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lunes, 22 de febrero de 2010

Una Gran Aventura: La Muerte XVIII

6) Después de la muerte y particularmente si ha te­nido lugar la cremación, el hombre, en su cuerpo kama-­manásico, está tan consciente y atento a su medio ambiente como cuando estaba vivo en el plano físico. Esta fraseología concede cierta elasticidad respecto a la am­plitud de la percepción y observación; por lo tanto la misma elasticidad debe tenerse en cuenta para quienes se hallan en el plano físico. No toda la gente está igual­mente despierta ni es consciente de las circunstancias o de la experiencia inmediata. No obstante, debido a que la mayoría de las personas son más conscientes emo­cional que físicamente, y viven en gran medida enfoca­das en sus vehículos astrales, el hombre está bastante familiarizado con el estado de conciencia en que se en­cuentra. Recuerden que un plano es esencialmente un estado de conciencia y no un lugar, según creen muchos. Las personas autoconscientes reconocen esto por medio de la reacción enfocada, porque constantemente y en forma característica son conscientes de sí mismas, sen­sibles al tema de su medio ambiente y de sus deseos ex­teriorizados o (en lo que respecta a las personas evolu­cionadas que actúan en niveles más elevados del plano astral) son sensibles a la exteriorización del amor y la aspiración; el hombre siempre es absorbido por aquello que ocupó su atención e involucró el principio kámico durante su experiencia en la encarnación. Vuelvo a re­cordar que en ese momento no hay cerebro físico que responda a los impactos generados por el hombre in­terno, y también que el sexo, tal como se lo comprende en sentido físico, no existe. Los espiritistas harían bien en recordar esto y en darse cuenta de la estupidez y también de la imposibilidad de concretar esos matrimonios espirituales que ciertas escuelas de pensamiento en­señan y practican. El hombre, en su cuerpo astral, se halla libre de sus impulsos estrictamente animales que, en el plano físico, son normales y correctos, pero ahora nada significan para él en su cuerpo kámico. (17-360).


(7) Nuevamente puntualizaré que al considerar la conciencia del alma que se retira (observen esta frase), cuando inicia el acto de restitución, trato un tópico que no se puede comprobar en forma tangible ni física. A veces los hombres son traídos nuevamente a la existen­cia en el preciso instante que se produce la total resti­tución física. Esto sólo puede hacerse mientras la enti­dad consciente ocupa todavía el vehículo etérico, aunque haya logrado abandonar el cuerpo físico denso con toda intención y propósito. Aunque el cuerpo etérico interpe­netra todo el cuerpo físico, es mucho más grande que ese cuerpo, y el cuerpo astral y la naturaleza mental pueden hallarse aún etéricamente polarizados, aunque esté bien encaminado el retiro y se haya producido la muerte del cuerpo físico, la cesación de toda actividad cardíaca y la concentración del enfoque básicamente etérico en la región de la cabeza, del corazón o del plexo solar. (17-338/9)


(8) Desde el momento de la total separación de los cuerpos físico denso y etérico, y a medida que se em­prende el proceso de eliminación, el hombre es conscien­te del pasado y del presente; cuando la eliminación es total y ha llegado el momento de hacer contacto con el alma y el vehículo manásico está en proceso de destruc­ción, entonces inmediatamente tiene conciencia del fu­turo, pues la predicción es un haber de la conciencia del alma, participando el hombre de ella temporariamente. Por lo tanto, el pasado, el presente y el futuro se ven como uno; entre una encarnación y otra y durante el continuado proceso de renacimiento se va desarrollan­do el reconocimiento del Eterno Ahora. Esto constituye un estado de conciencia (característico del estado nor­mal del hombre evolucionado) que puede ser denomina­do devachánico. (17-364/5)


(9) Para el aspirante, la muerte es la entrada inme­diata en una esfera de servicio y de expresión a la que está muy acostumbrado, percibiendo en seguida que no es nueva. (4-219)


(10) No tengo la intención de detallar la técnica del proceso de eliminación. Los seres humanos pasan por tantos estados diferentes -intermedios entre los tres ya delineados- que sería imposible definir o precisar. La atrición es relativamente fácil de comprender, porque al no producirse un llamado de la sustancia física evocando el deseo, el cuerpo kámico muere, y nada existe para nutrir este vehículo. El cuerpo astral viene a la existencia por medio de la interacción recíproca entre el plano físico, que no es un principio, y el principio deseo; durante el proceso de renacer, este principio es utilizado con dinámica intención por el alma en el vehículo men­tal a fin de invertir el llamado, entonces la materia res­ponde al llamado del hombre que reencarna. El hombre kámico, después de un largo proceso de atrición, queda liberado dentro de un vehículo mental embrionario; este período de vida sentimental es excesivamente breve y llevado a su fin por el alma, que repentinamente "dirige su ojo a aquel que espera", y por el poder de esa poten­cia dirigida, reorienta instantáneamente al hombre ká­mico individual hacia el sendero descendente del rena­cimiento. El hombre kama-manásico aplica el proceso de retiro y responde a la "atracción" del cuerpo mental en rápido desarrollo. Este retiro es cada vez más acele­rado y dinámico, hasta llegar a la etapa en que el discí­pulo en probación -regido por un creciente contacto con el alma- destroza el cuerpo kama-manásico, como una unidad, por un acto de voluntad mental, comple­mentado por el alma. Observarán que la experiencia "de­vachánica" necesariamente será más breve en relación con esta mayoría que con la minoría kámica, porque la técnica devachánica de recapitulación y reconocimiento de las implicaciones de la experiencia, lentamente va controlando al hombre en el plano físico, para obtener la significación del significado y aprender constantemen­te mediante la experiencia, mientras está encarnado. De este modo, podrán darse cuenta que la continuidad de la conciencia también se desarrolla paulatinamente, y la percepción del hombre interno comienza a demostrarse en el plano físico, al principio por intermedio del cere­bro físico y luego independientemente de esa estructura material. He dado aquí una definida insinuación sobre un tema que recibirá amplia atención durante los próximos doscientos años.
En la persona manásica, la personalidad integrada ac­túa, como hemos visto, de dos maneras, que dependen necesariamente de la integración lograda, la cual será de dos clases:

1.      La personalidad integrada, enfocada en la mente, adquiriendo una constante y creciente relación con el alma.
2.      El discípulo, cuya personalidad integrada está aho­ra integrándose rápidamente con el alma y es ab­sorbida por ella.


En esta etapa de desarrollo de la mente y de constante control mental (basada en el hecho de que la conciencia del hombre está ya definidamente enfocada y permanen­temente centrada en el vehículo mental), los procesos previos a la destrucción del cuerpo astral, por medio de la atrición y el "dinámico rechazo", se llevan a cabo du­rante la encarnación física. El hombre encarnado rehusa ser regido por el deseo; lo que queda del cuerpo as­tral ilusorio es dominado entonces por la mente, y el anhelo de satisfacer los deseos es rechazado con plena y consciente deliberación, ya sea por las ambiciones egoístas y las intenciones mentales de la personalidad integrada o por inspiración de la intención del alma, que subordina la mente a su propósito. Cuando se ha logrado esta etapa de evolución, el hombre puede en­tonces disolver los últimos vestigios de todo deseo por medio de la iluminación. En las primeras etapas de la vida puramente manásica o mental, esto se logra por medio de la iluminación que el conocimiento proporcio­na, e involucra principalmente la innata luz de la sustan­cia mental. Más adelante, cuando el alma y la mente es­tablecen una estrecha relación, la luz del alma acelera y complementa el proceso. Entonces el discípulo em­plea métodos más esotéricos, pero sobre éstos no me explayaré. La destrucción del cuerpo mental ya no se produce por el poder destructor de la luz misma, sino que es acelerado mediante ciertos sonidos que emanan desde el plano de la voluntad espiritual; al finalizar el ciclo de encarnación éstos son reconocidos por el discí­pulo, y algún iniciado avanzado del Ashrama o el Maes­tro Mismo, le permite utilizarlos en palabras-formas adecuadas. (17-365/6)
(tomado de: Una Gran Aventura: La Muerte
Por el Maestro Tibetano
Djwhal Khul

(Alice A. Bailey)

miércoles, 17 de febrero de 2010

Una Gran Aventura: La Muerte XVII

1.      Como resultado del reconocimiento de dichas ex­periencias, el hombre aísla esas tres experiencias que constituyeron los tres principales factores condicionantes en la reciente vida y que contienen la clave de la futura encarnación, que iniciará pró­ximamente. Todo lo demás es olvidado y todas las experiencias menores desaparecen de su memoria, no quedando en su conciencia nada más que lo que esotéricamente se denomina "las tres simientes o gérmenes del futuro", relacionadas en forma pecu­liar a los átomos permanentes físico y astral, pro­duciendo así la quíntuple fuerza creadora de las formas que aparecerán más tarde. Podría decir­se que:



a.       La primera simiente determinará más adelante la naturaleza del medio ambiente físico en el cual ocupará su lugar el hombre que retorna. Está relacionada con la cualidad de ese medio ambiente futuro, condicionando así el campo necesario o zona de contacto.

b.      La segunda simiente determina la cualidad del cuerpo etérico como vehículo a través del cual las fuerzas de rayo pueden hacer contacto con el cuerpo físico denso. Delimita la estructura etérica o red vital, por la cual circularán las energías entrantes, y está particularmente relacionada con ese centro especial, entre los siete, que estará más activo y tendrá mayor vitalidad durante la próxima encarnación.

c.       La tercera simiente da la clave del vehículo as­tral en el que estará polarizado el hombre en la siguiente encarnación. Recuerden que me re­fiero al hombre común, no al ser humano evo­lucionado, discípulo o iniciado. Es la simiente que -por medio de las fuerzas de atracción- pone al hombre otra vez en relación con quie­nes amó anteriormente o estuvieron en estre­cho contacto con él. Debería aceptarse como un hecho que la idea grupal rige subjetivamen­te todas las encarnaciones y que el hombre en­carnado renace no sólo por el propio deseo de obtener experiencias en el plano físico, sino también por el impulso grupal y de acuerdo al karma grupal, además del propio. Debería dár­sele a este punto mayor énfasis. Una vez que sea verdaderamente captado y entendido, des­aparecerá en gran parte el temor que engendra la idea de la muerte. Lo familiar y amado se­guirá siendo familiar y amado, porque la re­lación ha sido estrechamente establecida duran­te muchas encarnaciones, y según lo expresa El Antiguo Comentario:


"Las simientes que determinan el reconoci­miento no están exclusivamente en mí y en ti, sino también en el grupo; dentro del grupo relacionan mutuamente a sus miembros en tiempo y espacio. Sólo en las tres inferiores hallan su verdadera existencia quienes están vinculados. Cuando el alma conoce al alma en el lugar de reunión, hasta donde llega el llama­do del Maestro, dichas simientes desaparecen".

Será evidente, por lo tanto, que es necesario entrenar a los niños a reconocer y beneficiarse de la experiencia, pues una vez aprendida, facilitará grandemente esta tercera actividad en el plano astral después de la muerte.


2.      Habiendo completado "la experiencia del aisla­miento" el hombre buscará, y automáticamente hallará, a quienes la influencia de la tercera si­miente los señala como que forman constante­mente parte de la experiencia grupal, de la cual consciente o inconscientemente es un elemento. Una vez establecida nuevamente la relación (si los buscados no han eliminado todavía el cuerpo físi­co), el hombre actúa, como lo haría en la tierra, en compañía de sus íntimos y de acuerdo a su tem­peramento y grado de evolución. También buscará a quienes están más estrechamente ligados a él, a aquellos que ama u odia, si se hallan aún en encar­nación física, y -así como lo hizo en la tierra- permanecerá cerca de ellos, consciente de sus ac­tividades, aunque (a no ser que estén muy evolucionados) ellos no se den cuenta de la de él. No puedo darles ningún detalle del recíproco toma y daca ni de los modos y métodos de contacto. Cada persona es diferente, cada temperamento es ma­yormente excepcional. Sólo trato de poner en claro ciertas líneas básicas de conducta, seguidas por el hombre antes del acto o actos, de eliminación.


Estas cuatro actividades abarcan diversos períodos, desde el ángulo de "aquellos que viven en lo inferior", aunque el hombre que vive en el plano astral desconoce el tiempo. Gradualmente el engaño y el espejismo (en orden inferior o superior) se desvanecen, y el hombre entra en la etapa en que sabe -porque la mente es aho­ra más incisiva y dominante- que está preparado para la segunda muerte y la eliminación total del cuerpo ká­mico o el vehículo kama-manásico. (17-360/3).


(tomado de: Una Gran Aventura: La Muerte


Por el Maestro Tibetano
Djwhal Khul


(Alice A. Bailey)


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sábado, 13 de febrero de 2010

Una Gran Aventura: La Muerte XVI

PARTE VI

Las personas no relacionan la muerte con el sueño. Después de todo, la muerte es sólo un intervalo más extenso en la vida de acción en el plano físico; nos vamos "al exterior" por un período más largo. (4-359)

(1) Para los no evolucionados, la muerte es un sueño y un olvido, porque la mente no está bastante despierta para reaccionar y el archivo de la memoria está prácticamente vacío. (4-219)

(2) Para el ciudadano común y bueno, la muerte es la continuidad en su conciencia del proceso de la vida, y lleva a cabo los intereses y tendencias de esa vida. Su conciencia y sentido de percepción son los mismos e invariables. (4-219).
(3) Deben tener siempre en cuenta que la conciencia sigue siendo la misma en encarnación física o fuera de ella, donde el desarrollo puede llevarse a cabo con mayor facilidad que cuando está limitado y condicionado por la conciencia cerebral.  (5.88/9)


(4) Respecto a la masa humana común, que enfoca todas sus actividades y pensamiento en el plano físico, el período después de la muerte es de semiinconsciencía, de desconocimiento del lugar y de desorientación emocional y mental. En lo que a los discípulos concierne, se mantiene el contacto con las personas (generalmente con las que han estado asociados) durante las horas de sueño; continúan recibiendo impresiones del medio ambiente y de los asociados y reconocen la relación, y así (como en la tierra) asumen la responsabilidad. (6-420)

(5) Por lo tanto, tomemos al hombre común. ¿Cuá­les son sus primeras actividades y reacciones después de la restitución del cuerpo físico al depósito universal de sustancia? Permítanme enumerar algunas de dichas reacciones:


1.      Llega a ser conscientemente consciente de sí mis­mo. Esto involucra una claridad de percepción des­conocida para el hombre común, mientras está en encarnación física.

2.      El tiempo (que constituye la sucesión de aconte­cimientos registrados por el cerebro físico) ya no existe tal como entendemos el término, y -a medida que el hombre dirige su atención a su más claramente definido yo emocional- surge invaria­blemente un momento de contacto directo con el alma. Esto se debe a que, aún en el caso del hom­bre más ignorante y subdesarrollado, el momento de la completa restitución no pasa inadvertido pa­ra el alma. Tiene un definido efecto egoico, algo parecido a un largo y fuerte tirón dado a la cuerda de una campana, si puedo emplear tan simple sí­mil. Durante un breve segundo el alma responde, y la naturaleza de su respuesta es tal, que el hom­bre, situado en su cuerpo astral o más bien en su vehículo kama-manásico, ve ante sí, como en un mapa, las experiencias que ha tenido en la reciente encarnación. Registra y siente que el tiempo no existe.

tomado de: Una Gran Aventura: La Muerte


Por el Maestro Tibetano
Djwhal Khul




(Alice A. Bailey)


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jueves, 11 de febrero de 2010

Una Gran Aventura: La Muerte XV

(5) Volviendo a su instrucción, sí quiere acrecentar la capacidad de las tres actividades -contacto, impresión, relación- puede practicar un ejercicio simple antes de retirarse a dormir.


Después de lograr en lo posible una posición cómoda, trate de adoptar la actitud interna de que suavemente se va desprendiendo del cuerpo físico, manteniendo el concepto en el plano mental, comprendiendo, sin embargo, que es una simple actividad cerebral. De ninguna manera debe involucrar el corazón. La finalidad es man­tenerse consciente cuando aparta la conciencia del cere­bro y la lleva a los niveles sutiles de la percepción. Usted no abandona permanentemente el cuerpo físico, por lo tanto, no está involucrado el hilo de vida arraigado en el corazón. Durante unas horas y mientras está revestido con los vehículos astral y mental, el objetivo es mante­nerse en otra parte conscientemente consciente. En forma terminante se convierte en un punto de conciencia enfocado e interesado, empeñado en salir del cascarón del cuerpo físico. Se aferra a ese punto, se niega a mirar atrás al vehículo físico, las preocupaciones, los intereses y las circunstancias de la vida diaria, esperando firme­mente el momento en que su negativa actitud hacia el plano físico y su actitud positiva hacia los planos inter­nos le traigan un instante de liberación, quizás un deste­llo de luz, la percepción de una puerta de escape o el reconocimiento de lo que lo circunda, más la eliminación de toda sorpresa o la expectativa que se produzca un fenómeno.



Cuando practica este ejercicio de abstracción realiza simplemente un proceso diario muy común. Si consigue hacerlo con facilidad, cuando llegue la hora de la muerte podrá automáticamente y fácilmente -debido a que su cuerpo físico no ofrece resistencia alguna, sino que per­manece pasivo y negativo- hacer la Gran Transición sin preocuparse por lo desconocido ni temerlo. Quisiera que este ejercicio lo practique todo el grupo. Sólo involucra mantener constantemente una actitud y una fija deter­minación de aferrarse al punto de conciencia de su permanente yo, más una viva expectativa. Elijo estas palabras con cuidado y les pido que las estudien con el mismo cuidado. (6-421/2)



(tomado de: Una Gran Aventura: La Muerte

Por el Maestro Tibetano
Djwhal Khul

(Alice A. Bailey)

lunes, 8 de febrero de 2010

Una Gran Aventura: La Muerte XIV

1.      Aprender, antes de dormirse, a retirar la concien­cia a la cabeza. Esto debe practicarse definidamente como un ejercicio al entrar en el sueño. No deberían permitir deslizarse en el sueño, sino man­tener la conciencia intacta hasta pasar consciente­mente al plano astral. Debería intentarse el relajamiento, la cuidadosa atención y una constante atrac­ción hacia el centro de la cabeza, porque mientras el aspirante no haya aprendido a ser consciente de todos los procesos del sueño y a mantenerse al mismo tiempo positivo, resulta peligroso este trabajo. Los primeros pasos deben darse con inte­ligencia y seguirse durante muchos años, hasta hacer con facilidad el trabajo de abstracción.



2.      Anotar y vigilar todos los fenómenos relacionados con el proceso de retiro, ya sea durante el trabajo de meditación o al dormir. Se hallará, por ejemplo, que muchas personas despiertan sobresaltadas inmediatamente después de dormirse. Esto se debe a que la conciencia no se desliza por la trama que está bien abierta, sino por un orificio parcialmen­te cerrado. Otros podrán oír un chasquido violen­to en la región de la cabeza. Es causado por los aires vitales en la cabeza, que generalmente no percibimos, producidos por una interna sensibili­dad auditiva que causa percepción de sonidos siem­pre presentes, pero normalmente no registrados. Otros verán una luz cuando están por dormirse, nubes de colores o banderas y gallardetes de color violeta; éstos son todos fenómenos etéricos, sin real importancia, y se relacionan con el cuerpo vital, las emanaciones pránicas y la trama de luz.




Efectuar esta práctica y seguir estas cuatro reglas durante años, facilitará grandemente la técnica del le­cho mortuorio, porque el hombre que ha aprendido a manejar su cuerpo cuando está por dormirse, tiene una ventaja sobre quien nunca ha prestado atención al pro­ceso.




En relación con la técnica de morir sólo me es posi­ble ahora hacer una o dos sugerencias. No me ocupo aquí de la actitud de los atentos vigías, sino de esos puntos que harán más fácil el paso del alma transeúnte.




Primero, se debe guardar silencio en la habitación. Esto con frecuencia se hace. Se ha de recordar que la persona moribunda está por lo general inconsciente. Esta inconsciencia es aparente, no real. De novecientos casos sobre mil hay percepción cerebral, con plena con­ciencia de lo que ocurre, pero existe parálisis completa de la voluntad para expresarse y total incapacidad para generar la energía indicadora de vida. Cuando el silencio y la comprensión reinan en la habitación del moribun­do, el alma que parte, puede retener con claridad la po­sesión de su instrumento hasta el último minuto y hacer la debida preparación.




En el futuro, cuando se sepa más sobre los colores, sólo se permitirá la luz anaranjada en la habitación de un moribundo, siendo instalada con una ceremonia apro­piada cuando no haya posibilidad de restablecimiento. El color anaranjado ayuda al enfoque en la cabeza, así como el rojo estimula el plexo solar y el verde tiene un efecto definido sobre el corazón y las corrientes de la vida.




Ciertos tipos de música se utilizarán cuando se conoz­ca algo más en conexión con el sonido, pero aún no existe ninguna música que facilite el trabajo del alma al abstraerse del cuerpo, aunque se descubrirá que cier­tas notas del órgano son efectivas. En el momento exac­to de la muerte, si se emite la misma nota de la per­sona, se coordinarán las dos corrientes de energía y eventualmente se cortará el hilo de vida, pero este cono­cimiento es demasiado peligroso para transmitirlo y sólo podrá darse más adelante. Quisiera indicar el porvenir de los futuros estudios esotéricos y las líneas que de­berán seguir.



Se encontrará que la presión sobre ciertos centros nerviosos y arterias, facilitará el trabajo. (Esta ciencia de la muerte es mantenida en custodia en el Tíbet, como lo saben muchos estudiantes.) Presión sobre la vena yugular y sobre ciertos grandes nervios en la región de la cabeza y en un punto especial de la médula oblongada, será muy útil y efectiva. Más tarde se elaborará ine­vitablemente una ciencia definida de morir, pero sólo cuando la existencia del alma sea reconocida y su rela­ción con el cuerpo haya sido científicamente demos­trada.


También se emplearán frases mántricas y serán defi­nidamente construidas en la conciencia de la persona moribunda por quienes la circundan, o serán empleadas deliberada y mentalmente por él mismo. Cristo de­mostró su empleo cuando exclamó: "Padre, en Tus ma­nos encomiendo Mi espíritu". Y tenemos otro ejemplo en la palabras: "Señor, ahora dejarás a Tu ciervo irse en paz". El constante uso de la Palabra Sagrada ento­nada en voz baja o en una nota especial (a la cual res­ponda la persona moribunda), podrá más adelante cons­tituir una parte del ritual de transición acompañado con unción de aceite, según se practica en la Iglesia Católica. La extremaunción tiene una base oculta científica. La ci­ma de la cabeza del moribundo debería también simbó­licamente estar hacia el este y las manos y los pies cru­zados. Debería quemarse en la habitación sólo madera de sándalo y no permitirse ninguna otra clase de incien­so, porque la madera de sándalo es el incienso de primer rayo o destructor, y el alma está en proceso de destruir su morada.


Esto es todo lo que puedo comunicar por ahora sobre el tema de la muerte, para la consideración del público en general. Pero les suplico activar en lo posible el estu­dio de la muerte y su técnica y llevar adelante la inves­tigación oculta sobre este tema. (4-365/8)




(tomado de: Una Gran Aventura: La Muerte


Por el Maestro Tibetano
Djwhal Khul


(Alice A. Bailey)


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viernes, 5 de febrero de 2010

Una Gran Aventura: La Muerte XIII

(3) El reinado del temor a la muerte casi ha termi­nado, y entraremos pronto en un período de conoci­miento y seguridad, que socavará la base de todos nues­tros temores respecto al temor a la muerte, poco pue­de hacerse, excepto elevar el tema a un nivel más cien­tífico y, en este sentido, enseñar a las personas a morir. Existe una técnica de morir, así como existe una de vivir, pero se ha perdido en gran parte en Occidente y casi en Oriente, excepto en algunas agrupaciones en Oriente formadas por Conocedores. (4-220)

(4) El segundo punto que debe captarse es que puede darse una técnica de morir y también un entrenamiento durante la vida, que conducirá a emplear esa técnica.


Respecto al entrenamiento a que pueda someterse el hombre, daré algunas sugerencias que impartirán un nue­vo significado a la mayor parte del trabajo que realizan los aspirantes. Los Hermanos Mayores de la raza, que han guiado a la humanidad durante siglos, están prepa­rando personas para dar el próximo paso, lo cual traerá una continuidad de conciencia que terminará con el te­mor a la muerte y vinculará los planos físico y astral en tan íntima relación, que en realidad constituirán un solo plano. Así como tiene que producirse una unifica­ción entre los diversos aspectos del hombre, también debe efectuarse una unificación en conexión con los dife­rentes aspectos de la vida planetaria. Los planos deben ser unificados del mismo modo que el alma y el cuerpo. Esto ya se ha realizado en gran parte entre el plano etérico y el plano físico denso. Ahora se efectúa rápidamen­te entra el físico y el astral.

En el trabajo que están realizando los investigadores en todos los campos del pensamiento y de la vida huma­na, continúa esta unificación, y en el entrenamiento su­gerido a los aspirantes sinceros hay otros objetivos, ade­más de producir la unificación entre el alma y el cuerpo. Sin embargo, no se acentúa ninguno de ellos debido a la propensión del hombre a recalcar los objetivos erróneos. Quizá podría preguntarse si es posible dar una serie de reglas sencillas para ser seguidas por todos aquellos que procuran establecer tal ritmo, y así la vida será metódica y constructiva, y llegado el momento de retirarse de la envoltura externa no habrá problema ni dificultad. Daré por lo tanto cuatro reglas sencillas que enlazará lo que muchos estudiantes actualmente hacen:

1.      Aprender a mantenerse enfocados en la cabeza me­diante la visualización, la meditación y la práctica constante de la concentración; desarrollar la capa­cidad de vivir acrecentadamente como el rey sen­tado en el trono entre las cejas. Esta es una regla que puede ser aplicada a los asuntos de la vida.


2.      Aprender a rendir cordial servicio y no insistir emo­cionalmente en la actividad dirigida a manejar los asuntos ajenos. Esto significa, antes que cualquier actividad, responder a dos preguntas: ¿Estoy rin­diendo este servicio a un individuo como indivi­duo, o como miembro de un grupo a otro? ¿Es mi móvil un impulso egoico o estoy impulsado por la emoción, la ambición de sobresalir y el deseo de ser amado o admirado? Estas dos actividades tendrán como resultado el enfoque de las energías de la vida arriba del diafragma, y así se anulará el atractivo poder del plexo solar. En consecuencia este centro será cada vez menos activo y no exis­tirá el peligro de rasgar la trama en ese lugar.



(tomado de: Una Gran Aventura: La Muerte


Por el Maestro Tibetano
Djwhal Khul


(Alice A. Bailey)


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jueves, 28 de enero de 2010

Una Gran Aventura: La Muerte X

(5) Hay una o dos cosas que quisiera dejar en claro y que ustedes a su vez deben aclararle al paciente:


1.      La curación no se garantiza. El paciente debe com­prender que continuar viviendo en el cuerpo físico no constituye la meta más elevada posible. Podría serlo si hubiera que prestar un servicio muy impor­tante, si debiera cumplir aún con ciertas obligaciones o si tuviera que aprender otras lecciones. La existen­cia corpórea no es, sin embargo, el bien más preciado. Liberarse de las limitaciones del cuerpo físico es verdaderamente beneficioso. El paciente debe apren­der a reconocer y aceptar la Ley del Karma.

2.      El temor es innecesario. Uno de los primeros objeti­vos del agente curador debería ser ayudar al paciente a obtener una visión feliz, sana y esperanzada, acerca de su futuro, no importa lo que el futuro le depare. (17-287)

(6) Por lo tanto el curador tiene el deber de ser eficaz y, de acuerdo con lo que él es, así será el efecto que pro­ducirá sobre el paciente. Cuando un curador trabaja magnéticamente e irradia la fuerza de su alma sobre el paciente, éste podrá lograr más fácilmente el fin deseado, lo cual puede ser la total curación o si no el estableci­miento de un estado mental que le permitirá seguir vi­viendo con su dolencia, sin verse obstaculizado por las limitaciones kármicas del cuerpo, o quizá pueda liberarse debidamente (con alegría y facilidad) del cuerpo y obtener la completa salud a través del portal de la muer­te. (17-15/6)


(7) Algunos sectarios y curadores generalmente adop­tan la posición de que es muy importante liberar al vehículo físico de enfermedades y arrebatarlo de las ma­nos de la muerte. Sin embargo, quizá sea preferible (y frecuentemente lo es) dejar que la enfermedad realice su trabajo y la muerte libere al alma del aprisionamien­to. Llega inevitablemente el momento, para todos los seres encarnados, en que el alma demanda liberarse del cuerpo y de la vida de la forma, y la naturaleza tiene sus propios y sabios métodos para hacerlo. Enferme­dad y muerte deben ser reconocidas como factores libe­radores, cuando se producen como resultado del exacto momento elegido por el alma. Los estudiantes deberán comprender que la forma física es un conglomerado de átomos erigidos en organismos y finalmente en un cuerpo coherente, el cual se mantiene unido por la vo­luntad del alma. Si lleváramos esa voluntad a su propio plano o (como se dice esotéricamente) "si dejáramos que el ojo del alma mire hacia otra dirección" inevitablemente sobrevendría la enfermedad y la muerte en el actual ciclo. Esto no constituye un error mental o el fracaso en reconocer la divinidad o que se haya sucum­bido al mal, en realidad es la resolución de la naturaleza forma, en sus partes componentes y esencia básica. La enfermedad es esencialmente un aspecto de la muerte. Es el proceso por el cual la naturaleza material y forma sustancial se preparan para separarse del alma. (17-90)





(tomado de: Una Gran Aventura: La Muerte


Por el Maestro Tibetano
Djwhal Khul



(Alice A. Bailey)


consulta sobre tus vidas pasadas


jueves, 21 de enero de 2010

experiencias de un alma entrante

¿Si te pidieran trabajar en ese planeta, en qué podrías contribuir a su cultura? ¿Podrías enseñar desde la percepción y la experiencia de tu corazón? ¿Cómo te sentirías habiendo dejado a tu familia y a tu compañero en la Tierra? ¿Te aventurarías a salidas y entradas al cuerpo físico para viajar a casa de vez en cuando? ¿Qué tipo de obstáculos te encontrarías? ¿Podrías proporcionar tecnología, enseñar conceptos y filosofías que se alinearan y despertaran a esa cultura hacia una versión de su potencial más expansiva?

Eso me ocurrió a mí...
Me llamo Shaari. Soy una mujer extraterrestre que se integró en un cuerpo humano femenino en 1989. Soy comandante en el Comando Estelar, una organización interplanetaria que consiste de diferentes culturas y seres universales. La mayor parte de mi vida, aproximadamente unos 750 años, he vivido y trabajado para este Comando. Nací como híbrida Pleyadiana/Arcturiana, mi creación fue ideada por un consejo Pleyadiano y Arcturiano. Como tal, no tengo un padre y una madre, pero me refiero a estos consejeros como vosotros llamáis a los padres. Llevo la curiosidad Pleyadiana en la semilla de mi conciencia y la habilidad Arcturiana para sanar la integración del pensamiento en diferentes culturas. En el Comando Estelar trabajo como sanadora holográfica y profesora interdimensional. Asisto a otros representantes interplanetarios a cambiar y alinear su conciencia antes de sus viajes interestelares. En nuestro reino, el pensamiento propulsa la forma y la claridad del pensamiento asegura la manifestación de esta realidad instantánea.
En el Comando Estelar viajamos por encima de la velocidad de la luz, viajamos a la velocidad del pensamiento. Cada falta de alineación del pensamiento de uno puede alterar la trayectoria y las coordenadas de una misión. La falta de equilibrio en el pensamiento mientras se viaja a través de Portales Estelares o cualquier otro fenómeno interestelar, puede resultar en la total fragmentación de la forma de vida de uno y de su nave lanzadera.
Durante mis primeros años pasé la mayor parte a bordo de varias naves. Me sentía fascinada por cómo diferentes culturas creaban su existencia a través del pensamiento. Como resultado, empecé a trabajar con los guardianes del reino Akáshico. Me especialicé en simbología holográfica, desarrollando un nivel experto en registrar estos símbolos y transcribirlos según la información de los archivos Akáshicos. Estos archivos son una biblioteca de recursos universales enorme que contiene las opciones y las decisiones de las almas y sus conciencias. Los archivos Akáshicos se utilizan frecuentemente para alinear a los viajeros interplanetarios con su visión, objetivos e intenciones antes de realizar su viaje multidemensional.
También tengo una familia y un compañero que se llama Mishar. Es un varón Arcturiano extraterrestre, un consejero y sanador completamente iniciado, que trabaja como comandante en el Comando Estelar. Tiene la habilidad de utilizar sus alas para cambiar la conciencia, a través de diferentes frecuencias de color, luz y sonido a través de una serie de plumas armoniosamente entonadas. Su cuerpo extraterrestre es bastante alto, entre 6,4 y 7´, y la envergadura de sus alas es de al menos 6 pies. A bordo, Mishar trabaja con los consejeros de alto nivel, monitoreando patrones meteorológicos causados por las fluctuaciones del pensamiento en cualquier conciencia de masas. Cuando observa cambios en los patrones del clima de la Tierra, suele utilizar elevadas frecuencias de sonido para equilibrar determinadas áreas en la conciencia de masas.

Mi invitación a la Tierra...
Mi compañero Mishar y yo acabamos de regresar del planeta Ur, donde hemos estado observando y asistiendo al desarrollo de la conciencia de una forma de vida primitiva. Nuestro viaje de vuelta nos ha traído al cuarto cuadrante del sistema solar de la Tierra. Ahí, localizado detrás del sol de la Tierra, nuestra nave "Estrella del Oeste" ha estado orbitando. La Estrella del Oeste es nuestra nave nodriza y alberga a varios cientos de miles de representantes Intergalácticos, la mayoría de ellos extraterrestres. Bajo el comando de Veyares, opera según las estrictas directivas de Ashtar, del Comando Estelar y del Consejo Intergaláctico de los Doce.
De regreso en la nave Estrella del Oeste, Mishar y yo enseguida fuimos escoltados a nuestras respectivas cámaras de sanación. Allí nos proporcionaron nuevos "uniformes", reemplazando la tradicional prenda con una luz líquida azul platino que cubría nuestra forma. Este baño energetizó y elevó la tasa vibratoria de nuestros cuerpos de luz, lo que nos permitía mantener una mayor conectividad con la nave. Este cambio de uniforme también significaba un cambio en nuestras funciones, una promoción de rango.
Desfilando, nos escoltaron, pasando por el atrio localizado en el centro de la nave Estrella del Oeste. Este atrio es enorme, con cientos de niveles o plantas que actúan como invernaderos para distintos tipos de vegetación interplanetaria. Desde cada nivel, miles de seres y estudiantes honraron nuestra presencia mientras entrábamos en las cámaras del alto consejo. En el interior de la cámara permanecieron solamente unos pocos consejeros, junto con Ashtar, Bashar, Veyares, Solara, Torin, y el Consejero Aarah, Formaron un círculo a nuestro alrededor y pensé que quizás Mishar y yo íbamos a recibir una reprimenda por haber prolongado en exceso nuestra bienvenida permanencia en el planeta Ur.
Para nuestro deleite, el Concejal Aarah y Ashtar nos ofrecieron a Mishar y a mí la oportunidad de nuestra vida: ofrecer nuestra colaboración en el salto cuántico de conciencia de un planeta evolutivo y sus especies. Esta tarea involucraba la integración consciente en la forma de vida nativa del planeta. Significaba vivir, aprender e interactuar con esa cultura. Era un desafío para aprender las principales formas de comunicación que posibilitarían al Comando Estelar interactuar de manera más directa con los ciudadanos de esa cultura.
Se nos ofreció la opción de una de las siguientes tareas: la primera opción era integrarnos en una forma de vida primitiva que estaba comenzando a realizar el cambio hacia una realización consciente. La otra tarea implicaba integrarse en un cuerpo humano, para aprender y descifrar sus patrones de comunicación para poder prepararles a interactuar con extraterrestres, para establecer la creación de un intercambio intergaláctico comercial y tecnológico. El trabajo en la Tierra duraría seis años, y después regresaríamos a nuestra nave Estrella del Oeste, y asumiríamos el mando de Veyares.
La nave Estrella del Oeste está programada para llevar a cabo gran parte de la interacción visible con los habitantes de la Tierra en el próximo siglo. Hasta la fecha, Mishar no ha recibido la invitación consciente de ningún hombre para poder integrarse en su cuerpo. Sin embargo, yo me integré hace un poco más de tres años, y todavía tengo recuerdos conscientes y mantengo contacto con Mishar y con mi nave con regularidad.


domingo, 17 de enero de 2010

integración al cuerpo fisico de un alma entrante

LA INTEGRACIÓN...

Me integré en un cuerpo humano de mujer en 1989. El cuerpo en el cual me integré pertenecía a una mujer de treinta y pocos años, una profesional que trabajaba en gráficos de ordenadores, y que aparte canalizaba y daba cursos de crecimiento personal. En enero de 1989, esta mujer sufrió un grave accidente de tráfico, durante el cual recibió el reconocimiento consciente de que había completado su propósito en la vida y que según la Ley Universal se le permitía abandonar el plano de la Tierra. Ella quiso permitir que su cuerpo sirviera de vehículo para que otro ser de una conciencia más elevada lo pudiese usar.
En vez de dejar que su cuerpo "muriera", sintió que otro ser de distinto origen en el universo podría utilizar este espacio para traer una mayor perspectiva y percepción en los cambios planetarios que estaban por llegar. Para que esto pudiera darse, era necesario un intercambio total de almas en el cuerpo físico. Entre enero y junio, los guías de la mujer y la Hermandad de Luz deliberaron intensamente, valorando la intencionalidad e integridad de ella respecto a su pedido continuo de abandonar el plano terrestre.
Bajo la sanción de los guías de la mujer, el Consejo Intergaláctico de los Doce y el Comando Estelar, la apertura fue preparada para que me involucrara en este intercambio de almas. En el Consejo Intergaláctico de los Doce hay seres de los reinos Angelicales y Extraterrestres. El Comando Estelar es un grupo de representantes interplanetarios compuesto por extraterrestres de diferentes culturas del universo, que actúan como un departamento de servicio en la Hermandad de la Luz. Este intercambio fue muy poco convencional, y hasta la fecha solamente 230 "almas entrantes" completamente integradas en cuerpo tienen recuerdos conscientes y acceso a sus reinos. Cada integración es única e implica el intercambio de almas en un cuerpo físico. No todas las "almas entrantes" son extraterrestres. Provienen de múltiples dimensiones y universos.

El 14 de Julio de 1989 se me concedió el permiso para integrarme en el cuerpo físico de la mujer. Estaba impartiendo un curso en una pequeña isla al noroeste del Pacífico. Yo estaba ubicada en el sur de la isla, en una pequeña nave lanzadera. A primera hora de la tarde esperaba las órdenes finales mientras la niebla aumentaba sobre el agua.
La mujer era consciente de lo que iba a ocurrir. Sus guías le indicaron que abandonara el área donde enseñaba y que se dirigiera hacia la orilla rocosa del sur de la isla, ella sola. Allí se encontró con sus guías que le preguntaron si quería seguir adelante con el intercambio. Los guías facilitaron el intercambio, le indicaron que se tumbara sobre las rocas y realizara una serie de respiraciones rítmicas para desplazar su cuerpo de luz y alma fuera de la forma física humana.
Mientras tanto yo recibía las últimas instrucciones de Ashtar, Torin y Aarah, que estaban suspendidos en mi lanzadera, justo encima de esta playa. A medida que mi cuerpo extraterrestre se desmaterializaba, mi alma empezó a envolver todas las áreas de mi conciencia. Recuerdo un veloz torrente de luz en espiral que enseguida me envolvió, elevándome en movimientos concéntricos hacia la playa en la que se encontraba el cuerpo físico. Un igualmente poderoso torrente de luz me pasó rápidamente y se dirigía a la lanzadera.

En un instante descendí y entré en el cuerpo por la parte izquierda de la cabeza y el hombro. El silencio era increíble. Todo lo que me había resultado familiar hasta ahora se había transformado. Ahí estaba yo, en un cuerpo que parecía cemento. Nada se movía, sentía todo muy pesado. Caí en un trance profundo, como un estado de sueño, hasta que desperté mientras la marea subía a mi alrededor. Tenía que moverme, pero ¿Cómo? Mientras pensaba cómo hacerlo, los torpes miembros carnosos empezaron a responder, sacudiéndose y moviéndose nerviosamente. Finalmente, conseguí ponerme de pie y regresar al lugar donde se impartía el curso. La gente se portó de maravilla y me cuidaron en todos los sentidos.

Las funciones motrices del cuerpo terrestre estaban confundidas por el aumento de la energía electromagnética que traía. Con frecuencia el cuerpo se retorcía violentamente, el patrón del habla era robótico y sin ritmo. La voz había cambiado completamente y los ojos difícilmente funcionaban. En general, el cuerpo estaba rechazando la presencia de mi energía. Al final, conseguí adaptarme en 6 meses. Después del intercambio, el alma y el cuerpo de luz de la mujer permaneció a bordo de la nave Estrella del Oeste durante varios meses. Finalmente fue alineada y pudo regresar directamente a su Alma Superior.
consulta sobre el curso y el libro


miércoles, 13 de enero de 2010

Una Gran Aventura: La Muerte VII

PARTE III



¿Por qué no aceptan la Transición? Aprendan a glorificarse en la experiencia que otorga el don de la sabia edad avanzada, y estén a la expectativa de la Gran Aventura que los enfrenta. En sus momentos más elevados saben que esa Transición significa la realización, sin verse limitados por el plano físico. (6-594)



(1) Las razones por las cuales un discípulo debe por lo menos tratar de no relajarse indebidamente y arremeter adelante a pesar de la fatiga (la fatiga de años de vida) y del creciente "crujir" del mecanismo humano y la inevitable tendencia hacia el constante servicio y contacto con los demás, podrían ser enumeradas de la manera siguiente:


1.      Debe esforzarse por continuar el mismo ritmo de servicio y de vida fructífera cuando -libre del cuerpo físico- se encuentre en el más allá. No debe haber interrupción en ese servicio.


2.      Debe esforzarse, hasta donde sea posible, por mantener la continuidad de su conciencia como discípulo activo, sin permitir interrupción alguna entre su actual punto de tensión y el que sobreviene después de la experiencia de la muerte.


3.      Debe esforzarse por cerrar el episodio de la experiencia de esta vida, a fin de evidenciar que es miembro de un Ashrama; no debe permitir interrupción alguna en la relación establecida ni que cese la afluencia de la vida ashrámica a través del discípulo, al mundo de los hombres. Esta actividad no es fácil debido al natural y normal deterioro del vehículo físico a medida que envejece, lo cual requiere una concentración definida del esfuerzo, acrecentando así la tensión en la que vive siem­pre un discípulo.




Los discípulos de mi Ashrama tienen la doble res­ponsabilidad de mantenerse firmes para preser­var el conocimiento, si puedo emplear tal frase. Esta firmeza de ninguna manera debe abando­narse cuando la vejez se acerca, ni debe permitír­sele desaparecer por la transición de la misma muerte. El Maestro de un Ashrama trabaja me­diante el pensamiento consciente e ininterrumpi­do de un grupo fusionado de discípulos. El servi­cio activo externo de un grupo de discípulos no es de mucha importancia (aunque tiene necesa­riamente un propósito vital) como el coherente e integrado pensamiento grupal, tan poderoso para efectuar cambios en la conciencia humana. El problema particular de la crisis mundial ac­tual y los terribles reajustes en la conciencia hu­mana, incidentales a la inauguración de una nue­va cultura, civilización y religión mundiales, jus­tifican que se les presente a los miembros de mi Ashrama (y a los grupos afiliados como el suyo) la oportunidad de mantener intacto y libre de todo deterioro su "estado mental" durante los años que restan de esta vida, a través del proceso de disolución, y así hasta la liberación en el más allá. No es una tarea fácil mantener consciente esta integridad; requiere comprensión y un es­fuerzo deliberado. (6-433/4)




(2) Cuando sea captada la verdadera naturaleza del servicio, se descubrirá que es un aspecto de esa energía divina que trabaja siempre bajo el aspecto destructor, porque destruye las formas con el fin de liberarlas. El servicio es una manifestación del Principio de Libera­ción, y la muerte y el servicio constituyen dos aspectos del mismo. El servicio salva y libera, y trae liberación en diversos niveles, a la conciencia aprisionada. Lo mismo puede afirmarse de la muerte. (4-388)







(tomado de: Una Gran Aventura: La Muerte


Por el Maestro Tibetano
Djwhal Khul


(Alice A. Bailey)


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sábado, 26 de diciembre de 2009

Una Gran Aventura: La Muerte II

1.      La teoría de la reencarnación, tan familiar para to­dos mis lectores, está llegando a ser crecientemen­te popular en Occidente; siempre fue aceptada en Oriente (aunque con muchas adiciones e interpre­taciones tontas). Dicha enseñanza ha sido tan dis­torsionada como las enseñanzas de Cristo, Buda o Shri Krishna, por sus teólogos de mente estrecha y limitada. Los básicos fundamentos de un origen espiritual, de un descenso a la materia, de un as­censo por medio de las constantes encarnaciones en la forma, hasta que esas formas sean expresiones perfectas de la conciencia espiritual que mora inter­namente, y de una serie de iniciaciones, al finalizar el ciclo de encarnación, están siendo más rápidamente aceptados y reconocidos como nunca lo fue­ron.




Tales son las principales soluciones a los problemas de la inmortalidad y de la supervivencia del alma hu­mana; que aspiran responder a la eterna pregunta del corazón humano respecto a cuándo, por qué, dónde y adónde. (17-296/8)




(6) Dentro de los próximos años la realidad de la supervivencia y de la eternidad de la existencia, habrán dejado de ser una incógnita para convertirse en una convicción. No quedarán dudas de que el hombre al abandonar el cuerpo físico continúe siendo una entidad viviente y consciente. Se sabrá que continúa su existen­cia en un mundo más allá del físico y que vive, está despierto y es consciente. Esto se comprobará de diver­sas maneras, por:




a.       El desarrollo de un poder dentro del ojo físico del ser humano que.., revelará el cuerpo etérico... y se verá que los hombres ocupan ese cuerpo.




b.      El creciente número de personas que tienen el po­der de emplear... "el tercer ojo"..., que ha des­pertado nuevamente, demostrará la inmortalidad... porque verá fácilmente al hombre que ha abandonado sus cuerpos etérico y físico.




c.       Un descubrimiento, en el campo de la fotografía, comprobará la supervivencia.




d.      Por medio de la radio, con el tiempo se establecerá comunicación con aquellos que han pasado al más allá, y esto se convertirá en una verdadera ciencia.




e.       El hombre será sensibilizado a tal grado de per­cepción y contacto, que le permitirá ver a través de las cosas y revelará la naturaleza de la cuarta dimensión, y fusionará en un nuevo mundo los mundos subjetivo y objetivo. La muerte ya no ins­pirará terror y desaparecerá el temor particular que provoca. (17-304/5)




(7) Resultará evidente que cuando la humanidad lo­gre esta perspectiva sobre la muerte y el arte de morir, toda la actitud de la raza humana sufrirá un benéfico cambio. Esto irá a la par, a medida que el tiempo trans­curre, de una sensibilidad humana en los niveles tele­páticos; los hombres serán cada vez más inteligentes y la humanidad se enfocará acrecentadamente en los niveles mentales. Esta sensibilidad telepática será un fenómeno común y corriente, siendo el espiritismo ac­tual una garantía de ello, aunque la seria distorsión exis­tente se basa en gran parte en los ansiosos deseos de la humanidad, pero contiene muy poca telepatía verda­dera. Actualmente la telepatía que existe entre el mé­dium (esté o no en trance) y el pariente o amigo desaparecido, no existe entre aquel que ha experimentado la liberación de la muerte y el que todavía se halla en la forma. Esto debe tenerse siempre presente. Mientras tanto, donde la mente no es normalmente telepática, puede haber (aunque muy raras veces) la interposición de una mediumnidad, basada en la clarividencia y clariaudiencia, pero no en el trance. Aún así esto precisará establecer un contacto totalmente astral por medio de un tercero, y estará basado en el espejismo y el error. No obstante será un paso adelante para las actuales se­siones mediumnímicas, que simplemente ignoran al muerto, respondiendo solamente al interesado lo que el médium lee en su aura. Los recuerdos de la apariencia personal, las reminiscencias significativas acumuladas en la conciencia del que pregunta, y la vana ilusión de pedir consejos, pues cree que porque ha fallecido es más inteligente que antes. Cuando el médium a veces logra establecer una verdadera comunicación, se debe a que el solicitante y la persona fallecida son tipos men­tales, por lo tanto se establece una verdadera sensibili­dad telepática entre ellos, la cual es captada por el mé­dium.




La raza va progresando, desarrollándose y haciéndose cada vez más mental. La relación entre los muertos y los vivos debe y deberá existir en los niveles mentales, antes de los procesos de integración; la verdadera in­terrupción de la comunicación se producirá cuando el alma humana esté reabsorbida en la superalma, antes de volver a encarnar. La realidad de que se establece comunicación hasta ese momento, destruirá completa­mente el temor a la muerte. En el caso de los discípulos que trabajará en el Ashrama de un Maestro, este proceso de integración no constituirá siquiera una barrera. (17-293)




(8) Veremos así emerger gradualmente en el mundo un gran grupo de síquicos entrenados cuyos poderes son comprendidos, actuando en el plano astral con tan­ta inteligencia como cuando lo hacen en el plano físico, y preparándose para expresar los poderes síquicos su­periores, percepción y telepatía espirituales. Estas per­sonas constituirán oportunamente un grupo de almas vinculadoras, mediando entre los que no pueden ver ni oír en el plano astral, por ser prisioneros del cuerpo físico, y los que son igualmente prisioneros del plano as­tral, por carecer del mecanismo físico de respuesta.




Por lo tanto, la gran necesidad no es de que cesemos de consultar y entrenar a nuestros psíquicos y médium, sino de que los entrenemos correctamente y los prote­jamos inteligentemente, vinculando así, por su interme­dio, los dos mundos, el físico y el astral. (13-18/9)


 (tomado de: Una Gran Aventura: La Muerte


Por el Maestro Tibetano
Djwhal Khul



(Alice A. Bailey)


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miércoles, 23 de diciembre de 2009

Una Gran Aventura: La Muerte I

(3) Los estudiantes de religión estudiarán la manifes­tación de lo que llamamos "aspecto vida", así como el científico estudia el llamado aspecto "materia"; ambos llegarán a comprender la estrecha relación que existe entre estos dos aspectos, con lo cual se llenará el anti­guo vacío y cesará temporariamente la lucha entre la ciencia y la religión. Se pondrán en práctica métodos precisos para demostrar que la vida persiste después de la muerte del cuerpo físico, y la trama etérica será reconocida como factor operante. (3-360)




(4) El primer paso para sustanciar la realidad de la existencia del alma es establecer la supervivencia, aun­que esto no probará necesariamente la inmortalidad. Sin embargo, puede considerarse como un paso dado en la correcta dirección. Se está comprobando constante­mente que algo sobrevive al proceso de la muerte y persiste después de la desintegración del cuerpo físico. Si esto no es verdad, entonces somos víctimas de una alu­cinación colectiva, y engañan y mienten y están enfer­mos y pervertidos los cerebros y las mentes de miles de personas. Tal gigantesca locura colectiva es más di­fícil de creer que la alternativa de una expansión de conciencia. Sin embargo, el desarrollo que sigue la línea síquica no probará la existencia del alma. Sólo sirve para destruir la posición materialista. (14-99)




(5) El problema de la muerte, es innecesario decirlo, se funda en el amor a la vida, el instinto más arraigado de la naturaleza humana. La ciencia reconoce que nada se pierde de acuerdo a la ley divina; la eterna supervi­vencia, de un modo u otro, es considerada universalmen­te como una verdad. De todo el cúmulo de teorías se han extraído y propuesto tres soluciones principales, muy conocidas por las personas reflexivas, y son:




1.      La solución estrictamente materialista afirma que la experiencia y la expresión de la vida consciente con­tinúan mientras la forma física tangible existe y per­siste, pero también enseña que después de la muerte y la consiguiente desintegración del cuerpo, ya no existe una persona consciente, activa y autoidentifi­cada. El sentido del Yo, la percepción de la persona­lidad, en contraposición con las otras personalidades, se desvanece al desaparecer la forma; creen que la personalidad sólo es la suma total de la conciencia de las células del cuerpo. Esta teoría relega al hom­bre al mismo estado de cualquiera de las formas de los otros tres reinos de la naturaleza; está basada en la insensibilidad del ser humano común hacia la vida, fuera de un vehículo tangible; ignora toda evidencia contraría y explica que como no podemos ver (visualmente) y comprobar (tangiblemente) la persistencia del Yo o la inmortal entidad después de la muerte, ella no existe. Muchos ya no sostienen esta teoría como en años anteriores, particularmente durante la materialista Era Victoriana.




2.      La teoría de la inmortalidad condicional. Esta teoría es sostenida aún por ciertas escuelas fundamentalis­tas de pensamiento, teológicamente estrechas, y tam­bién unos cuantos intelectuales principalmente de tendencia egotista. Afirma que sólo quienes obtienen una etapa particular de percepción espiritual o acep­tan un conjunto peculiar de  pronunciamientos teoló­gicos pueden recibir el don de la inmortalidad personal. Los altamente intelectuales también arguyen que a quienes poseen una mente desarrollada y cul­tivada, don culminante para la humanidad, análoga­mente se les otorga la eterna supervivencia. Una escuela rechaza a aquellos que consideran espiritual­mente recalcitrantes o negativos a la imposición de su verdad teológica particular, lo cual los condena a un total aniquilamiento como en la solución materia­lista, o a un eterno castigo, que al mismo tiempo abo­ga por una especie de inmortalidad. Debido a la inna­ta bondad del corazón humano, muy pocos son venga­tivos o suficientemente irreflexivos para considerar aceptable esta presentación; por supuesto, entre ellos, debemos clasificar las personas irreflexivas que eva­den la responsabilidad mental, aceptando ciegamente los pronunciamientos teológicos. La interpretación cristiana, dada por las escuelas ortodoxas y funda­mentalistas, prueba ser falsa cuando es sometida a un claro razonamiento; entre los argumentos que nie­gan su veracidad reside el hecho de que el cristianis­mo proclama un largo futuro pero ningún pasado; siendo asimismo un futuro que depende totalmente de las acciones del actual episodio de vida y de nin­guna manera explica las distinciones y diferencias que caracterizan a la humanidad. Esto sólo tiene asidero en la teoría de una Deidad antropomórfica, cuya vo­luntad -en su actuación práctica- sólo presenta aquello que no tiene pasado sino únicamente futuro; reconocen ampliamente la injusticia de esto, pero dicen que la inescrutable voluntad de Dios no debe ser puesta en duda. Millones de personas sostienen esta creencia, pero no tan fuertemente como lo hacían cien años atrás.







(tomado de: Una Gran Aventura: La Muerte


Por el Maestro Tibetano
Djwhal Khul


(Alice A. Bailey)


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domingo, 20 de diciembre de 2009

Una Gran Aventura: La Muerte

 Comenzaré hoy con una serie de entregas sucesivas de este maravilloso libro que explica muy detalladamente el proceso de la muerte, para acercarnos mejor a la idea del porqué de la reencarnación, a comprender el karma, y a tomar de otro modo a la muerte pues es una idea que aún no se comprende muy bien en el mundo occidental.

Una Gran Aventura: La Muerte
Por el Maestro Tibetano
Djwhal Khul (Alice A. Bailey



Se necesita valor para enfrentar la realidad de la muerte, y para formular en forma muy definida nuestras creencias sobre el tema... La muerte es el único hecho que podemos predecir con absoluta seguridad y, sin embargo, la mayoría de los seres humanos se rehusa a considerarlo, hasta que lo enfrenta de modo inminente y personal.


Las personas enfrentan la muerte de muy diversas maneras; algunas con un sentimiento de autocompasión, se hallan tan preocupadas por lo que dejan, por lo que termina para ellas, por el hecho de abandonar todo lo que acumularon en la vida, que el verdadero significado del futuro inevitable no les llama la atención. Otras la enfrentan con valor y encaran lo inevitable, miran la muerte con osadía, porque no pueden hacer nada más. Su orgullo los ayuda a salir al paso del acontecimiento. Aún otros rehusan considerar en absoluto esa posibili­dad. Se autohipnotizan hasta llegar a un estado donde el pensamiento de la muerte es rechazado por la concien­cia, que no lo considera posible, de modo que cuando llega, los toma de sorpresa; están inermes y lo único que pueden hacer es sencillamente morir. La actitud cris­tiana, por lo general, es más precisa en su aceptación de la voluntad de Dios, adoptando la resolución de con­siderar el acontecimiento como lo mejor que pudiera ocurrir, aun cuando no lo parezca desde el ángulo del medio ambiente y las circunstancias. La firme creencia en Dios y Su propósito predestinado para el individuo, lleva a pasar triunfalmente por los portales de la muer­te, pero si se les dijera que ésta es simplemente otra forma del fatalismo del pensador oriental, y una creen­cia fija en un destino inalterable, lo considerarían falso. Los que así piensan se escudan tras el nombre de Dios.




Sin embargo, la muerte puede ser más que todas esas cosas y enfrentada de distintas maneras. Puede tener cabida definida en la vida y en el pensamiento, y pode­mos prepararnos para ella como algo inevitable, pero simplemente es el Originador de cambios. De este modo haremos del proceso de la muerte una parte planeada de todo nuestro propósito de vida. Podemos vivir tenien­do conciencia de la inmortalidad, lo que agregará colo­rido y belleza a nuestra vida; podemos fomentar la con­ciencia de nuestra futura transición y vivir con la espe­ranza de su prodigio. La muerte así encarada, conside­rada como un preludio para una ulterior experiencia viviente, cobra un significado distinto. Se transforma en experiencia mística, una forma de iniciación, que alcanza el punto culminante en la crucifixión. Todas las anterio­res renunciaciones menores nos preparan para la gran renunciación; todas las anteriores muertes sólo son el preludio del estupendo episodio de morir. La muerte nos trae la liberación temporaria de la naturaleza corporal, de la existencia en el plano físico y de la experiencia visible, que quizás con el tiempo será permanente. Cons­tituirá la liberación de toda limitación, y aunque crea­mos (como lo hacen millones de seres) que la muerte es sólo un intervalo en una vida de progresiva acumula­ción de experiencia, o el fin de toda experiencia (como sostienen otros tantos millones), no puede negarse el hecho de que la muerte indica una transición definida de un estado de conciencia a otro. (22-243/5)









(tomado de: Una Gran Aventura: La Muerte
Por el Maestro Tibetano
Djwhal Khul
(Alice A. Bailey)

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