Reflexionando sobre el dolor
y la responsabilidad en nuestras vidas
Al comprender que infligir dolor a otros seres
vivos puede resultar en el mismo sufrimiento para nosotros, naturalmente nos
volvemos más conscientes de nuestras acciones. El célebre poeta Li Bai expresó:
“Los vivos son meros visitantes, mientras que los muertos son almas que
regresan. Un viaje continuo entre el Cielo y la Tierra, un lamento por el
camino eterno”. La existencia humana es efímera y a menudo amarga, como el
fugaz paso de un caballo que se vislumbra por la rendija de una puerta. Esta
realidad ya provoca en muchos una profunda melancolía. Sin embargo, para
algunos, la vida está llena de aún más frustraciones y tristezas.
¿Por qué será que todo en este mundo es así?
En las últimas dos o tres décadas, se han realizado numerosas investigaciones sobre la reencarnación y la transmigración dentro del ámbito de la medicina occidental. Una de las técnicas más empleadas consiste en inducir a los sujetos a un estado de trance hipnótico, lo que les permite recordar y revivir sus vidas pasadas, así como los periodos entre reencarnaciones. Los investigadores han llegado a la conclusión de que la vida humana está, en gran medida, predestinada por seres superiores y que, en algunas ocasiones, las personas aceptan vivir ciertas experiencias antes de reencarnarse.
Un ejemplo notable es el Dr. Michael Newton, quien
ha explorado lo que ocurre en el plano espiritual entre las vidas de las
personas utilizando la hipnosis. En sus obras, Viaje de las Almas y Destino
de las Almas, documenta numerosos casos. Ha observado que si una persona
tiene un destino marcado que implica una muerte prematura o un accidente en su
próxima vida, a menudo ya tiene conocimiento de ello antes de reencarnarse. Las
tragedias que enfrentamos no son meros accidentes, sino que están ligadas a relaciones
predestinadas. El propósito de estos arreglos es permitir que las personas
salden deudas de vidas anteriores, purificando su alma a través del
sufrimiento, o brindando oportunidades a otros para crecer a través de las
dificultades.
Un caso relata la historia de una mujer que recordó
haber fallecido en un campo de concentración nazi en su vida anterior. Ella y
otras tres almas decidieron reencarnarse como mujeres judías. En 1941, fueron
arrestadas por separado en Múnich y llevadas al campo de concentración de
Dachau, donde se encontraron en la misma barraca. Este acontecimiento fue
planeado con antelación. La mujer murió en 1943, a la edad de 18 años. Su
misión en el campo era cuidar a niños más pequeños y ayudarles a sobrevivir,
tarea que cumplió con valentía.
Otro relato es el de una mujer que en su vida
anterior falleció en una granja en Texas, dos años después de casarse. Antes de
reencarnarse, se le ofrecieron tres opciones para su muerte: un disparo en un
tiroteo entre dos hombres ebrios, una caída de un caballo o ahogarse. Ella
eligió ser herida por la bala. Su decisión de dejar este mundo dos años después
de su matrimonio fue para que su esposo pudiera experimentar el dolor de perder
a su amada, así como para que él saldara deudas de vidas pasadas y aprendiera
valiosas lecciones. El destino de esta mujer fue diseñado para que su marido
pudiera enfrentar su karma y elevar su conciencia.
Presentar estos casos no implica que debamos
desestimar la empatía hacia quienes sufren. De hecho, es todo lo contrario.
Todos en este mundo tenemos la responsabilidad de esforzarnos por evitar el
mal, fomentar la bondad, defender la justicia y proteger a los inocentes. La
apatía, la negativa a ayudar a quienes enfrentan problemas, el desprecio hacia
el sufrimiento ajeno y la perpetración de crímenes, sin duda, tendrán
consecuencias en la próxima vida.
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