y podí­a una detenerse a contemplar, a una distancia irregular, los hermosos animales que jamás compré y que, de otro modo, no hubiera podido observar. Yo estaba en aquella edad en la cual descubrir era lo más importante, a costa de quien fuera.
Más tarde me gustó la parte de las flores, todo aquel colorido y variedad formal que ofrecí­a la diversidad botánica, me llamaba poderosamente la atención. Aunque después también razonara que matar para embellecer no podí­a tolerarlo bajo ningún concepto.
Pasaron los años, crecí­ en todos los aspectos y, de un modo natural, comencé a deleznar que ello pudiera estar en venta. Ya no veí­a aquellos puestos como pequeños almacenes de joyas, sino como reales penitenciarí­as abarrotadas de reos, cuyo único delito era ser inocentes (se conoce que la inocencia es punible y, si además eres débil, razonable). Con los años la sensatez -si la hubiera-, me fue dando a entender que viví­amos en una sociedad perversa y corrupta respecto a los animales no humanos -y, por supuesto, a los humanos-, si utilizábamos a nuestras hermanitas pequeñas para entretenernos. Ya no era cuestión de la supervivencia de un individuo que devora a otro, no, era la pura tortura, el entretenimiento de seres solitarios, o un abusivo concepto erróneo de piedad, la cual tendí­a a dilucidar que, al comprar un animal de esos que exhibí­an las comerciantes de tal avenida, lo liberábamos de su cárcel. Si, eso era cierto, pero también condenábamos a otro animalito a reemplazarle, porque lo único importante en aquel juego era la salud económica de las vendedoras, sin importar demasiado qué tipo de objeto vendieran. Pudiera ser jarrones, plantas, tortugas, tenedores, zapatos o, si su osadí­a y lectura de la ley se lo permití­an, droga, niñas, o conciencias. El negocio es el negocio.
Seguramente se me llamará radical por estos desproporcionados comentarios -la televisión impone su lenguaje de modo muy eficaz-, pero es que una no puede menos que lamentar el encierro asqueroso y apelmazado que hacen estos comercios, y otros distribuidos por la ciudad, el paí­s, y el planeta, con los animales. La tristeza de una existencia entre rejas desde el primer contacto con la luz hasta el último. También, claro, como ser económico que soy, adquiero conciencia de que sus vidas, además, son baratas. A veces tan baratas como las de las personas en según qué paí­ses o qué situaciones. Tan baratas como más baratas que una cerveza, un café o una limosna. Compramos animales baratos y ello nos otorga superioridad.
Lo barato nos emociona porque lo económico es el único camino para disfrutar de todo en la vida. Amén. Es por ello que proliferan las tiendas con objetos a precios ridí­culos, cuya calidad es baja y para cuya fabricación las esclavas se esmeran, amenazadas por el hambre.

Nuestra digestión bien merece el hambre ajena. Nuestra sonrisa y beneplácito bien merece el sufrimiento animal.
Ignoro a qué precio está la niña tailandesa, seguro que hay padres y madres en muchos paí­ses del mundo que venden a sus hijas baratas ( la niña china creo que tiene buena salida en el mercado ), no ya por el dinero a ganar sino por la satisfacción de no tener que mantenerlas, pero ese es otro tema dentro de la inmunda letrina humana. La maldad adquiere visos de costumbre; la brutalidad, repetida hasta el exceso, deviene tradición y ya sabemos que las costumbres y las tradiciones son lo más bonito de nuestra raza. Amén.
Hoy dí­a, la sola visión de un manojo de peces en una pecera del tamaño de un tiesto me causa honda tristeza. Pienso que el ser humano cambiará, por las buenas o por las legales, pero lo hará. Entretanto, como tierrorista que creo ser, apruebo incondicionalmente las acciones del FLA, y que salga el sol por Antequera.
Llevamos miles de años repitiendo lo mismo, palabras y promesas, acciones electorales, falsas democracias -si verdaderas existieran-, para alcanzar el í­nclito estadio civilizador que permite que mueran dos millones de hutus y tutsis mediante pistolas fabricadas en España, que se "ajusticie" a irakí­es por un apestoso barril de petróleo, o que se desforeste la Amazoní­a para publicar -también-, con esa celulosa extraí­da, folletos turí­sticos convidando a las habitantes del primer mundo a visitar Brasil... y su Amazoní­a.
Somos imbéciles hasta el fondo de la imbecilidad -si la hubiera-.
Amo la vida, y tal es el único axioma que se me aparenta válido. Amo la vida que no necesita matar y torturar para manifestarse, la que cumple con la potencia de nuestra capacidad intelectual, la que se esfuerza y construye sin mártires, la vida que vive consciente de las vidas que le entornan. El dolor es un camino, qué duda cabe, pero es el dolor propio el que más nos enseña, no el de los demás.
Del mismo modo que las corridas de toros se acabarán, creo que se acabará la venta legal de animales, pero sucede que, mientras escribo estas letras, millones de animales aguardan su turno en peceras, jaulitas, barracones, cárceles y demás atolladeros del mundo, esperando el dedo de la gourmet que señala a la langosta sacrificada en el restaurante ante la vista de su indirecta ejecutora; el dedo infantil que señala al hamster o al periquito y decreta "éste, mamá", ante la mirada tierna de la progénite, el dedo sabio del ganadero que selecciona el segundo toro de la corrida de la semana siguiente, el famoso dedo que escoge a la niña más tierna para extraerle su saludable hí­gado y salvar así­ la vida a una empresaria rota por la cirrosis. El dedo... el dedo... el dedo que aprieta el gatillo una vez más contra la naturaleza, contra la lógica del equilibrio y contra la raza humana.

Autor: Xavier Bayle

Sobre la venta de animales

Vendo niña barata en buen estado

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Las vidas de los animales son baratas. A veces tan baratas como las de las personas en según qué paí­ses o qué situaciones. Tan baratas como más baratas que una cerveza, un café o una limosna. Compramos animales baratos y ello nos otorga superioridad.


Cuando era pequeño, y hasta bien entrada la juventud, paseaba a menudo por las Ramblas de Barcelona. La parte que más me gustaba era aquella donde los puestos vendí­an animales más o menos exóticos y podí­a una detenerse a contemplar, a una distancia irregular, los hermosos animales que jamás compré y que, de otro modo, no hubiera podido observar. Yo estaba en aquella edad en la cual descubrir era lo más importante, a costa de quien fuera.
Más tarde me gustó la parte de las flores, todo aquel colorido y variedad formal que ofrecí­a la diversidad botánica, me llamaba poderosamente la atención. Aunque después también razonara que matar para embellecer no podí­a tolerarlo bajo ningún concepto.
Pasaron los años, crecí­ en todos los aspectos y, de un modo natural, comencé a deleznar que ello pudiera estar en venta. Ya no veí­a aquellos puestos como pequeños almacenes de joyas, sino como reales penitenciarí­as abarrotadas de reos, cuyo único delito era ser inocentes (se conoce que la inocencia es punible y, si además eres débil, razonable). Con los años la sensatez -si la hubiera-, me fue dando a entender que viví­amos en una sociedad perversa y corrupta respecto a los animales no humanos -y, por supuesto, a los humanos-, si utilizábamos a nuestras hermanitas pequeñas para entretenernos. Ya no era cuestión de la supervivencia de un individuo que devora a otro, no, era la pura tortura, el entretenimiento de seres solitarios, o un abusivo concepto erróneo de piedad, la cual tendí­a a dilucidar que, al comprar un animal de esos que exhibí­an las comerciantes de tal avenida, lo liberábamos de su cárcel. Si, eso era cierto, pero también condenábamos a otro animalito a reemplazarle, porque lo único importante en aquel juego era la salud económica de las vendedoras, sin importar demasiado qué tipo de objeto vendieran. Pudiera ser jarrones, plantas, tortugas, tenedores, zapatos o, si su osadí­a y lectura de la ley se lo permití­an, droga, niñas, o conciencias. El negocio es el negocio.
Seguramente se me llamará radical por estos desproporcionados comentarios -la televisión impone su lenguaje de modo muy eficaz-, pero es que una no puede menos que lamentar el encierro asqueroso y apelmazado que hacen estos comercios, y otros distribuidos por la ciudad, el paí­s, y el planeta, con los animales. La tristeza de una existencia entre rejas desde el primer contacto con la luz hasta el último. También, claro, como ser económico que soy, adquiero conciencia de que sus vidas, además, son baratas. A veces tan baratas como las de las personas en según qué paí­ses o qué situaciones. Tan baratas como más baratas que una cerveza, un café o una limosna. Compramos animales baratos y ello nos otorga superioridad.
Lo barato nos emociona porque lo económico es el único camino para disfrutar de todo en la vida. Amén. Es por ello que proliferan las tiendas con objetos a precios ridí­culos, cuya calidad es baja y para cuya fabricación las esclavas se esmeran, amenazadas por el hambre.

Nuestra digestión bien merece el hambre ajena. Nuestra sonrisa y beneplácito bien merece el sufrimiento animal.
Ignoro a qué precio está la niña tailandesa, seguro que hay padres y madres en muchos paí­ses del mundo que venden a sus hijas baratas ( la niña china creo que tiene buena salida en el mercado ), no ya por el dinero a ganar sino por la satisfacción de no tener que mantenerlas, pero ese es otro tema dentro de la inmunda letrina humana. La maldad adquiere visos de costumbre; la brutalidad, repetida hasta el exceso, deviene tradición y ya sabemos que las costumbres y las tradiciones son lo más bonito de nuestra raza. Amén.
Hoy dí­a, la sola visión de un manojo de peces en una pecera del tamaño de un tiesto me causa honda tristeza. Pienso que el ser humano cambiará, por las buenas o por las legales, pero lo hará. Entretanto, como tierrorista que creo ser, apruebo incondicionalmente las acciones del FLA, y que salga el sol por Antequera.
Llevamos miles de años repitiendo lo mismo, palabras y promesas, acciones electorales, falsas democracias -si verdaderas existieran-, para alcanzar el í­nclito estadio civilizador que permite que mueran dos millones de hutus y tutsis mediante pistolas fabricadas en España, que se "ajusticie" a irakí­es por un apestoso barril de petróleo, o que se desforeste la Amazoní­a para publicar -también-, con esa celulosa extraí­da, folletos turí­sticos convidando a las habitantes del primer mundo a visitar Brasil... y su Amazoní­a.
Somos imbéciles hasta el fondo de la imbecilidad -si la hubiera-.
Amo la vida, y tal es el único axioma que se me aparenta válido. Amo la vida que no necesita matar y torturar para manifestarse, la que cumple con la potencia de nuestra capacidad intelectual, la que se esfuerza y construye sin mártires, la vida que vive consciente de las vidas que le entornan. El dolor es un camino, qué duda cabe, pero es el dolor propio el que más nos enseña, no el de los demás.
Del mismo modo que las corridas de toros se acabarán, creo que se acabará la venta legal de animales, pero sucede que, mientras escribo estas letras, millones de animales aguardan su turno en peceras, jaulitas, barracones, cárceles y demás atolladeros del mundo, esperando el dedo de la gourmet que señala a la langosta sacrificada en el restaurante ante la vista de su indirecta ejecutora; el dedo infantil que señala al hamster o al periquito y decreta "éste, mamá", ante la mirada tierna de la progénite, el dedo sabio del ganadero que selecciona el segundo toro de la corrida de la semana siguiente, el famoso dedo que escoge a la niña más tierna para extraerle su saludable hí­gado y salvar así­ la vida a una empresaria rota por la cirrosis. El dedo... el dedo... el dedo que aprieta el gatillo una vez más contra la naturaleza, contra la lógica del equilibrio y contra la raza humana.

Autor: Xavier Bayle

Las carreras de galgos

Las carreras de galgos

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En Estados Unidos, las carreras de galgos mueven millones de dólares al año.
In Defense of Animals
Las carreras de galgos

Las carreras de galgos

El negocio de las carreras de galgos crí­a alrededor de 50.000 cachorros cada año. De estos animales, 15.000 se convertirán en corredores, el resto se utilizará como "stock" reproductivo, o simplemente se eliminará. Esta industria suele además, vender animales "no aptos para competir" a laboratorios, por lo que la crí­a de perros de carrera no sólo se convierte en una pieza fundamental del negocio de las apuestas, sino también en una fuente de animales para las crueles prácticas de vivisección.
Los animales destinados a competir, no sufren mucho menos que los demás. Varios cientos de conejos y otros animales pequeños mueren durante el entrenamiento de estos perros. Los entrenadores utilizan estos animales pequeños como carnada, para hacerlos correr y simular carreras. A los perros se les permite atrapar y destrozar a los animales utilizados como carnada.
Los perros que no son propensos a matar las carnadas, son encerrados en pequeñas jaulas en compañí­a de conejos. Los entrenadores entonces, privan a los animales de comida, haciéndolos que el hambre los lleve a comer a los conejos. De esta forma, los entrenadores van modificando el carácter no agresivo de muchos animales.
Algunos estados han establecido controles en el uso de animales vivos para el entrenamiento de perros de carrera. Los entrenadores de estos estados, utilizan entonces, métodos más "humanos" como dispositivos electrónicos que llaman la atención de los animales, y disparan la persecución. Sin embargo, muchos entrenadores se las ingenian para evitar estas leyes anti-crueldad. Transportan los perros fuera de estos estados, para entrenarlos con carnada viva, y luego regresan a competir o seguir con el tipo de entrenamiento permitido.
En muchos casos, los perros de carrera viven en pequeñas jaulas la mayor parte del tiempo. Sólo se les permite salir para hacer sus necesidades, entrenar o competir en carreras.

¿Qué se puede hacer?

  • No concurra a este tipo de carreras.
  • Escriba cartas a los representantes de los estados donde existe este deporte.
  • Ayude a difundir la información acerca de la crueldad detrás de las carreras de galgos.
Fuente: In Defense of Animals
Traducido por Facundo Moyano - http://www.uva.org.ar/carre.htm

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Las carreras de galgos

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En Estados Unidos, las carreras de galgos mueven millones de dólares al año.
In Defense of Animals
Las carreras de galgos

Las carreras de galgos

El negocio de las carreras de galgos crí­a alrededor de 50.000 cachorros cada año. De estos animales, 15.000 se convertirán en corredores, el resto se utilizará como "stock" reproductivo, o simplemente se eliminará. Esta industria suele además, vender animales "no aptos para competir" a laboratorios, por lo que la crí­a de perros de carrera no sólo se convierte en una pieza fundamental del negocio de las apuestas, sino también en una fuente de animales para las crueles prácticas de vivisección.
Los animales destinados a competir, no sufren mucho menos que los demás. Varios cientos de conejos y otros animales pequeños mueren durante el entrenamiento de estos perros. Los entrenadores utilizan estos animales pequeños como carnada, para hacerlos correr y simular carreras. A los perros se les permite atrapar y destrozar a los animales utilizados como carnada.
Los perros que no son propensos a matar las carnadas, son encerrados en pequeñas jaulas en compañí­a de conejos. Los entrenadores entonces, privan a los animales de comida, haciéndolos que el hambre los lleve a comer a los conejos. De esta forma, los entrenadores van modificando el carácter no agresivo de muchos animales.
Algunos estados han establecido controles en el uso de animales vivos para el entrenamiento de perros de carrera. Los entrenadores de estos estados, utilizan entonces, métodos más "humanos" como dispositivos electrónicos que llaman la atención de los animales, y disparan la persecución. Sin embargo, muchos entrenadores se las ingenian para evitar estas leyes anti-crueldad. Transportan los perros fuera de estos estados, para entrenarlos con carnada viva, y luego regresan a competir o seguir con el tipo de entrenamiento permitido.
En muchos casos, los perros de carrera viven en pequeñas jaulas la mayor parte del tiempo. Sólo se les permite salir para hacer sus necesidades, entrenar o competir en carreras.

¿Qué se puede hacer?

  • No concurra a este tipo de carreras.
  • Escriba cartas a los representantes de los estados donde existe este deporte.
  • Ayude a difundir la información acerca de la crueldad detrás de las carreras de galgos.
Fuente: In Defense of Animals
Traducido por Facundo Moyano - http://www.uva.org.ar/carre.htm

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Perra Vida

Perra Vida

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Pilar Herrera. Escritora y periodista colombiana
Hace semana y media encontré extraviada una perrita french. Me di cuenta de su situación porque venía arrastrando la lengua, cojeando y con la piel roja por la insolación. La tomé inmediatamente entre mis brazos y ella se dejó llevar sin resistencia. Desde entonces está conmigo. Me ha hecho más grata la vida en el Arca de los Sueños, que es como llamo a mi apartaestudio. Me la ha complicado también, por supuesto. Siempre solía almorzar y cenar donde me cogiera la hora. Despertarme sola y dormirme cuando me agarrara el sueño. Ahora debo madrugar para sacarla al parque y estar a medio día para hacerle el almuerzo. Lo mejor es que acabó con mi inexistente (de por sí) vida social, lo cual es perfecto. Así que bueno, donde come una comen dos, y ahí le vamos.
Mi amor por los animales me ha causado millones de problemas. Desde la incomprensión hasta la franca agresividad de personas de las que lo menos  que uno esperaría seria un mínimo de solidaridad.
De las actitudes más desagradables recuerdo especialmente la de una poeta barranquillera, quien con un evidente mohín de asco y rechazo me dijo mientras yo ayudaba a su marido a repartir poemas: "¿Por qué ayudas perros? ¿Tú prefieres los perros a los niños?". Podría haberle respondido que sí, que solo en Cartagena existen más de 200 ONG's que trabajan por los niños con dineros oficiales y privados (falta ver cuánto invierten en los niños y cuánto se roban), y que existe una sola entidad: Fundación Rescate de Animales Desamparados, de la cual hago parte, que no tiene un solo peso, que
trabaja con las uñas sangrantes y siempre al límite de las fuerzas.Podría haberle respondido que los niños tienen leyes de su lado, comisarías  de familia, juzgados y policías. Y que los animalitos no tienen ni un Dios que se ocupe de ellos. Porque ese Dios que nos enseñaron, fue tan negligente, o tan tonto, o tan criminal (¿No es que lo sabe todo?)  que le  entregó un paraíso entero a esta especie malvada de la que formamos parte.
Sí, siempre he pensado que la culpa de todo la tiene el antiguo testamento,  pues nos dio total impunidad para destruir a las demás especies sin cargos  de conciencia. "Sean fructíferos y háganse muchos y llenen la tierra y sojúzguenla, y tengan en sujeción los peces del mar y las criaturas volátiles de los cielos y toda criatura viviente que se mueve sobre la tierra" Génesis Cap. 1, ver 28.
Existe otra frase que me produce profundo terror: Génesis, Cap.1 ver. 26:  "Y Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza"... Si el hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios, o sea, si Dios es como nosotros ¿Qué esperanza cabe?.
Sukio Mahicari, corriente espiritual de origen japonés, sostiene que el  dolor que el hombre le ha causado a los animales, ha desatado una gigantesca energía de odio y rencor de ellos en respuesta. Los animales no tendrían un  alma individual como nosotros, sino colectiva, y ese espíritu o manitú animal está clamando venganza contra la especie humana. Muchas de las  enfermedades y tragedias naturales que aquejan al hombre en la actualidad serían causadas por esta energía.
Pues yo no sé cómo funciona el universo (ya me gustaría entender por lo menos y para empezar, los misterios de mi propio y terco corazón). Pero sé que los animales son mis hermanos. Que su dolor es mi dolor, que su suerte es mi responsabilidad. Aún cuando eso signifique soportar la burla, la maledicencia y la mirada de sospecha de quienes consideran que es preferible salvar niños a perros. Sobre todo cuando sabes que son esas personas precisamente, las que nunca han movido un dedo para ayudar a nadie. Que sus  obras benéficas no son más que una excusa para aparecer retratados en la página social. Que aunque se llaman cristianos y les sobra el dinero nunca invitarán a un niño de la calle, o a un simple ser necesitado a comer a su mesa. Ellos no se atrasarán jamás en la cuota del club social para con ese dinero darle educación y medicinas a los millones de desgraciados que han nacido no sé para qué (lo siento, no soy Dios para saberlo, pese a estar hecha a su imagen y semejanza).
Marguerite Yourcenar, autora de Memorias de Adriano y miembro de la Academia  Francesa de la Lengua, declaró en el libro Con Los Ojos Abiertos, extensa entrevista con el periodista Matthieu Galey: "Me digo con frecuencia que si no hubiéramos aceptado, durante milenios, ver indiferentes la agonía de los  animales asfixiándose en los vagones jaula, o quebrarse las patas, como les ocurre a tantas vacas o caballos, enviados enseguida al matadero en condiciones absolutamente inhumanas, nadie, ni siquiera los soldados encargados de escoltarlos, hubiera soportado la imagen de los vagones nazis atestados de gente que en número superior a los ocho millones, fueron enviados como corderitos a una muerte atroz. Si fuéramos capaces de escuchar y estremecernos ante los aullidos de los animales cazados en una trampa (siempre por sus pieles) y royéndose las patas para intentar escapar, se nos afinaría el oído para escuchar el dolor de nuestra propia especie".
"Me parece atroz tener que pensar cada año, hacia el fin del invierno, en el momento en que las focas paren en los bancos de hielo, que ese gran trabajo natural, se cumple en provecho de inmediatas masacres (como se sabe, los bebés son desollados vivos ante la impotencia aterrada de sus madres). ”No puedo alimentar a las tórtolas en mi bosque sin dejar de pensar que sesenta millones de ellas caerán este otoño por los disparos de los cazadores por diversion. Se debe limitar la "proliferación de las especies", como dice la gente que nunca piensa en limitar la propia.
"Además, está siempre ese aspecto tan conmovedor para mí, del animal que no posee nada, salvo su propia vida, que con tanta frecuencia le arrebatamos por simple diversión. Está esa inmensa libertad del animal, viviendo sin más, su realidad de ser, sin todo lo falso que los humanos le agregamos a la vida. Es por eso que el sufrimiento de los animales me conmueve hasta tal punto, al igual que el sufrimiento de los niños: veo el horror de arrastrar en nuestra locura a seres que son totalmente inocentes. Cuando tenemos momentos difíciles, podemos decirnos que contamos con nuestra inteligencia para salir del paso, y hasta cierto punto, que somos responsables de lo que nos ocurre, pero responder con brutalidad a la total inocencia del niño o del animal, que no comprende lo que le ocurre, es siempre un crimen odioso".

Una persona que no ama los animales, que los rechaza, no merece la menor confianza, no puede hacer parte de mi vida. Pero al final no se está solo, siempre aparece un ángel, una mano tendida. Como el hombre desconocido que me ayudó una noche a cargar una perrita que encontré atropellada más de 30 cuadras hasta la Fundacion Rescate donde me la recibieron gratis. Aquel regala una cobija o una medicina, este otro permite que el animalito se quede en su patio protegido y calientito, mientras se recupera de las heridas. En la fundación hemos perdido muchas criaturas por falta de recursos, otras se han salvado gracias a  este tipo de ayuda.
En cuanto a Bebé Sofia (la french que encontré hace semana y media) el veterinario  me ha dicho que tiene cáncer. Presenta un aspecto saludable, ánimo y apetito; pero una serie de protuberancias en su cuerpo le dieron al médico la clave para descubrirlo. Me debato ahora entre ponerla a dormir y ahorrarle el sufrimiento, o darle un compás de espera a la vida. O esperar un milagro de ese buen Dios que me la trajo, de ese que me mira profundamente desde sus hermosos y esperanzados ojos y que nada tiene que  ver (lo sé muy bien) con la Biblia, el Corán o el Bagavat Gita.
No, no sé como funciona el universo, tampoco entiendo la dureza y  fatuidad de ciertos corazones. Sé que el Dios que me enseñaron (que me impusieron) en la escuela y en la casa,  es una construcción político antropológica  diseñada para sojuzgar las masas bajo la amenaza del infierno. Pienso sin embargo, que aunque ese Dios no exista, aunque no seremos condenados ni salvados, es preciso aprender (intentar al menos) a hacer lo correcto.

Perra Vida

Perra Vida

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Pilar Herrera. Escritora y periodista colombiana
Hace semana y media encontré extraviada una perrita french. Me di cuenta de su situación porque venía arrastrando la lengua, cojeando y con la piel roja por la insolación. La tomé inmediatamente entre mis brazos y ella se dejó llevar sin resistencia. Desde entonces está conmigo. Me ha hecho más grata la vida en el Arca de los Sueños, que es como llamo a mi apartaestudio. Me la ha complicado también, por supuesto. Siempre solía almorzar y cenar donde me cogiera la hora. Despertarme sola y dormirme cuando me agarrara el sueño. Ahora debo madrugar para sacarla al parque y estar a medio día para hacerle el almuerzo. Lo mejor es que acabó con mi inexistente (de por sí) vida social, lo cual es perfecto. Así que bueno, donde come una comen dos, y ahí le vamos.
Mi amor por los animales me ha causado millones de problemas. Desde la incomprensión hasta la franca agresividad de personas de las que lo menos  que uno esperaría seria un mínimo de solidaridad.
De las actitudes más desagradables recuerdo especialmente la de una poeta barranquillera, quien con un evidente mohín de asco y rechazo me dijo mientras yo ayudaba a su marido a repartir poemas: "¿Por qué ayudas perros? ¿Tú prefieres los perros a los niños?". Podría haberle respondido que sí, que solo en Cartagena existen más de 200 ONG's que trabajan por los niños con dineros oficiales y privados (falta ver cuánto invierten en los niños y cuánto se roban), y que existe una sola entidad: Fundación Rescate de Animales Desamparados, de la cual hago parte, que no tiene un solo peso, que
trabaja con las uñas sangrantes y siempre al límite de las fuerzas.Podría haberle respondido que los niños tienen leyes de su lado, comisarías  de familia, juzgados y policías. Y que los animalitos no tienen ni un Dios que se ocupe de ellos. Porque ese Dios que nos enseñaron, fue tan negligente, o tan tonto, o tan criminal (¿No es que lo sabe todo?)  que le  entregó un paraíso entero a esta especie malvada de la que formamos parte.
Sí, siempre he pensado que la culpa de todo la tiene el antiguo testamento,  pues nos dio total impunidad para destruir a las demás especies sin cargos  de conciencia. "Sean fructíferos y háganse muchos y llenen la tierra y sojúzguenla, y tengan en sujeción los peces del mar y las criaturas volátiles de los cielos y toda criatura viviente que se mueve sobre la tierra" Génesis Cap. 1, ver 28.
Existe otra frase que me produce profundo terror: Génesis, Cap.1 ver. 26:  "Y Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza"... Si el hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios, o sea, si Dios es como nosotros ¿Qué esperanza cabe?.
Sukio Mahicari, corriente espiritual de origen japonés, sostiene que el  dolor que el hombre le ha causado a los animales, ha desatado una gigantesca energía de odio y rencor de ellos en respuesta. Los animales no tendrían un  alma individual como nosotros, sino colectiva, y ese espíritu o manitú animal está clamando venganza contra la especie humana. Muchas de las  enfermedades y tragedias naturales que aquejan al hombre en la actualidad serían causadas por esta energía.
Pues yo no sé cómo funciona el universo (ya me gustaría entender por lo menos y para empezar, los misterios de mi propio y terco corazón). Pero sé que los animales son mis hermanos. Que su dolor es mi dolor, que su suerte es mi responsabilidad. Aún cuando eso signifique soportar la burla, la maledicencia y la mirada de sospecha de quienes consideran que es preferible salvar niños a perros. Sobre todo cuando sabes que son esas personas precisamente, las que nunca han movido un dedo para ayudar a nadie. Que sus  obras benéficas no son más que una excusa para aparecer retratados en la página social. Que aunque se llaman cristianos y les sobra el dinero nunca invitarán a un niño de la calle, o a un simple ser necesitado a comer a su mesa. Ellos no se atrasarán jamás en la cuota del club social para con ese dinero darle educación y medicinas a los millones de desgraciados que han nacido no sé para qué (lo siento, no soy Dios para saberlo, pese a estar hecha a su imagen y semejanza).
Marguerite Yourcenar, autora de Memorias de Adriano y miembro de la Academia  Francesa de la Lengua, declaró en el libro Con Los Ojos Abiertos, extensa entrevista con el periodista Matthieu Galey: "Me digo con frecuencia que si no hubiéramos aceptado, durante milenios, ver indiferentes la agonía de los  animales asfixiándose en los vagones jaula, o quebrarse las patas, como les ocurre a tantas vacas o caballos, enviados enseguida al matadero en condiciones absolutamente inhumanas, nadie, ni siquiera los soldados encargados de escoltarlos, hubiera soportado la imagen de los vagones nazis atestados de gente que en número superior a los ocho millones, fueron enviados como corderitos a una muerte atroz. Si fuéramos capaces de escuchar y estremecernos ante los aullidos de los animales cazados en una trampa (siempre por sus pieles) y royéndose las patas para intentar escapar, se nos afinaría el oído para escuchar el dolor de nuestra propia especie".
"Me parece atroz tener que pensar cada año, hacia el fin del invierno, en el momento en que las focas paren en los bancos de hielo, que ese gran trabajo natural, se cumple en provecho de inmediatas masacres (como se sabe, los bebés son desollados vivos ante la impotencia aterrada de sus madres). ”No puedo alimentar a las tórtolas en mi bosque sin dejar de pensar que sesenta millones de ellas caerán este otoño por los disparos de los cazadores por diversion. Se debe limitar la "proliferación de las especies", como dice la gente que nunca piensa en limitar la propia.
"Además, está siempre ese aspecto tan conmovedor para mí, del animal que no posee nada, salvo su propia vida, que con tanta frecuencia le arrebatamos por simple diversión. Está esa inmensa libertad del animal, viviendo sin más, su realidad de ser, sin todo lo falso que los humanos le agregamos a la vida. Es por eso que el sufrimiento de los animales me conmueve hasta tal punto, al igual que el sufrimiento de los niños: veo el horror de arrastrar en nuestra locura a seres que son totalmente inocentes. Cuando tenemos momentos difíciles, podemos decirnos que contamos con nuestra inteligencia para salir del paso, y hasta cierto punto, que somos responsables de lo que nos ocurre, pero responder con brutalidad a la total inocencia del niño o del animal, que no comprende lo que le ocurre, es siempre un crimen odioso".

Una persona que no ama los animales, que los rechaza, no merece la menor confianza, no puede hacer parte de mi vida. Pero al final no se está solo, siempre aparece un ángel, una mano tendida. Como el hombre desconocido que me ayudó una noche a cargar una perrita que encontré atropellada más de 30 cuadras hasta la Fundacion Rescate donde me la recibieron gratis. Aquel regala una cobija o una medicina, este otro permite que el animalito se quede en su patio protegido y calientito, mientras se recupera de las heridas. En la fundación hemos perdido muchas criaturas por falta de recursos, otras se han salvado gracias a  este tipo de ayuda.
En cuanto a Bebé Sofia (la french que encontré hace semana y media) el veterinario  me ha dicho que tiene cáncer. Presenta un aspecto saludable, ánimo y apetito; pero una serie de protuberancias en su cuerpo le dieron al médico la clave para descubrirlo. Me debato ahora entre ponerla a dormir y ahorrarle el sufrimiento, o darle un compás de espera a la vida. O esperar un milagro de ese buen Dios que me la trajo, de ese que me mira profundamente desde sus hermosos y esperanzados ojos y que nada tiene que  ver (lo sé muy bien) con la Biblia, el Corán o el Bagavat Gita.
No, no sé como funciona el universo, tampoco entiendo la dureza y  fatuidad de ciertos corazones. Sé que el Dios que me enseñaron (que me impusieron) en la escuela y en la casa,  es una construcción político antropológica  diseñada para sojuzgar las masas bajo la amenaza del infierno. Pienso sin embargo, que aunque ese Dios no exista, aunque no seremos condenados ni salvados, es preciso aprender (intentar al menos) a hacer lo correcto.

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