PARTE IV
La enfermedad y la muerte son condiciones esencialmente inherentes a la sustancia, y así como el hombre se identificó con el aspecto forma, así también será condicionado por la Ley de Disolución. Esta ley, fundamental y natural, rige la vida de la forma en todos los reinos de la naturaleza. (17-368)
(1) La liberación del alma, por medio de la enfermedad y la muerte, no es necesariamente un acontecimiento desgraciado. Es esencial que se adopte una nueva y mejor actitud hacia el fenómeno de la muerte, lo cual es posible y está cercana. Sobre esto no es necesario que me extienda, pero trato de darles una nueva perspectiva del tema de las enfermedades y la muerte. (17-259)
(3) La enfermedad puede constituir una muerte gradual y lenta y así liberar al alma. Entonces no será posible la curación, no obstante son necesarias medidas paliativas y sedativas y ciertamente deberán ser aplicadas. La duración de la vida puede prolongarse, pero no es posible una curación permanente y definitiva. Esto no lo comprende el curador mental común. Convierten a la muerte en algo horrible cuando en realidad es una amiga benevolente.
La enfermedad puede ser el súbito y final llamado para que el cuerpo renuncie al alma y la libere para otro servicio.
En estos casos debe hacerse todo lo posible desde el punto de vista de la moderna ciencia médica y quirúrgica y de sus ciencias afines, tan numerosas hoy. También puede realizarse mucho desde el ángulo de la curación mental y espiritual, con la ayuda de la ciencia de la sicología. Algún día habrá mayor colaboración y una sintetización de sus esfuerzos entre estos distintos campos. (17.40/1)
1. Accidentes, que pueden ser causados por negligencia personal, acontecimientos grupales, descuidos de otras personas, refriegas callejeras como en los casos de huelgas y por la guerra. También pueden ser producidos por un animal o víbora, envenenamiento accidental y muchas otras causas.
2. Infecciones que llegan al hombre externamente y no como resultado de su propia y peculiar condición sanguínea, constituyendo las diversas enfermedades infecciosas y contagiosas y las epidemias prevalecientes. El hombre puede contraerlas en el cumplimiento del deber, por sus contactos diarios o por la amplia propagación de la enfermedad en su ambiente.
3. Enfermedades debidas a la desnutrición, especialmente en los niños. Este estado de desnutrición predispone al cuerpo a la enfermedad, aminora la resistencia y la vitalidad y contrarresta "el poder luchador" del hombre, conduciéndolo a la muerte prematura.
4. Herencia. Existe como bien se sabe ciertos tipos de debilidad hereditaria que predispone a la persona a contraer ciertas dolencias y llevan a la consecuente muerte o producen esas condiciones que conducen a un constante debilitamiento del aferramiento a la vida; también existen esas tendencias que constituyen una especie de apetito peligroso y producen hábitos indeseables, relajamiento de la moral, y son un peligro para la voluntad del individuo, inhibiéndolo en su lucha contra tales predisposiciones, sucumbe a ellas y paga con la enfermedad y la muerte el precio de tales hábitos. (17-23/4)
Djwhal Khul
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