En nuestra vida terrenal, es difícil recordar que somos almas y no simples cuerpos físicos. Constantemente nos distraen las ilusiones y desilusiones de este mundo. Nos enseñan que el dinero, el poder, y el prestigio y las posesiones materiales son de suma importancia y a veces incluso el motor de nuestras vidas.
Nos enseñan que para ser felices tenemos que lograr que los demás nos aprecien y nos respeten. Estar solo, nos dicen, es ser desgraciado. En realidad somos seres inmortales que nunca se separan energéticamente de los que aman.
Tenemos almas gemelas y familias espirituales que son eternas.
Los espíritus guardianes nos guían y nos aman siempre. Nunca estamos solos. Al morir no nos llevamos las "cosas" que poseemos. Nos llevamos nuestros actos y nuestras obras, los frutos de la sabiduría de nuestro corazón. Cuando despertamos a la idea de que todos somos seres espirituales, cambian nuestros valores.
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