Sobre Mí

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Desde el año 2002 me dedico a la temática espiritual y a escribir sobre estos temas y también de autoayuda y superación personal. He publicado hasta el momento 9 libros: Camino Hacia la Luz, I- Cuentos de Cristal Los Ángeles te hablan: Escúchalos I Los Ángeles te hablan: Escúchalos II Vidas Pasadas- Tiempo Presente Mauricio Macri, El Elegido Cristal-Índigos, la Esencia del Cambio Reiki, Amor y Luz Ángeles en tu vida Mi vida está dedicada desde el año 2002 a temas como la Numerología, la Reencarnación el contacto con los Ángeles, habiendo plasmado mucho de estas prácticas y conocimientos en los libros publicados. Paralelamente y durante todos estos años he estado también escribiendo, corrigiendo libros y traduciendo, (actualmente estoy abocada a la traducción de uno de mis libros al francés) Tengo mi página totalmente traducida al francés, la cual pueden ver en: marianel.unblog.fr Soy Investigadora y estudiosa de la Reencarnación y a raíz de ello he creado el estudio de Vidas Pasadas sin regresión®. También la numerología ha marcado los inicios de mi carrera profesional y he creado el Estudio Numerológico que realizo desde el año 1995

LAZOS DE AMOR – BRIAN WEISS 3

VIDA ANTES DE LA VIDA




LAZOS DE AMOR – BRIAN WEISS
cap- III
 3
¡Hace tanto tiempo! Y todavía sigo sien­do la misma Margaret. Lo único que envejecen son nuestras vidas. Donde estamos, los siglos sólo son como segundos, y después de vivir mil vidas, nuestros ojos empiezan a abrirse.
EUGENE O'NEILL
Antes de iniciar el tratamiento de Catherine, nunca había oído hablar de la terapia de regre­sión a vidas pasadas. En la época en que yo estu­diaba, el programa de enseñanza no incluía esta materia, ni en la Facultad de Medicina de Yale ni en ninguna otra. Todavía recuerdo perfectamen­te la primera vez que apliqué este método. Había indicado a Catherine que retrocediera en el tiem­po con el objetivo de descubrir traumas de la infancia que tenía reprimidos ti olvidados, y que yo pensaba que eran los responsables de su an­siedad y su depresión.
Ella había llegado a un estado de hipnosis profunda que yo le había provocado hablándo­le con voz suave y relajante. Muy concentrada, atendía a mis instrucciones.
En la primera sesión de terapia realizada una semana antes habíamos practicado la hipnosis por primera vez. Catherine había recordado al­gunos traumas de su infancia con bastante deta­lle y emoción. Normalmente, en la terapia de re­gresión, si los traumas olvidados que se evocan van acompañados de emociones, un proceso que recibe el nombre de «catarsis», el paciente em­pieza a mejorar. Pero los síntomas de Catherine seguían siendo graves y supuse que lo mejor era que continuara recordando episodios de su ni­ñez aún más reprimidos. De esta manera podría mejorar.
Conseguí que se trasladara a la edad de dos años, pero no fue capaz de recordar nada significativo.
-Regresa al punto en donde tus síntomas empiezan a manifestarse -le ordené claramente y con firmeza.
Me quedé atónito al oír su respuesta.
-Veo unas escaleras de peldaños blancos que conducen a un edificio, un edificio blanco con columnas, abierto. N o hay puerta de entrada. Llevo un vestido largo... y un saco de tela tosca. Tengo el pelo rubio y largo, y lo llevo trenzado.
Era una mujer joven llamada Aronda que vi­vió hace unos cuatro mil años. Murió inespera­damente en una inundación o un maremoto que arrasó su pueblo.
-Unas olas enormes arrancan los árboles. N o hay escape posible. Hace frío, el agua está helada. Tengo que salvar a mi bebé, pero no pue­do... sólo puedo apretado bien fuerte entre mis brazos. Me ahogo; el agua me asfixia. No pue­do respirar, no puedo tragar... agua salada. Me arrancan a mi hija de las manos.
Durante este trágico y emotivo recuerdo, Catherine jadeaba y tenía dificultad para respi­rar. De repente, su cuerpo se relajó por completo y empezó a respirar profunda y regularmente.
-Veo nubes... Mi hija está conmigo. Y tam­bién otras personas de mi pueblo. Veo a mi her­mano.
Estaba descansando. Aquella vida había ter­minado. Aunque ni ella ni yo creíamos en otras vidas, acabábamos de vivir intensamente una ex­periencia ancestral.
De un modo increíble, el miedo al ahogo y a la asfixia prácticamente desapareció de la vida de Catherine después de aquella sesión. Yo sabía que la fantasía y la imaginación no podían curar aquellos síntomas crónicos, tan profundamente arraigados. Pero la memori4 catártica sí.
A medida que pasaban las semanas, Catherine iba recordando más vidas anteriores. Sus sínto­mas desaparecieron. Se curó sin la ayuda de me­dicamentos. Juntos descubrimos el poder curati­vo de la terapia de regresión.
Debido a mi escepticismo y a mi rigurosa for­mación científica, me costó mucho aceptar la existencia de vidas pasadas. Dos factores aca­baron minando mi escepticismo: uno rápido y I muy emotivo, y otro gradual e intelectual. En una de las sesiones, Catherine acababa de I recordar que en una vida anterior había muerto víctima de una epidemia que había asolado la re­gión. Cuando todavía se hallaba en profundo es­tado de trance, consciente de que flotaba por en­cima de su cuerpo, fue atraída hacia un hermoso rayo de luz. Empezó a hablar:
-Me dicen que hay muchos dioses, porque Dios está en cada uno de nosotros.
Entonces empezó a revelarme detalles muy íntimos sobre la vida y la muerte de mi padre y de mi hijo pequeño. Ambos habían muerto años atrás, muy lejos de Miami. Catherine, que era ayudante de laboratorio del Mount Sinai Hospi­tal, no sabía absolutamente nada de ellos. Nadie podía haberle proporcionado todos aquellos da­tos. En ningún lugar podía haber conseguido to­da aquella información. La precisión de sus deta­lles fue impresionante.
Yo estaba sobresaltado y me estremecía a me­dida que ella iba revelando aquellas ocultas, se­cretas verdades.
-¿Quién está contigo? ¿Quién te está expli­cando todo esto? -le pregunté.
-Los Maestros -susurró-, me hablan los Espíritus Maestros. Me cuentan que he vivido ochenta y seis veces en un cuerpo físico.
En el transcurso de las sesiones restantes, Catherine transmitió muchos más mensajes que procedían de estos Maestros, unos mensajes her­mosos sobre la vida y la muerte, sobre cuestio­nes espirituales y sobre el cometido de nuestra vida en la tierra. ,
Mis ojos empezaban a abrirse al tiempo que mi escepticismo era cada vez menor.
Recuerdo que pensaba: «Puesto que Catherine no se equivoca respecto a mi padre y mi hijo, ¿po­dría entonces averiguar algo sobre las vidas pasa­das, la reencarnación y la inmortalidad del alma?»Creía que sí.
Los Maestros también hablaban de las vidas anteriores.

Elegimos el momento en que entramos en nuestro estado físico y el momento en que lo abandonamos. Sabemos cuándo hemos cum­plido la tarea que se nos encomendó realizar aquí en la tierra. Sabemos cuándo se nos aca­ba el tiempo y entonces aceptamos nuestra muerte. Pues sabemos qué esta vida que he­mos vivido ya no da más de sí. Cuando llegue el momento, cuando hayamos disfrutado del tiempo necesario para descansar y alimentar de energía nuestra alma, se nos permitirá es­coger nuestro regreso al estado físico. Aque­llos que dudan, que no están seguros de que­rer regresar aquí, es probable que pierdan la oportunidad que se les ha brindado, la opor­tunidad de cumplir con su deber cuando se hallan en estado físico.
Desde que viví esta experiencia con Catheri­ne, he sometido a la terapia de regresión a más de mil pacientes. Pocos, muy pocos, alcanzaron el nivel de los Maestros. Sin embargo, he observa­do una sorprendente mejoría clínica en la mayo­ría de estas personas. He visto cómo los pacien­tes recuerdan un nombre durante la evocación de una vida anterior reciente y después he en­contrado documentos que verifican la existencia de esa persona en el pasado, confirmando los de­talles de la rememoración. Algunos pacientes in­cluso han encontrado sus propias tumbas de vi­das anteriores.
Varios de mis pacientes han pronunciado al­gunas palabras en idiomas que nunca han apren­dido o incluso oído en su vida actual. También he examinado a algunos niños que hablan len­guas extranjeras que no han aprendido con ante­rioridad. A esta capacidad se la denomina «xeno­glosia» .
He leído artículos de otros científicos que trabajan con la terapia de regresión y que han llegado a conclusiones muy similares a las mías.
Tal como describo con detalle en mi segundo libro, A través del tiempo, este método es muy útil para pacientes de distintas patologías, espe­cialmente para aquellos que sufren trastornos emocionales y psicosomáticos.
La terapia de regresión es también muy prác­tica cuando se trata de identificar y eliminar los hábitos negativos recurrentes en un paciente, co­mo por ejemplo la drogadicción, el alcoholismo y los problemas en las relaciones.
Muchos de mis pacientes evocan hábitos, trau­mas y relaciones desequilibradas que no sólo se manifestaron en sus vidas pasadas, sino que si­guen apareciendo en su vida actual.
Pondré como ejemplo el caso de una paciente que al regresar a una de sus vidas anteriores re­cordó que tenía un marido agresivo y violento que ha aparecido de nuevo en el presente encar­nado en su padre. Una pareja muy conflictiva descubrió que se habían matado mutuamente en cuatro de sus vidas pasadas. Las historias y las pautas son interminables.
Cuando se ha identificado la pauta que se re­pite constantemente y se entienden los motivos de su manifestación, entonces puede romperse. No tiene sentido seguir sufriendo.
No es obligatorio que el terapeuta y el pa­ciente crean en la existencia de vidas anteriores para que la técnica y el proceso de la terapia de regresión funcionen. Pero si se intenta, es fre­cuente que se obtenga una mejoría.
Casi siempre se produce un crecimiento espi­ritual.
En una ocasión sometí a la terapia de regre­sión a un suramericano que recordaba haberse pasado una vida entera atormentado por los re­mordimientos, tras haber formado parte del equipo que colaboró en la elaboración y más tar­de en el lanzamiento de la bomba atómica en Hi­roshima con el objetivo de poner fin a la Segun­da Guerra Mundial. Actualmente es radiólogo en un importante hospital y utiliza la radiación y los avances tecnológicos para salvar vidas en lu­gar de exterminadas. En su vida actual este hom­bre es un ser sensible, bondadoso y solidario.
Éste es un ejemplo de cómo puede evolucio­nar el alma y transformarse aunque haya pasado por vidas deleznables. Lo más importante es aprender, no juzgarse. Él aprendió lecciones de su vida durante la Segunda Guerra Mundial y ha aplicado sus conocimientos y habilidades para ayudar a otras almas en su vida actual. El senti­miento de culpabilidad que sintió en su vida an­terior no es importante. Lo que cuenta es apren­der del pasado, y no seguir pensando en ello y sintiéndose culpable.
Según una encuesta de USA Today/CNN/ Gallup realizada el 18 de diciembre de 1994, la creencia en la reencarnación está aumentando en Estados U nidos, un país que no se caracteriza por ir a la zaga en estos fenómenos. El porcentaje de estadounidenses adultos que cree en la reencarna­ción es del 27 %, cuando en 1990 era del 21 %.
Pero todavía hay más. El porcentaje de los que creen que puede establecerse contacto con los muertos ha aumentado del 18 % en 1990 al .28 % en diciembre de 1994. El 90 % cree en la existencia del cielo y el 79 % en los milagros. Hasta me parece oír a los espíritus aplaudiendo.

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Sobre Kwan Yin

En la teología Budhista Kwan Yin es a veces presentada como el capitan de el "Barco de la Salvación", guiando almas al Paraiso del Oeste de Amitabha, o la Tierra Pura, la tierra de bendición donde las almas pueden renacer para continuar recibiendo instrucción hasta llegar a la iluminación y la perfección.
El viaje se representa a menudo en grabados de madera, mostrando botes llenos de seguidores de Amitabha bajo la capitanía de Kwan Yin," la compasiva salvadora del este".

Amitabha, una amada figura a los ojos de los Budhistas que desean renacer en el Paraiso del Oeste y obtener la libertad de la rueda de renacimientos, es tenido, en el sentido místico o espiritual como el padre de Kwan Yin. Algunas leyendas de la Escuela Mahayana narran que Avalokitesvara era "nacido" de un rayo de luz blanca que Amitabha emitió de su ojo derecho cuando estaba en éxtasis.
Por eso Avalokitesvara (Kwan Yin), es apreciada como el "reflejo" de Amitabha - una emanación ulterior de la encarnación de "mahakaruna", (la gran compasión), la cualidad que Amitabha encarna en su más alto sentido.

Muchas figuras de Kwan Yin, se pueden identificar por la presencia de una pequeña imagen de Amitabha en su corona. Se considera que la misericordiosa redentora Kwan yin, expresa la compasión de Amitabha de un modo directo y personal y las oraciones a ella son respondidas más rapidamente . Como dicen sus devotos, "oraciones en mil lugares, reciben respuesta en mil lugares".
Esto que puede parecer una contradicción, no es tal dentro de la visión Buddhista, ya que un bodhisattva no es masculino ni femenino (en este aspecto, algo similar a los ángeles del cristianismo), y puede manifestarse tanto como hombre que como mujer, niño, niña, animal, etc., dependiendo del ser al que quieren socorrer .

Como dice el Sutra del Loto sobre Kwan Yin: "recurre a varios recursos o medios, viajes por el mundo, llevando los seres a la salvación. Apareciendo frecuentemente en el cielo o sobre las olas, para salvar a los que la llaman en situaciones de peligro, o al lado de personas enfermas, sobre las que rocía unas gotas de su agua y ¡curación milagrosa!

En muchas imágenes, se la representa llevando las perlas de la iluminación; o la Cintamani: La Joya que colma todos los deseos. También aparece a menudo portando una corriente de agua sanadora, el "Agua de la Vida", que derrama de un pequeño envase.

Con esa agua, los devotos y todas las cosas vivientes, son bendecidas con paz física y espiritual. Cuando se la representa llevando una gavilla de arroz maduro o una taza con granos de arroz, es como simbolo de su capacidad de generar fertilidad y sustento.

Las representaciones de Kwan Yin, a menudo van vinculadas a las del Dragón, poderoso símbolo de espiritualidad, sabiduría, fuerza y poderes divinos de transformación. Las imágenes portando un loto blanco hacen referencia a su pureza.

Algunos símbolos se asocian caracteristicamente con Kwan Yin: Una rama de Sauce, con el que ella rocia el nectar de la vida divina. El Sauce es un antiguo símbolo chamánico para la cultura China que lo vincula a la facultad de comunicar con los mundos espirituales y también como símbolo de la femenidad; una preciosa vasija simbolizando el néctar de la compasión y la sabiduría que son distintivos de los bodhisattvas; una paloma, signo de fecundidad; un libro o pergamino de oraciones en su mano, representando el dharma (enseñanza) de Budha o el Sutra (texto Budhista) el cual se dice Miao Shan tiene que recitar constantemente; y un rosario adornando su cuello con el cual ella invoca a los Buddhas por su socorro.


También hay representaciones de Kwan Yin curiosas como la de 1.000 brazos y mil ojos o la de once cabezas. En sus manos porta diferentes símbolos o adopta posiciones específicas de índole ritual llamados Mudras. En las representaciones de Kwan Yin con 1.000 brazos, se dice que cada mano representa un mudra diferente que simboliza diferentes medios para salvar a los seres sintientes.

Sus manos en posición ahuecada ofrece a veces la forma del Yoni Mudra, simbolizando la matriz como la puerta de entrada a este mundo a través del principio universal femenino. Al igual que Artemisa que también es una Diosa vinculada a los parajes silvestres como Kwan Yin, o María, es una Diosa virgen que protege a las mujeres siendo propicia tanto a las que optan por una vida religiosa retirada como a aquellas que desean matrimonio y descendencia, tal y como señalamos antes.


En Vietnam, Kwan Yin es invocada como protectora en tiempo de desastres naturales, y patrona de aquellos cuyas vidas dependen de los elementos, por lo cual a menudo se la encuentra en los altares de granjeros y pescadores. Muchos importantes monumentos budhistas de Vietnam están dedicados a Kwan Yin: La Montaña de Marmol, Pagodas, Altares, etc.

La posición de Kwan Yin es única en las Jerarquías Celestiales, está libre de orgullo o deseo de venganza, poco dispuesta a castigar aún a aquellos que lo tienen bien merecido. Aquellos que pueden sufrir horribles destinos kármicos en otros sistemas, pueden obtener renovación y purificación simplemente por implorar su gracia con total y absoluta sinceridad. Se dice que incluso aquel que está arrodillado ante la espada del verdugo, puede implorando con llanto sentido a la Diosa, hacer que ella destroce la espada en pedazos.
Hay Oraciones a Kwan Yin a las que se les atribuye especial eficacia, como puedes ver aquí.

Más allá de cualquier adscripción de este maravilloso ser a un credo determinado, Kwan Yin está dispuesta a darnos su amor, su misericordia y su ayuda; no importa que seas o no seas de esta o aquella religión. No obstante, para un mayor conocimiento de Kwan Yin, nos adentraremos en su papel dentro del mundo de las grandes religiones de oriente. Dentro del Budhismo, Kwan Yin es uno de los cuatro grandes bodhisattvas (P'u-sa en Chino) junto a Samantabhadra, Kshitigarbha (Di-cang) y Manjushri (Wen-shu) y en su aspecto masculino se identifica con el bodhisattva Avalokiteshvara, a quién en Tibetano se llama Chenresi: " Quién oye llorar al mundo". Recibe también los nombres de Quan Yin Guanyin o Koon Yum (en Chino), Quan'Am o Quan-Te Am Botat(en Vietnamita), Kuan-Te Am Bosa, Kwanseum Bosal o Kwan Um (en Coreano), Kannon o Shokakanzeon Bosatsu (en Japonés) y Kanin (en Balines), todas estas denominaciones femeninas.Kwan Yin ha hecho voto de permanecer en este plano (terrenal) y no entrar en los reinos celestiales hasta que todas las demás entidades vivientes hayan completado su proceso de iluminación y se liberen del ciclo de nacimiento, muerte y renacimiento (samsara). Hay muchas leyendas que dan cuenta de los milagros realizados por ella para socorrer a aquellos que buscan su ayuda. Tales historias siempre realzan su compasión para con todos los seres, su santidad, su iluminación, su amor incondicional y su accesibilidad.

Una de las leyendas más populares y que refuerzan la creencia en Kwan Yin como deidad femenina es la "Leyenda de Miao Shan". Esa accesibilidad se manifiesta también en su adoración y en la meditación sobre ella, casi exenta de dogma o ritual. No es una deidad distante.

Ese estandar de simplicidad, amor y bondad es el que ha de impulsar a sus devotos a ser más compasivos y amorosos. Un profundo sentido de servicio a los seres sintientes seguirá naturalmente a cualquier devoción a la Kwan Yin. De esta forma de pensar y actuar, deberá devenir inevitablemente un mundo mejor.

De acuerdo con una creencia popular de China, Kwan Yin vive en la isla de Pu-tuo-shan (El mundo de Lapislazuli), donde está el palacio sagrado de la diosa.Algunas corrientes metafísicas y vinculadas a las enseñanzas de los "Maestros Ascendidos" tienen una visión algo diferente de Kwan Yin. Así, afirman cosas muy curiosas: Que tiene un templo llamado "Templo Etérico de la Misericordia" localizado "etéricamente" cerca de (más bien sobre) Pekín y que está rodeado de 12 pequeños templos, en los cuales habitan todas las legiones de seres que se encuentran a su servicio. En dicho templo, arde la llama de la misericordia y de la compasión la Tierra y todas sus evoluciones.

Ella dirige la Llama de Misericordia y Compasión y su servicio a la humanidad es Misericordia y Sanación.Ella es uno de los que están a cargo de ejercer actividades de sanación sobre la humanidad en la tierra. Kwan Yin es miembro del Equipo Kármico. Y según las leyendas habría vivido por 1.000 años antes de ascender. Recibió la Corona de Chohan del Séptimo Rayo para el próximo ciclo de 2.000 años, hace ya 14.000 años, estándo en tal posición desde 1954, fecha en la cual Saint Germain la dejó. Es Iluminadora e Interceptora de la Séptima era de Acuario.

El símbolo de Kwan Yin es el Loto de 5 pétalos. Su rayo es el Rayo Violeta de la Conciencia Crística. Kwan Yin, hace énfasis en que la curación no proviene de ella, sinó que es un regalo de Dios. Kwan Yin, es la manifestación de lo femenino, la Madre Cósmica, similar a otras figuras de culturas y religiones de profunda raigambre histórica como María en el Cristianismo, a quién se puede considerar una emanación de Kwan Yin; Isis en en Egipto antiguo; Tara en el Budhismo Tibetano; Shakti, Parvati, Sita o Radha en el Hinduismo, etc. Algunos estudiosos creen que las representaciones de Kwan Yin, están influidas por el contacto con los primeros misioneros cristianos, de ahí la similitud que a veces se aprecia entre la iconografía de la Diosa y la de la Virgen María, llegando a utilizarse imágenes de Kwan Yin para adorar a la madre de Jesús entre los cristianos chinos, ya que Kwan Yin representada como "La honorable del ropaje blanco", parece una virgen cristiana.

También la Tara tibetana es llamada "Pandaravasini": vestida de blanco. No nos debería extrañar que tanto orientales como occidentales, manifestasen de manera similar los principios de misericordia, amor incondicional y santidad.

LAZOS DE AMOR – BRIAN WEISS 2

VIDA ANTES DE LA VIDA




LAZOS DE AMOR – BRIAN WEISS
 cap- II-
2
 Siempre había tenido la sensación de que mi vida, tal como la viví era una historia sin principio ni final. Me sentía como un fragmento histórico, un pasaje aislado, al que no precede ni sigue ningún texto. Po­día imaginarme perfectamente que tal vez había vivido en siglos anteriores y me ha­bía hecho preguntas que todavía no era capaz de responder; que tenía que volver a nacer porque no había cumplido la tarea que se me había asignado.
CARL JUNG

Elizabeth era una chica atractiva, alta y del­gada, rubia, de pelo largo y mirada triste. Cuan­do se sentó con aire inquieto en el sillón abatible de piel de color blanco de mi despacho, advertí que sus melancólicos ojos azules, salpicados de motas de color avellana, desmentían la impre­sión de severidad que causaba su estricto y hol­gado traje chaqueta azul marino. Elizabeth, tras haber leído Muchas vidas, muchos maestros e iden­tificarse en muchos aspectos con Catherine, la heroína del libro, sintió la necesidad de visitarme en busca de aliento.
-No acabo de entender por qué has venido a verme -le comenté para romper el hielo.
Había echado un vistazo a su historial. A los pacientes nuevos les hago rellenar un impreso: nombre, edad, antecedentes familiares, principa­les enfermedades y síntomas. Las afecciones más importantes de Elizabeth eran la aflicción, la an­gustia y el insomnio-.
A medida que iba hablando, añadí mental­ mente a su lista las relaciones personales.
-Mi vida es un caos -declaró.
Su historia empezó a salir a borbotones, co­mo si por fin se sintiera segura para hablar de es­tas cosas.
La liberación de una presión encerrada en su interior era palpable. A pesar de lo dramática que era su vida y de la profundidad de las emociones que se ocultaban detrás de lo que decía, Elizabeth trató enseguida de restarle importancia.
-Mi vida no es ni mucho menos tan dramá­tica como la de Catherine -dijo-. Nadie escri­biría un libro sobre mí.
Dramática o no, su historia seguía su curso.
  Elizabeth era una mujer de negocios que diri­gía una floreciente empresa de contabilidad en Miami. Tenía treinta y dos años, y se había cria­do en Minnesota, en un ambiente rural, rodeada de animales en una enorme granja, junto a sus padres y su hermano mayor. Su padre era un tra­bajador nato, de carácter estoico. Le resultaba muy difícil expresar sus sentimientos. Cuando mostraba alguna emoción, solía ser la furia y la rabia. Perdía el control y se desahogaba brusca­mente con su familia; incluso había pegado algu­na vez a su hijo. A Elizabeth le reprendía sólo verbalmente, pero ella se sentía muy herida.
Todavía llevaba en su corazón aquella herida de la infancia. Los reproches y críticas de su pa­dre habían dañado la imagen que tenía de sí mis­ma y un profundo dolor atenazaba su corazón. Estaba apocada y se sentía inferior, y le preocu­paba que los demás, los hombres en particular, se dieran cuenta de sus defectos.
Afortunadamente, los arrebatos de su padre no eran frecuentes; además solía encerrarse en su caparazón con la frialdad y el estoicismo que ca­racterizaban su conducta y su personalidad.
La madre de Elizabeth una mujer inde­pendiente y progresista. Fomentaba la confianza de Elizabeth en sí misma y al mismo tiempo la cuidaba con afecto. La época y los hijos hicieron que permaneciera en la granja y aguantara, no sin reproches, la severidad y el retraimiento emo­cional de su marido.
-Mi madre era una santa -continuó expli­cando Elizabeth-. Siempre estaba allí, cuidán­donos, sacrificándose por sus hijos.
Elizabeth, la pequeña, era la preferida de su madre. Tenía muy buenos recuerdos de su niñez. Los momentos más tiernos eran aquellos en los que se había sentido más cerca de su madre. Aquel amor tan especial las unía y no cesó con el paso de los años.
Elizabeth creció, terminó el bachillerato y se fue a Miami a estudiar en la universidad gracias a una generosa beca. Para ella Miami representaba ­una exótica aventura, y ejercía una gran atrac­ción sobre ella, que provenía del frío Medio Oeste. A su madre le entusiasmaban las aventu­ras de Elizabeth. Eran amigas íntimas y, aunque se comunicaban principalmente por correo y por teléfono, su relación seguía siendo sólida. Las vacaciones eran épocas de gran felicidad, pues Elizabeth casi nunca se perdía la oportuni­dad de volver a casa.
En alguna de estas visitas, su madre mencionó la posibilidad de retirarse al sur de Florida en el futuro para así estar cerca de su hija. La granja era grande y cada vez resultaba más difícil man­tenerla. La familia había ahorrado una buena cantidad de dinero que aumentaba gracias a la sobriedad del padre. Elizabeth estaba deseando vivir cerca de su madre otra vez; de esa forma sus conversaciones, casi diarias, ya no tendrían que ser telefónicas.
Elizabeth decidió quedarse en Miami tras ter­minar los estudios. Creó su propia empresa y la fue afianzando poco a poco. La competencia era feroz y el trabajo absorbía buena parte de su tiempo. Las relaciones con los hombres no ha­cían más que aumentar su estrés.
Entonces ocurrió la catástrofe.
Aproximadamente ocho meses antes de que viniera a verme, Elizabeth se hundió en la triste­za a causa de la muerte de su madre, provocada por un cáncer de páncreas. Sentía como si su co­razón se hubiera roto en mil pedazos, como si se lo hubieran arrancado. Estaba atravesando un período de profundo dolor. N o conseguía acep­tar la muerte de su madre, no entendía por qué había tenido que ocurrir. Angustiada, me explicó cuánto había luchado su madre contra aquel cáncer virulento que estaba devastando su cuer­po. Sin embargo, su espíritu y su amor permane­cieron intactos. Ambas sintieron una profunda tristeza. La separación física era inevitable y se acercaba lenta pero inexorablemente. El padre de Elizabeth, quien lloraba ya la pérdida, todavía se distanció más de la familia y se encerró en su soledad. Su hermano, que vivía en California con su familia, acababa de cambiar de trabajo y esta­ba alejado de ellos. Elizabeth, por su parte, viaja­ba a Minnesota siempre que podía.
No tenía a nadie con quien compartir sus miedos y su aflicción. No quería ser una carga para su agónica madre. Se reservaba sus penas para ella y por consiguiente se sentía cada vez más apesadumbrada.
-Voy a echarte tanto de menos... Te quiero -le decía su madre-. Para mí, lo más doloroso es abandonarte. No tengo miedo a morir. No te­mo lo que me espera. Simplemente no quiero de­jarte todavía.
A medida que su salud se iba debilitando, su firme propósito de sobrevivir perdía fuerza. Sólo la muerte podría liberada de la agonía y el sufri­miento. Finalmente llegó el día.
La madre de Elizabeth se hallaba en una pe­queña habitación del hospital, rodeada de su fa­milia y sus amigos. Empezaba a respirar con di­ficultad. La sonda ya no drenaba; sus riñones habían dejado de funcionar. Iba alternando entre la conciencia y la inconsciencia. En un momen­to en que Elizabeth se encontró a solas con su madre, ésta abrió ligeramente los ojos en un ins­tante de conciencia. -No te abandonaré -le dijo de repente con voz firme-. ¡siempre te querré!
Aquéllas fueron las últimas palabras que Elizabeth oyó pronunciar a su madre, que ensegui­da entró en coma. Su respiración era. cada vez más entrecortada, interrumpida por largos silen­cios, hasta que de pronto se iniciaron los esterto­res de la agonía.
No tardó en morirse. Elizabeth sintió un va­cío inmenso en su corazón y en su vida. Incluso sentía un dolor físico en el pecho. Tenía la sensa­ción de que siempre le iba a faltar algo. Lloró du­rante meses..
Añoraba las frecuentes conversaciones telefó­nicas con su madre. Intentó comunicarse con su padre más a menudo, pero él seguía tan intro­vertido como siempre y nunca tenía mucho que decir. Podía pasarse uno o dos minutos sin pronunciar palabra junto al auricular del teléfo­no. No era capaz de animar a su hija. Él también sufría, y esto le hacía aislarse todavía más. Su hermano, que vivía en California con su espo­sa y sus dos hijos pequeños, también se sentía muy afligido por la pérdida, pero tenía que ocu­parse de su familia y su trabajo.
El sufrimiento de Elizabeth desembocó en una depresión con unos síntomas cada vez más graves. Le costaba mucho dormir. Le resultaba difícil conciliar el sueño; se despertaba demasiado temprano por la mañana y era incapaz de vol­ver a dormirse. Perdió el apetito y empezó a adelgazar. Su energía había disminuido notable­mente. Ya no tenía interés por las amistades y su capacidad de concentración era cada vez menor.
Antes de la muerte de su madre, la ansiedad de Elizabeth se relacionaba principalmente con el trabajo: plazos de entrega y decisiones de res­ponsabilidad. A veces también la angustiaba la / relación con los hombres; no sabía cómo actuar    ni cómo responderían ellos.
Sin embargo, el nivel de ansiedad de Eliza­beth aumentó espectacularmente tras la muerte de su madre. Había perdido a su confidente, consejera y amiga más íntima. Ya no podía con­tar con su principal apoyo y punto de referencia. Se sentía desorientada, sola y perdida.
Me llamó para pedir hora de visita.       Vino a verme con la intención de averiguar si en una vida anterior había estado junto a su madre o para intentar comunicarse con ella a tra­vés de alguna experiencia mística. En algunas conferencias y publicaciones yo había hablado de las personas que, en un estado de meditación, habían tenido estos encuentros místicos con se­res queridos. Elizabeth había leído mi primer li­bro y sabía que se podía tener este tipo de experiencias.
A medida que la gente va aceptando que es posible, incluso probable, que la conciencia siga existiendo después de abandonar el cuerpo, em­pieza a vivir cada vez más este tipo de experien­cias místicas en los sueños y en otros estados de alteración de la conciencia. Es difícil decir si es­tos encuentros son reales o no. Pero lo que pare­ce evidente es que son intensos y muy emotivos. A veces la persona incluso recibe información concreta, hechos o detalles que sólo eran conoci­dos por los difuntos. Estas revelaciones que se producen durante los encuentros espirituales no pueden atribuirse únicamente a la imaginación. Ahora estoy convencido de que se obtienen es­tos nuevos conocimientos y tienen lugar estos encuentros no porque las personas deseen o ne­cesiten que esto ocurra, sino porque simplemen­te así es como se establecen los contactos.
Los mensajes suelen ser muy parecidos, espe­cialmente en los sueños: «Estoy bien. Me siento perfectamente. Cuídate. Te quiero.»
Elizabeth deseaba ponerse en contacto con su madre. Necesitaba algún tipo de bálsamo para aliviar su continuo dolor.
Durante la primera sesión descubrí nuevos aspectos de su vida.
Había estado casada por poco tiempo con un contratista local que tenía dos hijos de su primer matrimonio. Era una buena persona y, a pesar de no estar locamente enamorada de él, ella pensó que aquella unión podía proporcionar cierta es­tabilidad a su vida. Sin embargo, la pasión con­yugal no se crea artificialmente. Puede haber respeto y compasión, pero la química entre .los dos tiene que existir desde el principio. Cuando Elizabeth descubrió que su marido mantenía re­laciones con otra mujer por la que sentía más pasión y entusiasmo rompió con él a regañadien­tes. Lamentó mucho la ruptura y el hecho de se­pararse de los niños, pero no sufrió por el divor­cio. La pérdida de su madre fue mucho más grave para ella.
Elizabeth era guapa, y por ello le resultó fácil establecer relaciones con otros hombres después de su divorcio, pero tampoco éstas se caracteri­zaron por la pasión. Empezó a dudar de sí mis­ma y a preguntarse qué había en ella que la inca­pacitara para establecer buenas relaciones con los hombres. «¿ Qué hay de malo en mí?», se preguntaba constantemente. Las dudas iban me­llando su autoestima.
Las mordaces y dolorosas críticas que su pa­dre le había dirigido durante su infancia le ha­bían causado unas heridas psicológicas que vol­vían a abrirse con cada fracaso en sus relaciones con los hombres.
Elizabeth empezó a salir con un profesor de una universidad cercana, pero éste no quiso comprometerse con ella debido a sus propios te­mores. Aunque en su relación había mucha ter­nura y comprensión, y a pesar de que se enten­dían bastante bien, la incapacidad de él para comprometerse y confiar en sus propios senti­mientos condenó la relación a un final desabrido e insustancial.Unos meses después, Elizabeth conoció a un I próspero banquero con quien inició una nueva : relación. Ella se sentía segura y protegida, aun­que, una vez más, no había mucha química entre ellos. Sin embargo él, que se sentía muy atraído por Elizabeth, se enfadaba mucho y sentía celos cuando ella no le correspondía con la energía y el entusiasmo que él esperaba. Empezó a beber, y su actitud se fue volviendo cada vez más agresi­va. Elizabeth también puso fin a esta relación.
Poco a poco había ido perdiendo la esperanza de encontrar un hombre con quien pudiera esta­blecer una relación íntima y satisfactoria.
Se sumergió totalmente en su trabajo, amplió su empresa y se recluyó entre números, cálculos y papeles. Su vida social se reducía básicamente a los compañeros de trabajo. Si de vez en cuando algún hombre le proponía salir, siempre se las arreglaba para que él perdiera el interés antes de que surgiera algo importante entre ellos.
Elizabeth era consciente de que se estaba ha­ciendo mayor, pero todavía tenía la esperanza de que algún día encontraría al hombre perfecto. De todas formas, había perdido mucha con­fianza.
La primera sesión, dedicada a recoger infor­mación sobre su vida, a establecer un diagnósti­co y un enfoque terapéutico y a plantar las semi­llas de la confianza en nuestra relación, había terminado. El hielo se había roto. Por el momen­to, decidí no recetarle Prozac ni ninguna otra clase de antidepresivos. Mi objetivo era curarla, no enmascarar los síntomas.En la siguiente sesión, una semana más tarde, iniciaría el arduo viaje retrospectivo hacia el pa­sado.
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LAZOS DE AMOR BRIAN WEISS 1

VIDA ANTES DE LA VIDA




LAZOS DE AMOR BRIAN WEISS
 cap I-
 Lo que a continuación relato procede de documentos médicos, de la trascripción de cintas magnetofónicas que grabé y de mis propios recuerdos. Sólo he modificado los nombres y pequeños detalles para no faltar al secreto profesional.  Es una historia sobre el destino y la esperanza, una historia que ocurre en silencio tdos los días. Ese día, alguien estaba escuchando.
1
Sabed, por tanto, que del silencio más in­menso regresaré. [...] No olvidéis que vol­veré junto a vosotros. [...] Unos momentos más, un instante de reposo en el viento, y otra mujer me concebirá
KAHLIL GIBRAN
Hay alguien especial para cada uno de noso­tros. A menudo, nos están destinados dos, tres y hasta cuatro seres. Pertenecen a distintas genera­ciones y viajan a través de los mares, del tiempo y de las inmensidades celestiales para encontrar­se de nuevo con nosotros. Proceden del otro la­do, del cielo. Su aspecto es diferente, pero nues­tro corazón los reconoce, porque los ha amado en los desiertos de Egipto iluminados por la luna y en las antiguas llanuras de Mongolia. Con ellos hemos cabalgado en remotos ejércitos de guerre­ros y convivido en las cuevas cubiertas de are­na de la Antigüedad. Estamos unidos a ellos por los vínculos de la eternidad y nunca nos abando­narán.
Es posible que nuestra mente diga: «Yo no te conozco.» Pero el corazón sí le conoce.
Él o ella nos cogen de la mano por primera vez y el recuerdo de ese contacto trasciende el tiempo y sacude cada uno de los átomos de nuestro ser. Nos miran a los ojos y vemos a un alma gemela a través de los siglos. El corazón nos da un vuelco. Se nos pone la piel de gallina. En ese momento todo lo demás pierde importancia.
Puede que no nos reconozcan a pesar de que finalmente nos hayamos encontrado otra vez, aunque nosotros sí sepamos quiénes son. Senti­mos el vínculo que nos une. También intuimos las posibilidades, el futuro. En cambio, él o ella no lo ve. Sus temores, su intelecto y sus proble­mas forman un velo que cubre los ojos de su co­razón, y no nos permite que se lo retiremos. Su­frimos y nos lamentamos mientras el individuo en cuestión sigue su camino. Tal es la fragilidad del destino.
La pasión que surge del mutuo reconoci­miento supera la intensidad de cualquier erup­ción volcánica, y se libera una tremenda energía. Podemos reconocer a nuestra alma gemela de un modo inmediato. Nos invade de repente un sentimiento de familiaridad, sentimos que ya co­nocemos profundamente a esta persona, a un ni­vel que rebasa los límites de la conciencia, con una profundidad que normalmente está reserva­da para los miembros más íntimos de la familia. O incluso más profundamente. De una forma intuitiva, sabemos qué decir y cuál será su reac­ción. Sentimos una seguridad y una confianza enormes, que no se adquieren en días, semanas o meses.
Pero el reconocimiento se da casi siempre de un modo lento y sutil. La conciencia se ilumina a medida que el velo se va descorriendo. No todo el mundo está preparado para percatarse al ins­tante. Hay que esperar el momento adecuado, y la persona que se da cuenta primero tiene que ser paciente.
 Gracias a una mirada, un sueño, un recuerdo o un sentimiento podemos llegar a reconocer a un alma gemela. Sus manos nos rozan o sus la­bios nos besan, y nuestra alma recobra vida súbi­tamente.
El contacto que nos despierta tal vez sea el de un hijo, hermano, pariente o amigo íntimo. O. puede tratarse de nuestro ser amado que, a través de los siglos; llega a nosotros y nos besa de nue­vo para recordarnos que permaneceremos siem­pre juntos, hasta la eternidad.

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LAZOS DE AMOR -BRIAN WEISS - Marianela Garcet

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LAZOS DE AMOR -BRIAN WEISS
 PRÓLOGO
El alma del hombre es como el agua. Viene del cielo, se eleva hacia el cielo
y vuelve después a la tierra, en un eterno ciclo.
GOETHE
Justo antes de que se publicara mi primer li­bro, Muchas vidas, muchos maestros (Many Li­ves, Many Masters), fui a una librería de mi ba­rrio y le pregunté al dueño si había encargado algunos ejemplares. Lo verificó en el ordenador  y me respondió:
-He encargado cuatro. ¿Quiere uno?
Yo no estaba demasiado seguro de que se lle­gara a agotar la primera edición, aunque su tiraje era muy modesto. Al fin y al cabo, no era el tipo de libro que se espera de un psiquiatra serio. En él describí en qué medida la terapia de regresión a vidas pasadas a la que sometí a una paciente cambió radicalmente su vida y la mía. Sin embar­go, yo sabía que mis amigos, mis vecinos y, por supuesto, mi familia comprarían más de cuatro ejemplares, aunque el libro no se vendiera en ninguna otra ciudad del país.
-Por favor -le dije-, mis amigos, algunos de mis pacientes y otros conocidos querrán com­prar el libro. ¿Podría encargar algunos más?
Tuve que garantizarle personalmente la venta de los cien ejemplares que el librero encargó no muy convencido.
Me llevé una gran sorpresa cuando el libro se convirtió en un best seller internacional. Se han editado más de dos millones de ejemplares del texto y ha sido traducido a más de veinte idiomas. Mi vida sufrió entonces otro cambio inesperado.
Después de licenciarme cum laude en la Uni­versidad de Columbia y de completar mi for­mación médica en la Escuela de Medicina de la Universidad de Yale, trabajé como médico inter­no en el hospital de la Universidad de Nueva York y me especialicé en psiquiatría en Yale. Se­guidamente, fui profesor en la Facultad de Medi­cina de la Universidad de Pittsburgh y de la de Miami.
Luego, durante once años, fui el presidente del Departamento de Psiquiatría del Mount Si­nai Hospital en Miami.
Había escrito varios artículos científicos y co­laborado en algunos libros. Estaba en la cúspide de mi carrera académica.
Catherine, la joven paciente de la que hablé en mi primer libro, vino a verme al consultorio del Mount Sinai. Los detallados recuerdos de sus vidas pasadas, que al principio me costó creer, y su capacidad para transmitir mensajes sobrena­turales desde un estado hipnótico, hicieron que mi vida cambiara radicalmente. Ya no podría ver el mundo como lo había visto hasta entonces.
Después de Catherine acudieron muchos otros pacientes a mi consulta para que los sometiera a la terapia de regresión.
Aquellos que mostraban síntomas que se re­sistían a los tratamientos médicos tradicionales y a la psicoterapia se curaron.
En mi segundo libro, A través del tiempo (Through Time into Healing), explico todo lo que he aprendido sobre el potencial de curación de la terapia de regresión a vidas pasadas. El tex­to contiene numerosos casos verídicos de pa­cientes reales.La historia más interesante de todas aparece en Lazos de amor (Only Love is Real), mi tercer libro.
Trata de las almas gemelas, las personas que están unidas eternamente por los lazos del amor y que se reencuentran una y otra vez en sus distintas vidas. Cómo encontramos y reconoce­mos a nuestras almas gemelas y qué decisiones debemos tomar que pueden transformar nuestra vida es uno de los temas más importantes y fascinantes de nuestra existencia.
El destino dicta el encuentro con los demás. Pero lo que decidamos una vez que hayamos en­contrado a una pareja depende de nuestra elec­ción, de nuestra libre voluntad. Una decisión errónea o una oportunidad desaprovechada pue­de conducir a una gran soledad y mucho sufri­miento.
Un acierto en la elección, una oportunidad aprovechada, nos puede proporcionar una pro­funda felicidad.
Elizabeth, una bella mujer del Medio Oeste, se sometió a esta terapia por el gran dolor y la ansiedad que sufría tras la muerte de su madre. También había tenido problemas en su relación con los hombres, pues siempre escogía a fracasa­dos, drogadictos o gente que la maltrataba. Nun­ca había encontrado el verdadero amor entre los hombres con quienes se había relacionado.
Empezamos nuestro viaje por distintas épo­cas pasadas, con unos resultados sorprendentes.
Al mismo tiempo que Elizabeth se sometía a la terapia de regresión, yo estaba tratando tam­bién a Pedro, un mexicano encantador que es­taba pasando por una época muy difícil. Su her­mano acababa de perder la vida en un trágico ac­cidente. Además, los problemas que tenía con su madre y los secretos de su infancia parecían cons­pirar contra él.
 
Pedro arrastraba una carga de dudas y desazón, y no tenía con quién compartirla.
Él también empezó a hurgar en el pasado para buscar soluciones y' sosiego.
Aunque Elizabeth y Pedro acudían a mi con­sulta en la misma época, no se conocían, porque venían a verme en distintos días de la semana.
Durante los últimos quince años he tratado a menudo a parejas y familias que han descubierto que sus cónyuges y seres queridos de hoy tam­bién lo fueron en vidas pasadas. En alguna oca­sión he sometido a la terapia de regresión a pare­jas que simultáneamente y por primera vez se dan cuenta de que se relacionaron en una vida anterior.
Estas personas se quedan asombradas al des­cubrirlo. Nunca antes han experimentado nada parecido. Permanecen mudas en la consulta a medida que los acontecimientos se van revelan­do. Sólo después, cuando abandonan el estado hipnótico, descubren que han presenciado las mismas escenas y han sentido las mismas emo­ciones. Y sólo entonces yo me doy cuenta de que se relacionaron en vidas pasadas.
Pero éste no fue el caso de Elizabeth y Pedro. Sus vidas pasadas se fueron revelando en mi con­sulta independientemente y por separado. Ellos no se conocían. Nunca se habían visto antes. Provenían de distintos países y culturas. Ni si­quiera yo mismo, viéndoles por separado y sin tener ningún motivo para sospechar que existie­ra algún lazo entre ellos, supe ver la conexión, aunque parecían describir las mismas vidas ante­riores con unos detalles y sentimientos increíble­mente parecidos. ¿ Es posible que se hubieran amado y después perdido mutuamente en todas sus vidas pasadas?
Al principio, ni mis colaboradores ni yo nos dábamos cuenta de la fascinante trama que se empezaba a desarrollar en la confiada y tranquila atmósfera de mi consulta.
Yo fui el primero en descubrir el vínculo que había entre ambos. Pero ¿ qué hacer? ¿ Debía de­círselo? ¿ Y si estaba equivocado? ¿ Y el secreto profesional entre médico y paciente? ¿Qué pasa­ría con sus relaciones en esta vida? ¿ Estaba tal vez jugueteando con el destino? ¿Y si una rela­ción en su vida actual no formaba parte de sus planes o no era lo más conveniente para ellos? ¿ Y si otra relación fracasada bloqueaba su evolu­ción en la terapia y debilitaba la confianza que habían puesto en mí? Durante mis años de estu­dios de medicina y mi estancia como residente psiquiatría en la Universidad de Yale se me había inculcado la idea de no perjudicar a los pacientes. Ante la  duda, no hay que causar ningún daño. Tanto Elizabeth como Pedro estaban mejorando. ¿Debía entonces olvidarme del asunto?.
A Pedro le quedaban pocas sesiones y pensaba abandonar el país. Era importante que yo tomara una decisión.continuará de aca en adelante

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Reencarnación de acuerdo a Seth VI - Marianela Garcet

VIDA ANTES DE LA VIDA




Reencarnación de acuerdo a Seth VI

Sobre la vida después de la muerte

El Rev. Lowe y su esposa se presentaron una noche de clases y por supuesto, yo los invité a asistir.
Yo procuro siempre mantener las clases tan informales como sea posible.
Todo el mundo se trata sobre una base de nombres propios, es decir se tutea, y cada uno de nosotros viene vestido con la ropa que le es más cómoda y natural. Los hombres con traje de negocios, se mezclan con gente vestida como hippies y siempre tenemos vino para aquellos a quienes les gusta. Admito que me pregunté lo que pensaría el Rev. Lowe y tenía esperanzas que no esperara algo como una reunión de oración. A nuestra propia manera usamos la oración, pero de un modo sumamente creativo, no estructurado y no convencional. En ocasiones tocamos música de rock 'n roll, por ejemplo, mientras yo leo algún poema... y esto era lo que yo consideraba oración.
 
No tenía yo idea si Seth se presentaría esa noche. Al principio, en broma, presenté al ministro como un baterista de rock, a fin de que él y toda la clase se sintieran cómodos y tranquilos. Alguien comentó que la presencia de un ministro debe haber inhibido a todos, puesto que nadie hablaba mucho.
 
De pronto entró Seth, diciendo: "¡Y yo pensé que te estabas portando bien, debido a que yo estaba aquí! Tendré que aprender a ser un reverendo baterista y así me pondré a tono contigo." Después de esto, se dirigió a varios de los componentes de la clase y luego invitó al Rev. Lowe a preguntar cualquier cosa que le viniera a la mente.
 
-Cuando abandonamos el cuerpo físico, ¿adónde vamos? inquirió el ministro. Todos los demás se mantuvieron silenciosos, bebiendo vino y escuchando.
 
"Vas adonde quieres ir -contestó Seth-.
Ahora bien, cuando tu mente consciente ordinaria y en vigilia se adormece en el estado de sueño, viajas a otras dimensiones. Estás preparando tu propio camino. Cuando mueres, vas por esos caminos que has preparado ya. Existen varios periodos de adiestramiento que varían, de acuerdo con el individuo.
"Debes entender la naturaleza de la realidad, antes le que puedas moverte bien dentro de ella. En la realidad física estás aprendiendo que tus pensamientos poseen realidad y que tú creas la realidad que conoces.
 
Cuando abandonas esta dimensión, entonces te concentras en el conocimiento que has ganado. Si todavía no comprendes que puedes crear tu propia realidad, entonces regresas y de nuevo aprendes a manipular una y otra vez los resultados de tu propia realidad interna, cuando la encuentras objetivizada. Te enseñas a ti mismo la lección, hasta que por fin la has aprendido; Juego empiezas a aprender cómo manejar la conciencia que es tuya, correcta e inteligentemente. Luego puedes formar imágenes para beneficio de otros y conducirlos y guiarlos. Luego agrandas constantemente el alcance de tu entendimiento.".
 
-¿Qué determina el tiempo entre reencarnaciones? -preguntó el ministro.
 
"Tú. Si estás muy cansado, entonces te tomas un descanso. Si eres sabio, tomas tiempo para digerir tu conocimiento y planear tu siguiente vida, de la misma manera que un escritor planea su próximo libro. Si tienes demasiadas ligas con esta realidad o si eres demasiado impaciente o si no has aprendido lo suficiente, entonces puedes regresar con demasiada rapidez. Siempre queda esto como decisión del individuo. No existe la predestinación. Las respuestas se encuentran detrás de ti mismo, entonces, como están dentro de ti ahora."
 
El Rev. Lowe formuló otras preguntas, pero ya no en relación con el tema que estábamos tratando. El y Seth parecían llevarse muy bien. Posteriormente, en un descanso, recibí varias impresiones de una vida anterior de la señora Lowe. Mientras tenía lugar una discusión general, la "vi" cerca de una academia de equitación en Francia, en el siglo catorce; y luego la vi a ella y al Rev. Lowe como gemelos en Grecia, cuando él era orador y ella un soldado. Hubo otros detalles; pero lo interesante fue que la señora Lowe me dijo después, que ella realmente estaba loca por los caballos y que Grecia y Francia eran los únicos países en los que tenía gran interés.
 
Seth raras veces ofrece datos sobre reencarnación, a menos que estén directamente ligados con el desarrollo general de la vida presente de un individuo; y se rehusa a proporcionar historias de vidas pasadas, por ejemplo, a aquellos que piensa que nunca aplicarán las lecciones involucradas. Y, cosa sumamente extraña, ofreció tal información una vez en una clase a tres jóvenes colegialas que claramente no creían en la reencarnación al principio Acababan de empezar las clases y, si bien se sentían curiosas respecto , poseían poca paciencia con la teoría ele la reencarnación al comienzo de la sesión
Estas muchachas eran muy inteligentes, brillantes, alertas y cautas. No eran nada propensas a verse embarcadas en fetichismos absurdos. Al mismo tiempo, estaban intensamente interesadas en las ideas de Seth de que la conciencia puede expandirse con toda seguridad y sin necesidad de drogas, mediante el uso de sus métodos. Una de estas muchachas, Lydia, era la más expresiva del grupo en sus argumentos en contra de la reencarnación.
 
"Tú reencarnarás, creas o no creas que lo harás --y Seth empezó diciendo esto, con una sonrisa-. Es mucho más fácil si tus teorías encajan en la realidad, mas si no es así, entonces no cambias la índole de la reencarnación ni una pizca." Y prosiguió para dar a Lydia una descripción bastante detallada de una vida anterior, alrededor de la zona de Bangor, Maine, en 1832, cuando era varón. Esta fue la primera se­sión que tuvo Seth dedicada a Lydia y ésta se movía nerviosamente en su asiento, mientras Seth citaba nombres, fechas y determinados epi­sodios de su vida pasada. 

Cuando terminó, Lydia dijo: 

-Bueno, no sé que pensar, pero te diré esto. Lo más increíble es que yo pasé mi infancia en Bangor, Maine, y, cuando nos mudamos al Estado de Nueva York, no mencionaba a Nueva York como mi hogar, pues siempre sentía que yo pertenecía a Maine.

 -Y Seth dijo que...

-Ella se interrumpió y leyó las notas que había tomado. Luego exclamó muy excitada:

-Seth dijo que...

 una Miranda Charbeau, del lado francés de mi familia en esa vida pasada, casó e ingresó a la familia de Franklin Bacon en Boston. Otra vez, esto es algo loco, y realmente lo es, porque mí familia esta ocasión está conectada con la familia de Roger Bacon, de Boston.

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