Al cabo de siete semanas, Ess decidió llamar a ambos, pero ninguno de ellos respondió a la llamada. Por fin, después de siete intentos, el director del hospital se puso al teléfono. Durante muchos años, este hombre había elogiado a Ess por sus investigaciones y, aparentemente, se había mostrado muy entusiasmado con sus resultados. Ahora parecía haber cambiado de opinión. Era evidente que sabía exactamente lo que Ess pretendía y su respuesta fue que el máximo responsable del departamento de cardiología no estaba de acuerdo con su oferta. En otras palabras, escurrió el bulto. Si el director del hospital lo hubiera querido, la propuesta habría salido adelante, independientemente de lo que pensara el jefe del departamento de cardiología. Por tanto, Ess decidió hablar con él y por fin consiguió que respondiera a sus llamadas. El hombre se mostró brusco y desagradable, y dejó muy claro que no tenía ningún interés en la propuesta.
Desde entonces, Ess no ha vuelto a hablar con ninguno de estos médicos, aunque todavía tiene la esperanza de que cambien su forma de pensar a medida que un mayor número de investigaciones respalden sus afirmaciones. Paralelamente, hoy en día muchas de las personas que trabajan en la clínica siguen estando muy interesadas en el trabajo de Ess. La mayoría de ellas desearían que su régimen alimentario se utilizara más, pero los que ostentan el poder nunca lo permitirán. Dichas personas, al igual que Ess, se sienten frustradas porque el programa actual de cardiología preventiva es desastroso:
—Los pacientes siguen comiendo carne y consumiendo productos lácteos. Ni siquiera se plantean reducir sus niveles de colesterol. Todo es muy impreciso. La cardiología preventiva se enorgullece cuando los médicos son capaces de demorar la progresión de la enfermedad. ¡No estamos hablando de cáncer, por el amor de Dios!
—He tratado a varios miembros del personal directivo de la clínica, que sufrían enfermedades coronarias, incluidos los principales médicos de la institución y también varios de los miembros experimentados del consejo de administración. Uno de ellos conoce las frustraciones que hemos sufrido por haber pretendido introducir este programa dietético en la clínica y dice: “Creo que si se conociera que en la clínica
Cleveland existe un tratamiento que detiene e, incluso, revierte esta enfermedad, que dicho tratamiento ha sido utilizado por los miembros más importantes del equipo médico y que ha curado a miembros del consejo de administración y, a pesar de ello, no ha sido autorizado para tratar al público en general, no nos libraríamos de una demanda judicial”.
Por el momento Ess mantendrá las sesiones de asesoramiento en su propia casa con la ayuda de su mujer, porque la institución a la que entregó gran parte de su vida no desea adoptar un enfoque basado en la dieta que compita con su protocolo habitual de píldoras y procedimientos. El verano pasado Ess invirtió más tiempo del habitual produciendo heno en su granja situada al norte de Nueva York. Por mucho que le guste llevar una vida más relajada, también estaría encantado de seguir colaborando en la recuperación de los pacientes con la ayuda de la clínica Cleveland. Sin embargo, no se lo permitirán. En lo que a mí respecta, esto es absolutamente vergonzoso. Nosotros, el público, acudimos a los médicos y hospitales en épocas de gran necesidad. Es moralmente inexcusable que nos ofrezcan cuidados sanitarios de una calidad inferior a la que podrían brindarnos, que no protejan nuestra salud, que no curen nuestras enfermedades y que los tratamientos nos cuesten decenas de miles de dólares. Ess resume la situación del siguiente modo:
—En la actualidad, la clínica inyecta células madre con el propósito de desarrollar nuevos vasos sanguíneos para el corazón. ¿No sería más fácil detener la enfermedad? Es terrible, ¿verdad? ¡Resulta absolutamente increíble que recibamos consejos de salud de personas que se niegan a creer en lo obvio!
Después de que el éxito obtenido por curar a los pacientes con un enfoque basado en la nutrición haya generado grandes titulares, tanto a Esselstyn como a McDougall se les ha prohibido volver a formar parte de la medicina oficial.
Podemos enfocar el asunto en términos de dinero –de acuerdo con John y Ess, el 80% de los ingresos del hospital Santa Elena y el 65% de los de la clínica Cleveland proceden de los tratamientos tradicionales para las enfermedades coronarias y de las intervenciones quirúrgicas, pero se trata de algo más. El hecho de que sean los pacientes quienes asuman el control de su enfermedad, y no los médicos, puede representar una amenaza intelectual para estos últimos. También puede resultar peligroso que algo tan simple como los alimentos sea más poderoso que todos los conocimientos sobre píldoras y procedimientos de alta tecnología. Y además cabe mencionar la pésima enseñanza en el ámbito de la nutrición que imparten las facultades de medicina y la influencia de la industria farmacéutica. Sea lo que sea, ha quedado claro que la industria médica de este país no protege nuestra salud como debería. McDougall extiende los brazos con las palmas hacia arriba, hace estiramientos para relajar los hombros y se limita a decir:
Dr. Colin Campbell
Crea la Paz dentro de tí, y la Paz llegará a tí, te rodeará y pacificará tu mundo. Crea la Luz dentro de tí y la Luz te envolverá y envolverá tu mundo. Se feliz y la felicidad te acompañará a ti y a quienes contactes"
Marianela Garcet
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