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martes, 22 de junio de 2010

Diez razones para no comprar prendas de piel

Diez razones para no comprar prendas de piel

Este artículo ha sido visto 8.585 veces, y le gusta a 151 personas. Me gusta
Cada año 20 millones de animales son capturados con trampas y 40 millones son criados en granjas para un lujo innecesario, según las asociaciones que luchan por los derechos de los animales. Por su parte, las empresas peleteras abogan por la utilidad de e
Diez razones para no comprar prendas de piel

10 Razones para No Comprar Prendas de Piel

Lo peor que le puede pasar a cualquier animal silvestre es que se le produzca sufrimiento de forma intencionada, se le manipule genéticamente, se le trate como si fuese un animal doméstico para posteriormente matarle y, en demasiados casos, causar la extinción de la especie. La industria peletera no sólo ha realizado todo esto, sino que además es responsable de un derroche de recursos, de la generación de residuos y de la introducción en el medio natural de especies no autóctonas. Todo ello para satisfacer una supuesta necesidad de prendas de abrigo, totalmente inexistente, y los imperativos de una moda anticuada y repudiada por la mayorí­a de la población.

Diez buenas razones para no usar pieles:

1.- Millones de animales son matados anualmente: la industria peletera causa la muerte en el mundo a más de 140 millones de animales silvestres. 40 millones de estos animales son criados y matados en granjas y los 20 millones restantes son cazados utilizando trampas no selectivas que a su vez producen la muerte de otros 80 millones de animales no útiles para la peleterí­a. Cada prenda elaborada con piel de animales silvestres esconde la muerte innecesaria de muchos animales, y las personas que compran o utilizan las mismas deben asumir su responsabilidad por dichas muertes.
2.- Extinción de especies: la captura y muerte de animales salvajes con fines peleteros ha llevado durante los últimos siglos a la extinción a diversas especies, como por ejemplo, al visón del mar y al zorro de las Malvinas, mientras que a otras muchas las ha puesto al borde de la desaparición. Algunas de estas especies son: castor, ocelote, pantera nebulosa, nutria marina, tigre, jaguar, koala, o chinchilla salvaje. En la actualidad todaví­a se matan animales silvestres en libertad pertenecientes a especies que se encuentran muy amenazadas. En España, la caza de animales por su piel supuso la extinción de la garduña de Ibiza y ha puesto, junto con otras causas, a múltiples especies al borde de la extinción. La nutria ha sido perseguida por su piel hasta la década de los sesenta, en que empezó a escasear tanto que dejó de ser rentable. El oso pardo sigue siendo hoy en dí­a cazado furtivamente, entre otras causas, por su piel.
Otro ejemplo es el lince ibérico. A principios de siglo más de 300 pieles de lince llegaban cada año a las peleterí­as de Madrid, procedentes de los montes del Guadarrama, El Pardo y la Cuenca del Alberche. En 1937 aún se comercializaban anualmente en el mercado nacional unas 500 pieles de lince. En la actualidad la población de esta especie no alcanza los 800 ejemplares y se encuentra al borde de la extinción. La utilización de pieles de animales silvestres ha sido y sigue siendo una de las principales causas de extinción de especies.
3.- Sufrimiento innecesario: La peleterí­a no es sólo sinónimo de muerte, también lo es de sufrimiento. Los métodos utilizados para matar a los animales son estremecedores. En el caso de animales en libertad, su muerte se produce especialmente mediante la utilización de trampas, tales como cepos. Estos métodos no causan la muerte del animal de forma rápida, sino que alargan el sufrimiento. La muerte termina produciéndose tras largo tiempo de agoní­a.
En el caso de las granjas, la crueldad se inicia desde el momento en que se obliga a vivir a los animales en reducidas cajas junto a cientos de congéneres, con grandes niveles de estrés psicológico. Las granjas no tienen en cuenta sus necesidades psicológicas y etológicas, causando en los animales movimientos anormales, apatí­a y automutilación, incumpliendo la Convención Europea para la protección de los animales de granja. Los métodos utilizados para matar estos animales van desde el gaseado con monóxido o dióxido de carbono, la dislocación del cuello, la inyección de pentabarbital sódico y la electrocución, hasta el desangrado. La auténtica belleza no se puede lograr mediante el sufrimiento, y la crueldad nunca puede ser elegante.
4.- Manipulación genética: la manipulación genética es una constante en las granjas. Se realiza una crí­a selectiva basada en caracterí­sticas tales como la calidad y el color de la piel, o en el éxito reproductor. Por ello, los visones de granja son más grandes y tienen mayor í­ndice de reproducción que los ejemplares libres de su propia especie, aumentando así­ la producción de las granjas. El resultado es un animal que poco o nada tiene ya que ver con sus caracterí­sticas naturales, con lo cual, cuando se produce la fuga de animales de granja, éstos pueden producir alteraciones genéticas en las poblaciones silvestres.
5.- Intento de domesticación: la crí­a en granjas de animales silvestres como los visones o los zorros se realiza como si éstos fuesen animales domésticos. Los animales domésticos lo son debido a un proceso de domesticación que duró miles de años. Por ejemplo, llevamos unos 12.000 años conviviendo con los perros, 7.000 con los cerdos y 4.000 con las gallinas. Dado que las granjas europeas más antiguas de visón datan de 1920, estos animales han estado en cautividad menos de 75 años y no se les puede considerar en ningún caso animales domésticos. Son animales silvestres encerrados en jaulas. Además, la domesticación de cualquier animal supone la desaparición de la forma de vida y comportamiento de una especie. Este proceso hace que pierda su capacidad de sobrevivir por sus propios medios, pasando a depender del hombre. La domesticación de especies silvestres supone su "extinción", y ello debido únicamente al uso de sus pieles.
6.- Introducción de especies exóticas: una de las consecuencias menos conocidas, pero más impactantes para el medio ambiente, de la proliferación de las granjas peleteras, es la introducción que suelen conllevar de especies no autóctonas en el medio natural. En diversas partes del mundo los animales que se escapan de dichas granjas vienen produciendo la ruptura del equilibrio ecológico. Más de 30 millones de visones son criados cada año en las granjas, por ello, el visón americano es una de las especies procedente de las granjas de las que más casos de fugas se conoce. El visón americano fue traido a las granjas europeas en 1926. A España llegaron en 1958, instalándose inicialmente en granjas del centro peninsular y Galicia. Las fugas de visones de dichas granjas vienen repitiéndose desde entonces, existiendo en la actualidad poblaciones en libertad de visón americano, al menos, de Galicia, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Madrid, Navarra, Aragón y Cataluña.
Entre las muchas consecuencias que tiene la introducción de esta especie, cabe destacar la amenaza que supone para el visón europeo, ya que el americano es más grande y compite directamente con el europeo tanto por el alimento como por el espacio. Por ello, el Consejo de Europa ha recomendado la prohibición de las granjas de visón americano en zonas que cuentan con poblaciones de visón europeo. Estas introducciones también conllevan graves peligros ante la posibilidad de que introduzcan enfermedades o parásitos provenientes de las granjas y no existentes en el medio natural. Las consecuencias catastróficas que tiene para el equilibrio ecológico la introducción de especies no autóctonas, justifica por si sola la prohibición de las granjas peleteras.
7.- Derroche de recursos: la muerte anual de 140 millones de animales silvestres para la confección de innecesarios productos de lujo representa un evidente derroche de nuestro recurso fauní­stico. Pero, además, la existencia de las granjas peleteras supone también un derroche energético y de alimentos. Se necesitan 3,3 toneladas de alimento (harina de pescado, proteí­nas vegetales, cereales, etc.) para confeccionar un abrigo de visón, y 1 tonelada para un abrigo de zorro. Si estas cantidades se multiplican por los 30 millones de visones que cada año producen las granjas, resulta que anualmente se usan 1.650.000 toneladas de alimento. Se comprende porqué los bancos de arenque de los paí­ses del norte se están agotando, ya que la mitad de los arenques que se capturan en estos paí­ses se utilizan para las granjas peleteras. Nuestros escasos recursos naturales no deben ser derrochados en ningún caso, pero menos aún para satisfacer la vanidad de ciertas personas.
8.- Producción de residuos: la crí­a de animales en granjas generan ingentes cantidades de residuos orgánicos de los lechos de estabulación, de los alimentos y de los cadáveres despellejados, que favorecen y desarrollan la proliferación de ratas y microorganismos patógenos, y la eutrofización de las aguas. Además, en los procesos de curtición de las pieles se emplean metales pesados que se vierten en las aguas industriales, envenenando los ecosistemas acuáticos.
9.- Lujo innecesario: España cuenta con un clima que no hace necesaria la utilización de abrigos de piel, especialmente si comparamos nuestras temperaturas con la de los principales paí­ses productores de estas pieles (paí­ses Escandinavos, Unión Soviética o Canadá). Si ya en estos paí­ses es discutible la utilización de pieles, en nuestro paí­s resulta injustificable. En realidad, el frí­o es una excusa para la utilización de estas prendas. Los abrigos, chaquetones, estolas y otras prendas de piel, han sido siempre una demostración de posición social y económica, fruto de una moda basada en la ostentación. Tras una caí­da en la venta de pieles, se viene intentando imponer las pieles como una moda consumista más, realizando todo tipo de ofertas y pagos a plazos. El hombre vistió con pieles en la antiguedad, pero ya no somos caverní­colas.
10.- Existencia de prendas alternativas: las razones expuestas justifican sobradamente no comprar ni utilizar productos elaborados con pieles pero existen, además, suficientes materiales alternativos, tanto para luchar contra el frí­o como para embellecer el cuerpo. En el mercado existen suficientes prendas de abrigo de origen sintético como para desterrar totalmente la utilización de pieles de animales silvestres.

Diez razones para no comprar prendas de piel

Diez razones para no comprar prendas de piel

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Cada año 20 millones de animales son capturados con trampas y 40 millones son criados en granjas para un lujo innecesario, según las asociaciones que luchan por los derechos de los animales. Por su parte, las empresas peleteras abogan por la utilidad de e
Diez razones para no comprar prendas de piel

10 Razones para No Comprar Prendas de Piel

Lo peor que le puede pasar a cualquier animal silvestre es que se le produzca sufrimiento de forma intencionada, se le manipule genéticamente, se le trate como si fuese un animal doméstico para posteriormente matarle y, en demasiados casos, causar la extinción de la especie. La industria peletera no sólo ha realizado todo esto, sino que además es responsable de un derroche de recursos, de la generación de residuos y de la introducción en el medio natural de especies no autóctonas. Todo ello para satisfacer una supuesta necesidad de prendas de abrigo, totalmente inexistente, y los imperativos de una moda anticuada y repudiada por la mayorí­a de la población.

Diez buenas razones para no usar pieles:

1.- Millones de animales son matados anualmente: la industria peletera causa la muerte en el mundo a más de 140 millones de animales silvestres. 40 millones de estos animales son criados y matados en granjas y los 20 millones restantes son cazados utilizando trampas no selectivas que a su vez producen la muerte de otros 80 millones de animales no útiles para la peleterí­a. Cada prenda elaborada con piel de animales silvestres esconde la muerte innecesaria de muchos animales, y las personas que compran o utilizan las mismas deben asumir su responsabilidad por dichas muertes.
2.- Extinción de especies: la captura y muerte de animales salvajes con fines peleteros ha llevado durante los últimos siglos a la extinción a diversas especies, como por ejemplo, al visón del mar y al zorro de las Malvinas, mientras que a otras muchas las ha puesto al borde de la desaparición. Algunas de estas especies son: castor, ocelote, pantera nebulosa, nutria marina, tigre, jaguar, koala, o chinchilla salvaje. En la actualidad todaví­a se matan animales silvestres en libertad pertenecientes a especies que se encuentran muy amenazadas. En España, la caza de animales por su piel supuso la extinción de la garduña de Ibiza y ha puesto, junto con otras causas, a múltiples especies al borde de la extinción. La nutria ha sido perseguida por su piel hasta la década de los sesenta, en que empezó a escasear tanto que dejó de ser rentable. El oso pardo sigue siendo hoy en dí­a cazado furtivamente, entre otras causas, por su piel.
Otro ejemplo es el lince ibérico. A principios de siglo más de 300 pieles de lince llegaban cada año a las peleterí­as de Madrid, procedentes de los montes del Guadarrama, El Pardo y la Cuenca del Alberche. En 1937 aún se comercializaban anualmente en el mercado nacional unas 500 pieles de lince. En la actualidad la población de esta especie no alcanza los 800 ejemplares y se encuentra al borde de la extinción. La utilización de pieles de animales silvestres ha sido y sigue siendo una de las principales causas de extinción de especies.
3.- Sufrimiento innecesario: La peleterí­a no es sólo sinónimo de muerte, también lo es de sufrimiento. Los métodos utilizados para matar a los animales son estremecedores. En el caso de animales en libertad, su muerte se produce especialmente mediante la utilización de trampas, tales como cepos. Estos métodos no causan la muerte del animal de forma rápida, sino que alargan el sufrimiento. La muerte termina produciéndose tras largo tiempo de agoní­a.
En el caso de las granjas, la crueldad se inicia desde el momento en que se obliga a vivir a los animales en reducidas cajas junto a cientos de congéneres, con grandes niveles de estrés psicológico. Las granjas no tienen en cuenta sus necesidades psicológicas y etológicas, causando en los animales movimientos anormales, apatí­a y automutilación, incumpliendo la Convención Europea para la protección de los animales de granja. Los métodos utilizados para matar estos animales van desde el gaseado con monóxido o dióxido de carbono, la dislocación del cuello, la inyección de pentabarbital sódico y la electrocución, hasta el desangrado. La auténtica belleza no se puede lograr mediante el sufrimiento, y la crueldad nunca puede ser elegante.
4.- Manipulación genética: la manipulación genética es una constante en las granjas. Se realiza una crí­a selectiva basada en caracterí­sticas tales como la calidad y el color de la piel, o en el éxito reproductor. Por ello, los visones de granja son más grandes y tienen mayor í­ndice de reproducción que los ejemplares libres de su propia especie, aumentando así­ la producción de las granjas. El resultado es un animal que poco o nada tiene ya que ver con sus caracterí­sticas naturales, con lo cual, cuando se produce la fuga de animales de granja, éstos pueden producir alteraciones genéticas en las poblaciones silvestres.
5.- Intento de domesticación: la crí­a en granjas de animales silvestres como los visones o los zorros se realiza como si éstos fuesen animales domésticos. Los animales domésticos lo son debido a un proceso de domesticación que duró miles de años. Por ejemplo, llevamos unos 12.000 años conviviendo con los perros, 7.000 con los cerdos y 4.000 con las gallinas. Dado que las granjas europeas más antiguas de visón datan de 1920, estos animales han estado en cautividad menos de 75 años y no se les puede considerar en ningún caso animales domésticos. Son animales silvestres encerrados en jaulas. Además, la domesticación de cualquier animal supone la desaparición de la forma de vida y comportamiento de una especie. Este proceso hace que pierda su capacidad de sobrevivir por sus propios medios, pasando a depender del hombre. La domesticación de especies silvestres supone su "extinción", y ello debido únicamente al uso de sus pieles.
6.- Introducción de especies exóticas: una de las consecuencias menos conocidas, pero más impactantes para el medio ambiente, de la proliferación de las granjas peleteras, es la introducción que suelen conllevar de especies no autóctonas en el medio natural. En diversas partes del mundo los animales que se escapan de dichas granjas vienen produciendo la ruptura del equilibrio ecológico. Más de 30 millones de visones son criados cada año en las granjas, por ello, el visón americano es una de las especies procedente de las granjas de las que más casos de fugas se conoce. El visón americano fue traido a las granjas europeas en 1926. A España llegaron en 1958, instalándose inicialmente en granjas del centro peninsular y Galicia. Las fugas de visones de dichas granjas vienen repitiéndose desde entonces, existiendo en la actualidad poblaciones en libertad de visón americano, al menos, de Galicia, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Madrid, Navarra, Aragón y Cataluña.
Entre las muchas consecuencias que tiene la introducción de esta especie, cabe destacar la amenaza que supone para el visón europeo, ya que el americano es más grande y compite directamente con el europeo tanto por el alimento como por el espacio. Por ello, el Consejo de Europa ha recomendado la prohibición de las granjas de visón americano en zonas que cuentan con poblaciones de visón europeo. Estas introducciones también conllevan graves peligros ante la posibilidad de que introduzcan enfermedades o parásitos provenientes de las granjas y no existentes en el medio natural. Las consecuencias catastróficas que tiene para el equilibrio ecológico la introducción de especies no autóctonas, justifica por si sola la prohibición de las granjas peleteras.
7.- Derroche de recursos: la muerte anual de 140 millones de animales silvestres para la confección de innecesarios productos de lujo representa un evidente derroche de nuestro recurso fauní­stico. Pero, además, la existencia de las granjas peleteras supone también un derroche energético y de alimentos. Se necesitan 3,3 toneladas de alimento (harina de pescado, proteí­nas vegetales, cereales, etc.) para confeccionar un abrigo de visón, y 1 tonelada para un abrigo de zorro. Si estas cantidades se multiplican por los 30 millones de visones que cada año producen las granjas, resulta que anualmente se usan 1.650.000 toneladas de alimento. Se comprende porqué los bancos de arenque de los paí­ses del norte se están agotando, ya que la mitad de los arenques que se capturan en estos paí­ses se utilizan para las granjas peleteras. Nuestros escasos recursos naturales no deben ser derrochados en ningún caso, pero menos aún para satisfacer la vanidad de ciertas personas.
8.- Producción de residuos: la crí­a de animales en granjas generan ingentes cantidades de residuos orgánicos de los lechos de estabulación, de los alimentos y de los cadáveres despellejados, que favorecen y desarrollan la proliferación de ratas y microorganismos patógenos, y la eutrofización de las aguas. Además, en los procesos de curtición de las pieles se emplean metales pesados que se vierten en las aguas industriales, envenenando los ecosistemas acuáticos.
9.- Lujo innecesario: España cuenta con un clima que no hace necesaria la utilización de abrigos de piel, especialmente si comparamos nuestras temperaturas con la de los principales paí­ses productores de estas pieles (paí­ses Escandinavos, Unión Soviética o Canadá). Si ya en estos paí­ses es discutible la utilización de pieles, en nuestro paí­s resulta injustificable. En realidad, el frí­o es una excusa para la utilización de estas prendas. Los abrigos, chaquetones, estolas y otras prendas de piel, han sido siempre una demostración de posición social y económica, fruto de una moda basada en la ostentación. Tras una caí­da en la venta de pieles, se viene intentando imponer las pieles como una moda consumista más, realizando todo tipo de ofertas y pagos a plazos. El hombre vistió con pieles en la antiguedad, pero ya no somos caverní­colas.
10.- Existencia de prendas alternativas: las razones expuestas justifican sobradamente no comprar ni utilizar productos elaborados con pieles pero existen, además, suficientes materiales alternativos, tanto para luchar contra el frí­o como para embellecer el cuerpo. En el mercado existen suficientes prendas de abrigo de origen sintético como para desterrar totalmente la utilización de pieles de animales silvestres.

jueves, 10 de junio de 2010

Sobre la venta de animales

Vendo niña barata en buen estado

Este artículo ha sido visto 2.729 veces, y le gusta a 32 personas.
Las vidas de los animales son baratas. A veces tan baratas como las de las personas en según qué paí­ses o qué situaciones. Tan baratas como más baratas que una cerveza, un café o una limosna. Compramos animales baratos y ello nos otorga superioridad.


Cuando era pequeño, y hasta bien entrada la juventud, paseaba a menudo por las Ramblas de Barcelona. La parte que más me gustaba era aquella donde los puestos vendí­an animales más o menos exóticos y podí­a una detenerse a contemplar, a una distancia irregular, los hermosos animales que jamás compré y que, de otro modo, no hubiera podido observar. Yo estaba en aquella edad en la cual descubrir era lo más importante, a costa de quien fuera.
Más tarde me gustó la parte de las flores, todo aquel colorido y variedad formal que ofrecí­a la diversidad botánica, me llamaba poderosamente la atención. Aunque después también razonara que matar para embellecer no podí­a tolerarlo bajo ningún concepto.
Pasaron los años, crecí­ en todos los aspectos y, de un modo natural, comencé a deleznar que ello pudiera estar en venta. Ya no veí­a aquellos puestos como pequeños almacenes de joyas, sino como reales penitenciarí­as abarrotadas de reos, cuyo único delito era ser inocentes (se conoce que la inocencia es punible y, si además eres débil, razonable). Con los años la sensatez -si la hubiera-, me fue dando a entender que viví­amos en una sociedad perversa y corrupta respecto a los animales no humanos -y, por supuesto, a los humanos-, si utilizábamos a nuestras hermanitas pequeñas para entretenernos. Ya no era cuestión de la supervivencia de un individuo que devora a otro, no, era la pura tortura, el entretenimiento de seres solitarios, o un abusivo concepto erróneo de piedad, la cual tendí­a a dilucidar que, al comprar un animal de esos que exhibí­an las comerciantes de tal avenida, lo liberábamos de su cárcel. Si, eso era cierto, pero también condenábamos a otro animalito a reemplazarle, porque lo único importante en aquel juego era la salud económica de las vendedoras, sin importar demasiado qué tipo de objeto vendieran. Pudiera ser jarrones, plantas, tortugas, tenedores, zapatos o, si su osadí­a y lectura de la ley se lo permití­an, droga, niñas, o conciencias. El negocio es el negocio.
Seguramente se me llamará radical por estos desproporcionados comentarios -la televisión impone su lenguaje de modo muy eficaz-, pero es que una no puede menos que lamentar el encierro asqueroso y apelmazado que hacen estos comercios, y otros distribuidos por la ciudad, el paí­s, y el planeta, con los animales. La tristeza de una existencia entre rejas desde el primer contacto con la luz hasta el último. También, claro, como ser económico que soy, adquiero conciencia de que sus vidas, además, son baratas. A veces tan baratas como las de las personas en según qué paí­ses o qué situaciones. Tan baratas como más baratas que una cerveza, un café o una limosna. Compramos animales baratos y ello nos otorga superioridad.
Lo barato nos emociona porque lo económico es el único camino para disfrutar de todo en la vida. Amén. Es por ello que proliferan las tiendas con objetos a precios ridí­culos, cuya calidad es baja y para cuya fabricación las esclavas se esmeran, amenazadas por el hambre.

Nuestra digestión bien merece el hambre ajena. Nuestra sonrisa y beneplácito bien merece el sufrimiento animal.
Ignoro a qué precio está la niña tailandesa, seguro que hay padres y madres en muchos paí­ses del mundo que venden a sus hijas baratas ( la niña china creo que tiene buena salida en el mercado ), no ya por el dinero a ganar sino por la satisfacción de no tener que mantenerlas, pero ese es otro tema dentro de la inmunda letrina humana. La maldad adquiere visos de costumbre; la brutalidad, repetida hasta el exceso, deviene tradición y ya sabemos que las costumbres y las tradiciones son lo más bonito de nuestra raza. Amén.
Hoy dí­a, la sola visión de un manojo de peces en una pecera del tamaño de un tiesto me causa honda tristeza. Pienso que el ser humano cambiará, por las buenas o por las legales, pero lo hará. Entretanto, como tierrorista que creo ser, apruebo incondicionalmente las acciones del FLA, y que salga el sol por Antequera.
Llevamos miles de años repitiendo lo mismo, palabras y promesas, acciones electorales, falsas democracias -si verdaderas existieran-, para alcanzar el í­nclito estadio civilizador que permite que mueran dos millones de hutus y tutsis mediante pistolas fabricadas en España, que se "ajusticie" a irakí­es por un apestoso barril de petróleo, o que se desforeste la Amazoní­a para publicar -también-, con esa celulosa extraí­da, folletos turí­sticos convidando a las habitantes del primer mundo a visitar Brasil... y su Amazoní­a.
Somos imbéciles hasta el fondo de la imbecilidad -si la hubiera-.
Amo la vida, y tal es el único axioma que se me aparenta válido. Amo la vida que no necesita matar y torturar para manifestarse, la que cumple con la potencia de nuestra capacidad intelectual, la que se esfuerza y construye sin mártires, la vida que vive consciente de las vidas que le entornan. El dolor es un camino, qué duda cabe, pero es el dolor propio el que más nos enseña, no el de los demás.
Del mismo modo que las corridas de toros se acabarán, creo que se acabará la venta legal de animales, pero sucede que, mientras escribo estas letras, millones de animales aguardan su turno en peceras, jaulitas, barracones, cárceles y demás atolladeros del mundo, esperando el dedo de la gourmet que señala a la langosta sacrificada en el restaurante ante la vista de su indirecta ejecutora; el dedo infantil que señala al hamster o al periquito y decreta "éste, mamá", ante la mirada tierna de la progénite, el dedo sabio del ganadero que selecciona el segundo toro de la corrida de la semana siguiente, el famoso dedo que escoge a la niña más tierna para extraerle su saludable hí­gado y salvar así­ la vida a una empresaria rota por la cirrosis. El dedo... el dedo... el dedo que aprieta el gatillo una vez más contra la naturaleza, contra la lógica del equilibrio y contra la raza humana.

Autor: Xavier Bayle

Sobre la venta de animales

Vendo niña barata en buen estado

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Las vidas de los animales son baratas. A veces tan baratas como las de las personas en según qué paí­ses o qué situaciones. Tan baratas como más baratas que una cerveza, un café o una limosna. Compramos animales baratos y ello nos otorga superioridad.


Cuando era pequeño, y hasta bien entrada la juventud, paseaba a menudo por las Ramblas de Barcelona. La parte que más me gustaba era aquella donde los puestos vendí­an animales más o menos exóticos y podí­a una detenerse a contemplar, a una distancia irregular, los hermosos animales que jamás compré y que, de otro modo, no hubiera podido observar. Yo estaba en aquella edad en la cual descubrir era lo más importante, a costa de quien fuera.
Más tarde me gustó la parte de las flores, todo aquel colorido y variedad formal que ofrecí­a la diversidad botánica, me llamaba poderosamente la atención. Aunque después también razonara que matar para embellecer no podí­a tolerarlo bajo ningún concepto.
Pasaron los años, crecí­ en todos los aspectos y, de un modo natural, comencé a deleznar que ello pudiera estar en venta. Ya no veí­a aquellos puestos como pequeños almacenes de joyas, sino como reales penitenciarí­as abarrotadas de reos, cuyo único delito era ser inocentes (se conoce que la inocencia es punible y, si además eres débil, razonable). Con los años la sensatez -si la hubiera-, me fue dando a entender que viví­amos en una sociedad perversa y corrupta respecto a los animales no humanos -y, por supuesto, a los humanos-, si utilizábamos a nuestras hermanitas pequeñas para entretenernos. Ya no era cuestión de la supervivencia de un individuo que devora a otro, no, era la pura tortura, el entretenimiento de seres solitarios, o un abusivo concepto erróneo de piedad, la cual tendí­a a dilucidar que, al comprar un animal de esos que exhibí­an las comerciantes de tal avenida, lo liberábamos de su cárcel. Si, eso era cierto, pero también condenábamos a otro animalito a reemplazarle, porque lo único importante en aquel juego era la salud económica de las vendedoras, sin importar demasiado qué tipo de objeto vendieran. Pudiera ser jarrones, plantas, tortugas, tenedores, zapatos o, si su osadí­a y lectura de la ley se lo permití­an, droga, niñas, o conciencias. El negocio es el negocio.
Seguramente se me llamará radical por estos desproporcionados comentarios -la televisión impone su lenguaje de modo muy eficaz-, pero es que una no puede menos que lamentar el encierro asqueroso y apelmazado que hacen estos comercios, y otros distribuidos por la ciudad, el paí­s, y el planeta, con los animales. La tristeza de una existencia entre rejas desde el primer contacto con la luz hasta el último. También, claro, como ser económico que soy, adquiero conciencia de que sus vidas, además, son baratas. A veces tan baratas como las de las personas en según qué paí­ses o qué situaciones. Tan baratas como más baratas que una cerveza, un café o una limosna. Compramos animales baratos y ello nos otorga superioridad.
Lo barato nos emociona porque lo económico es el único camino para disfrutar de todo en la vida. Amén. Es por ello que proliferan las tiendas con objetos a precios ridí­culos, cuya calidad es baja y para cuya fabricación las esclavas se esmeran, amenazadas por el hambre.

Nuestra digestión bien merece el hambre ajena. Nuestra sonrisa y beneplácito bien merece el sufrimiento animal.
Ignoro a qué precio está la niña tailandesa, seguro que hay padres y madres en muchos paí­ses del mundo que venden a sus hijas baratas ( la niña china creo que tiene buena salida en el mercado ), no ya por el dinero a ganar sino por la satisfacción de no tener que mantenerlas, pero ese es otro tema dentro de la inmunda letrina humana. La maldad adquiere visos de costumbre; la brutalidad, repetida hasta el exceso, deviene tradición y ya sabemos que las costumbres y las tradiciones son lo más bonito de nuestra raza. Amén.
Hoy dí­a, la sola visión de un manojo de peces en una pecera del tamaño de un tiesto me causa honda tristeza. Pienso que el ser humano cambiará, por las buenas o por las legales, pero lo hará. Entretanto, como tierrorista que creo ser, apruebo incondicionalmente las acciones del FLA, y que salga el sol por Antequera.
Llevamos miles de años repitiendo lo mismo, palabras y promesas, acciones electorales, falsas democracias -si verdaderas existieran-, para alcanzar el í­nclito estadio civilizador que permite que mueran dos millones de hutus y tutsis mediante pistolas fabricadas en España, que se "ajusticie" a irakí­es por un apestoso barril de petróleo, o que se desforeste la Amazoní­a para publicar -también-, con esa celulosa extraí­da, folletos turí­sticos convidando a las habitantes del primer mundo a visitar Brasil... y su Amazoní­a.
Somos imbéciles hasta el fondo de la imbecilidad -si la hubiera-.
Amo la vida, y tal es el único axioma que se me aparenta válido. Amo la vida que no necesita matar y torturar para manifestarse, la que cumple con la potencia de nuestra capacidad intelectual, la que se esfuerza y construye sin mártires, la vida que vive consciente de las vidas que le entornan. El dolor es un camino, qué duda cabe, pero es el dolor propio el que más nos enseña, no el de los demás.
Del mismo modo que las corridas de toros se acabarán, creo que se acabará la venta legal de animales, pero sucede que, mientras escribo estas letras, millones de animales aguardan su turno en peceras, jaulitas, barracones, cárceles y demás atolladeros del mundo, esperando el dedo de la gourmet que señala a la langosta sacrificada en el restaurante ante la vista de su indirecta ejecutora; el dedo infantil que señala al hamster o al periquito y decreta "éste, mamá", ante la mirada tierna de la progénite, el dedo sabio del ganadero que selecciona el segundo toro de la corrida de la semana siguiente, el famoso dedo que escoge a la niña más tierna para extraerle su saludable hí­gado y salvar así­ la vida a una empresaria rota por la cirrosis. El dedo... el dedo... el dedo que aprieta el gatillo una vez más contra la naturaleza, contra la lógica del equilibrio y contra la raza humana.

Autor: Xavier Bayle

martes, 8 de junio de 2010

Perra Vida

Perra Vida

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Pilar Herrera. Escritora y periodista colombiana
Hace semana y media encontré extraviada una perrita french. Me di cuenta de su situación porque venía arrastrando la lengua, cojeando y con la piel roja por la insolación. La tomé inmediatamente entre mis brazos y ella se dejó llevar sin resistencia. Desde entonces está conmigo. Me ha hecho más grata la vida en el Arca de los Sueños, que es como llamo a mi apartaestudio. Me la ha complicado también, por supuesto. Siempre solía almorzar y cenar donde me cogiera la hora. Despertarme sola y dormirme cuando me agarrara el sueño. Ahora debo madrugar para sacarla al parque y estar a medio día para hacerle el almuerzo. Lo mejor es que acabó con mi inexistente (de por sí) vida social, lo cual es perfecto. Así que bueno, donde come una comen dos, y ahí le vamos.
Mi amor por los animales me ha causado millones de problemas. Desde la incomprensión hasta la franca agresividad de personas de las que lo menos  que uno esperaría seria un mínimo de solidaridad.
De las actitudes más desagradables recuerdo especialmente la de una poeta barranquillera, quien con un evidente mohín de asco y rechazo me dijo mientras yo ayudaba a su marido a repartir poemas: "¿Por qué ayudas perros? ¿Tú prefieres los perros a los niños?". Podría haberle respondido que sí, que solo en Cartagena existen más de 200 ONG's que trabajan por los niños con dineros oficiales y privados (falta ver cuánto invierten en los niños y cuánto se roban), y que existe una sola entidad: Fundación Rescate de Animales Desamparados, de la cual hago parte, que no tiene un solo peso, que
trabaja con las uñas sangrantes y siempre al límite de las fuerzas.Podría haberle respondido que los niños tienen leyes de su lado, comisarías  de familia, juzgados y policías. Y que los animalitos no tienen ni un Dios que se ocupe de ellos. Porque ese Dios que nos enseñaron, fue tan negligente, o tan tonto, o tan criminal (¿No es que lo sabe todo?)  que le  entregó un paraíso entero a esta especie malvada de la que formamos parte.
Sí, siempre he pensado que la culpa de todo la tiene el antiguo testamento,  pues nos dio total impunidad para destruir a las demás especies sin cargos  de conciencia. "Sean fructíferos y háganse muchos y llenen la tierra y sojúzguenla, y tengan en sujeción los peces del mar y las criaturas volátiles de los cielos y toda criatura viviente que se mueve sobre la tierra" Génesis Cap. 1, ver 28.
Existe otra frase que me produce profundo terror: Génesis, Cap.1 ver. 26:  "Y Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza"... Si el hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios, o sea, si Dios es como nosotros ¿Qué esperanza cabe?.
Sukio Mahicari, corriente espiritual de origen japonés, sostiene que el  dolor que el hombre le ha causado a los animales, ha desatado una gigantesca energía de odio y rencor de ellos en respuesta. Los animales no tendrían un  alma individual como nosotros, sino colectiva, y ese espíritu o manitú animal está clamando venganza contra la especie humana. Muchas de las  enfermedades y tragedias naturales que aquejan al hombre en la actualidad serían causadas por esta energía.
Pues yo no sé cómo funciona el universo (ya me gustaría entender por lo menos y para empezar, los misterios de mi propio y terco corazón). Pero sé que los animales son mis hermanos. Que su dolor es mi dolor, que su suerte es mi responsabilidad. Aún cuando eso signifique soportar la burla, la maledicencia y la mirada de sospecha de quienes consideran que es preferible salvar niños a perros. Sobre todo cuando sabes que son esas personas precisamente, las que nunca han movido un dedo para ayudar a nadie. Que sus  obras benéficas no son más que una excusa para aparecer retratados en la página social. Que aunque se llaman cristianos y les sobra el dinero nunca invitarán a un niño de la calle, o a un simple ser necesitado a comer a su mesa. Ellos no se atrasarán jamás en la cuota del club social para con ese dinero darle educación y medicinas a los millones de desgraciados que han nacido no sé para qué (lo siento, no soy Dios para saberlo, pese a estar hecha a su imagen y semejanza).
Marguerite Yourcenar, autora de Memorias de Adriano y miembro de la Academia  Francesa de la Lengua, declaró en el libro Con Los Ojos Abiertos, extensa entrevista con el periodista Matthieu Galey: "Me digo con frecuencia que si no hubiéramos aceptado, durante milenios, ver indiferentes la agonía de los  animales asfixiándose en los vagones jaula, o quebrarse las patas, como les ocurre a tantas vacas o caballos, enviados enseguida al matadero en condiciones absolutamente inhumanas, nadie, ni siquiera los soldados encargados de escoltarlos, hubiera soportado la imagen de los vagones nazis atestados de gente que en número superior a los ocho millones, fueron enviados como corderitos a una muerte atroz. Si fuéramos capaces de escuchar y estremecernos ante los aullidos de los animales cazados en una trampa (siempre por sus pieles) y royéndose las patas para intentar escapar, se nos afinaría el oído para escuchar el dolor de nuestra propia especie".
"Me parece atroz tener que pensar cada año, hacia el fin del invierno, en el momento en que las focas paren en los bancos de hielo, que ese gran trabajo natural, se cumple en provecho de inmediatas masacres (como se sabe, los bebés son desollados vivos ante la impotencia aterrada de sus madres). ”No puedo alimentar a las tórtolas en mi bosque sin dejar de pensar que sesenta millones de ellas caerán este otoño por los disparos de los cazadores por diversion. Se debe limitar la "proliferación de las especies", como dice la gente que nunca piensa en limitar la propia.
"Además, está siempre ese aspecto tan conmovedor para mí, del animal que no posee nada, salvo su propia vida, que con tanta frecuencia le arrebatamos por simple diversión. Está esa inmensa libertad del animal, viviendo sin más, su realidad de ser, sin todo lo falso que los humanos le agregamos a la vida. Es por eso que el sufrimiento de los animales me conmueve hasta tal punto, al igual que el sufrimiento de los niños: veo el horror de arrastrar en nuestra locura a seres que son totalmente inocentes. Cuando tenemos momentos difíciles, podemos decirnos que contamos con nuestra inteligencia para salir del paso, y hasta cierto punto, que somos responsables de lo que nos ocurre, pero responder con brutalidad a la total inocencia del niño o del animal, que no comprende lo que le ocurre, es siempre un crimen odioso".

Una persona que no ama los animales, que los rechaza, no merece la menor confianza, no puede hacer parte de mi vida. Pero al final no se está solo, siempre aparece un ángel, una mano tendida. Como el hombre desconocido que me ayudó una noche a cargar una perrita que encontré atropellada más de 30 cuadras hasta la Fundacion Rescate donde me la recibieron gratis. Aquel regala una cobija o una medicina, este otro permite que el animalito se quede en su patio protegido y calientito, mientras se recupera de las heridas. En la fundación hemos perdido muchas criaturas por falta de recursos, otras se han salvado gracias a  este tipo de ayuda.
En cuanto a Bebé Sofia (la french que encontré hace semana y media) el veterinario  me ha dicho que tiene cáncer. Presenta un aspecto saludable, ánimo y apetito; pero una serie de protuberancias en su cuerpo le dieron al médico la clave para descubrirlo. Me debato ahora entre ponerla a dormir y ahorrarle el sufrimiento, o darle un compás de espera a la vida. O esperar un milagro de ese buen Dios que me la trajo, de ese que me mira profundamente desde sus hermosos y esperanzados ojos y que nada tiene que  ver (lo sé muy bien) con la Biblia, el Corán o el Bagavat Gita.
No, no sé como funciona el universo, tampoco entiendo la dureza y  fatuidad de ciertos corazones. Sé que el Dios que me enseñaron (que me impusieron) en la escuela y en la casa,  es una construcción político antropológica  diseñada para sojuzgar las masas bajo la amenaza del infierno. Pienso sin embargo, que aunque ese Dios no exista, aunque no seremos condenados ni salvados, es preciso aprender (intentar al menos) a hacer lo correcto.

Perra Vida

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Pilar Herrera. Escritora y periodista colombiana
Hace semana y media encontré extraviada una perrita french. Me di cuenta de su situación porque venía arrastrando la lengua, cojeando y con la piel roja por la insolación. La tomé inmediatamente entre mis brazos y ella se dejó llevar sin resistencia. Desde entonces está conmigo. Me ha hecho más grata la vida en el Arca de los Sueños, que es como llamo a mi apartaestudio. Me la ha complicado también, por supuesto. Siempre solía almorzar y cenar donde me cogiera la hora. Despertarme sola y dormirme cuando me agarrara el sueño. Ahora debo madrugar para sacarla al parque y estar a medio día para hacerle el almuerzo. Lo mejor es que acabó con mi inexistente (de por sí) vida social, lo cual es perfecto. Así que bueno, donde come una comen dos, y ahí le vamos.
Mi amor por los animales me ha causado millones de problemas. Desde la incomprensión hasta la franca agresividad de personas de las que lo menos  que uno esperaría seria un mínimo de solidaridad.
De las actitudes más desagradables recuerdo especialmente la de una poeta barranquillera, quien con un evidente mohín de asco y rechazo me dijo mientras yo ayudaba a su marido a repartir poemas: "¿Por qué ayudas perros? ¿Tú prefieres los perros a los niños?". Podría haberle respondido que sí, que solo en Cartagena existen más de 200 ONG's que trabajan por los niños con dineros oficiales y privados (falta ver cuánto invierten en los niños y cuánto se roban), y que existe una sola entidad: Fundación Rescate de Animales Desamparados, de la cual hago parte, que no tiene un solo peso, que
trabaja con las uñas sangrantes y siempre al límite de las fuerzas.Podría haberle respondido que los niños tienen leyes de su lado, comisarías  de familia, juzgados y policías. Y que los animalitos no tienen ni un Dios que se ocupe de ellos. Porque ese Dios que nos enseñaron, fue tan negligente, o tan tonto, o tan criminal (¿No es que lo sabe todo?)  que le  entregó un paraíso entero a esta especie malvada de la que formamos parte.
Sí, siempre he pensado que la culpa de todo la tiene el antiguo testamento,  pues nos dio total impunidad para destruir a las demás especies sin cargos  de conciencia. "Sean fructíferos y háganse muchos y llenen la tierra y sojúzguenla, y tengan en sujeción los peces del mar y las criaturas volátiles de los cielos y toda criatura viviente que se mueve sobre la tierra" Génesis Cap. 1, ver 28.
Existe otra frase que me produce profundo terror: Génesis, Cap.1 ver. 26:  "Y Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza"... Si el hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios, o sea, si Dios es como nosotros ¿Qué esperanza cabe?.
Sukio Mahicari, corriente espiritual de origen japonés, sostiene que el  dolor que el hombre le ha causado a los animales, ha desatado una gigantesca energía de odio y rencor de ellos en respuesta. Los animales no tendrían un  alma individual como nosotros, sino colectiva, y ese espíritu o manitú animal está clamando venganza contra la especie humana. Muchas de las  enfermedades y tragedias naturales que aquejan al hombre en la actualidad serían causadas por esta energía.
Pues yo no sé cómo funciona el universo (ya me gustaría entender por lo menos y para empezar, los misterios de mi propio y terco corazón). Pero sé que los animales son mis hermanos. Que su dolor es mi dolor, que su suerte es mi responsabilidad. Aún cuando eso signifique soportar la burla, la maledicencia y la mirada de sospecha de quienes consideran que es preferible salvar niños a perros. Sobre todo cuando sabes que son esas personas precisamente, las que nunca han movido un dedo para ayudar a nadie. Que sus  obras benéficas no son más que una excusa para aparecer retratados en la página social. Que aunque se llaman cristianos y les sobra el dinero nunca invitarán a un niño de la calle, o a un simple ser necesitado a comer a su mesa. Ellos no se atrasarán jamás en la cuota del club social para con ese dinero darle educación y medicinas a los millones de desgraciados que han nacido no sé para qué (lo siento, no soy Dios para saberlo, pese a estar hecha a su imagen y semejanza).
Marguerite Yourcenar, autora de Memorias de Adriano y miembro de la Academia  Francesa de la Lengua, declaró en el libro Con Los Ojos Abiertos, extensa entrevista con el periodista Matthieu Galey: "Me digo con frecuencia que si no hubiéramos aceptado, durante milenios, ver indiferentes la agonía de los  animales asfixiándose en los vagones jaula, o quebrarse las patas, como les ocurre a tantas vacas o caballos, enviados enseguida al matadero en condiciones absolutamente inhumanas, nadie, ni siquiera los soldados encargados de escoltarlos, hubiera soportado la imagen de los vagones nazis atestados de gente que en número superior a los ocho millones, fueron enviados como corderitos a una muerte atroz. Si fuéramos capaces de escuchar y estremecernos ante los aullidos de los animales cazados en una trampa (siempre por sus pieles) y royéndose las patas para intentar escapar, se nos afinaría el oído para escuchar el dolor de nuestra propia especie".
"Me parece atroz tener que pensar cada año, hacia el fin del invierno, en el momento en que las focas paren en los bancos de hielo, que ese gran trabajo natural, se cumple en provecho de inmediatas masacres (como se sabe, los bebés son desollados vivos ante la impotencia aterrada de sus madres). ”No puedo alimentar a las tórtolas en mi bosque sin dejar de pensar que sesenta millones de ellas caerán este otoño por los disparos de los cazadores por diversion. Se debe limitar la "proliferación de las especies", como dice la gente que nunca piensa en limitar la propia.
"Además, está siempre ese aspecto tan conmovedor para mí, del animal que no posee nada, salvo su propia vida, que con tanta frecuencia le arrebatamos por simple diversión. Está esa inmensa libertad del animal, viviendo sin más, su realidad de ser, sin todo lo falso que los humanos le agregamos a la vida. Es por eso que el sufrimiento de los animales me conmueve hasta tal punto, al igual que el sufrimiento de los niños: veo el horror de arrastrar en nuestra locura a seres que son totalmente inocentes. Cuando tenemos momentos difíciles, podemos decirnos que contamos con nuestra inteligencia para salir del paso, y hasta cierto punto, que somos responsables de lo que nos ocurre, pero responder con brutalidad a la total inocencia del niño o del animal, que no comprende lo que le ocurre, es siempre un crimen odioso".

Una persona que no ama los animales, que los rechaza, no merece la menor confianza, no puede hacer parte de mi vida. Pero al final no se está solo, siempre aparece un ángel, una mano tendida. Como el hombre desconocido que me ayudó una noche a cargar una perrita que encontré atropellada más de 30 cuadras hasta la Fundacion Rescate donde me la recibieron gratis. Aquel regala una cobija o una medicina, este otro permite que el animalito se quede en su patio protegido y calientito, mientras se recupera de las heridas. En la fundación hemos perdido muchas criaturas por falta de recursos, otras se han salvado gracias a  este tipo de ayuda.
En cuanto a Bebé Sofia (la french que encontré hace semana y media) el veterinario  me ha dicho que tiene cáncer. Presenta un aspecto saludable, ánimo y apetito; pero una serie de protuberancias en su cuerpo le dieron al médico la clave para descubrirlo. Me debato ahora entre ponerla a dormir y ahorrarle el sufrimiento, o darle un compás de espera a la vida. O esperar un milagro de ese buen Dios que me la trajo, de ese que me mira profundamente desde sus hermosos y esperanzados ojos y que nada tiene que  ver (lo sé muy bien) con la Biblia, el Corán o el Bagavat Gita.
No, no sé como funciona el universo, tampoco entiendo la dureza y  fatuidad de ciertos corazones. Sé que el Dios que me enseñaron (que me impusieron) en la escuela y en la casa,  es una construcción político antropológica  diseñada para sojuzgar las masas bajo la amenaza del infierno. Pienso sin embargo, que aunque ese Dios no exista, aunque no seremos condenados ni salvados, es preciso aprender (intentar al menos) a hacer lo correcto.

lunes, 7 de junio de 2010

Adopta, no compres

El maltrato, abandono y exterminio de animales de compañía es la problemática de crueldad hacia los animales más visible para la sociedad, pese a la indiferencia de las autoridades y la falta de información sobre lo que genera esta situación. Es por ello que el joven actor mexicano Adrián Alonso y AnimaNaturalis han lanzado una campaña educativa bajo el lema "Adopta un amigo".
México tiene un grave problema de sobrepoblación canina y felina en sus calles, que deriva de tres cuestiones principales:
  • La tenencia irresponsable de animales de compañía: Muchas familias compran o aceptan animales (a manera de "regalo") sin considerar las implicaciones que conlleva su crianza y sano desarrollo. Se estima que 8 de cada 10 perros vendidos o "regalados", son abandonados por las personas que los tenían bajo su cuidado. Como sociedad debemos entender que un animal de compañía no es un juguete para los niños, o un individuo sin necesidades biológicas y afectivas. No pasemos por alto que ellos también necesitan alimento, agua, resguardo de las inclemencias del tiempo y contacto con los miembros de la familia.
  • La tendencia a comprar un animal de compañía, en vez de adoptarlo: A causa de los prejuicios sociales, que consideran que un animal adoptado "vale menos" que uno por el que se paga, es que muchas familias prefieren fomentar la compraventa de animales de compañía, pese a la irresponsabilidad con la que operan los criadores y comerciantes. Cuando se opta por la adopción, estamos salvando una vida y no fomentamos un lucro que funciona como "fábricas de cachorros" en las que, los perros que no son vendidos, terminan en laboratorios de experimentación o en las calles.
  • La falta de información sobre los beneficios de esterilizar a un animal de compañía: Aún cuando se trate de un perro o gato "de raza", una sola cruza generará miles de crías a mediano plazo y la inmensa mayoría de ellas, no tendrán la suerte de vivir con una familia responsable. La mayoría de las veces se induce la reproducción de estos animales, con fines de lucro o por mitos (por ejemplo, que al no reproducirlos enfermarán de cáncer). No obstante, es necesario saber que una esterilización les previene enfermedades relacionadas con su aparato reproductivo y evita el nacimiento de cachorros indeseados, o que terminarán en manos equivocadas.
Nada más en México D.F. y área metropolitana se estima que hay más de tres millones de perros abandonados, y una cifra incalculable de gatos. Estos animales están expuestos al hambre y la sed, las inclemencias del tiempo, los accidentes y a la crueldad de la gente. Si no mueren de hambre, de enfermedad o por atropellamiento, corren el riesgo de ser capturados por las "perreras" y morir por electrocución o a golpes.
Las autoridades, en vez de implementar campañas masivas de esterilización y prohibir la compraventa de animales, siguen optando por matanzas masivas que no son indoloras; y es así como cada mes, sólo en el D.F., ciento veinte mil perros y una cantidad hasta ahora incalculable de gatos (que se reproducen con mayor rapidez) mueren en las "perreras".
La solución a esta problemática está en la educación de la sociedad, en fomentar una cultura de adopción y esterilización para los animales de compañía, así como de cuidados y un trato respetuoso y cariñoso que ellos también merecen. Los perros y gatos son las únicas especies que necesitan de nosotros para sobrevivir, y que disfrutan de nuestra compañía. Son fieles, protectores y tienen formas de expresión fácilmente interpretables por los humanos.
Si estás interesado en tener un perro o gato en tu hogar, "Adopta un amigo", esterilízalo y cuídalo.

Adopta, no compres

El maltrato, abandono y exterminio de animales de compañía es la problemática de crueldad hacia los animales más visible para la sociedad, pese a la indiferencia de las autoridades y la falta de información sobre lo que genera esta situación. Es por ello que el joven actor mexicano Adrián Alonso y AnimaNaturalis han lanzado una campaña educativa bajo el lema "Adopta un amigo".
México tiene un grave problema de sobrepoblación canina y felina en sus calles, que deriva de tres cuestiones principales:
  • La tenencia irresponsable de animales de compañía: Muchas familias compran o aceptan animales (a manera de "regalo") sin considerar las implicaciones que conlleva su crianza y sano desarrollo. Se estima que 8 de cada 10 perros vendidos o "regalados", son abandonados por las personas que los tenían bajo su cuidado. Como sociedad debemos entender que un animal de compañía no es un juguete para los niños, o un individuo sin necesidades biológicas y afectivas. No pasemos por alto que ellos también necesitan alimento, agua, resguardo de las inclemencias del tiempo y contacto con los miembros de la familia.
  • La tendencia a comprar un animal de compañía, en vez de adoptarlo: A causa de los prejuicios sociales, que consideran que un animal adoptado "vale menos" que uno por el que se paga, es que muchas familias prefieren fomentar la compraventa de animales de compañía, pese a la irresponsabilidad con la que operan los criadores y comerciantes. Cuando se opta por la adopción, estamos salvando una vida y no fomentamos un lucro que funciona como "fábricas de cachorros" en las que, los perros que no son vendidos, terminan en laboratorios de experimentación o en las calles.
  • La falta de información sobre los beneficios de esterilizar a un animal de compañía: Aún cuando se trate de un perro o gato "de raza", una sola cruza generará miles de crías a mediano plazo y la inmensa mayoría de ellas, no tendrán la suerte de vivir con una familia responsable. La mayoría de las veces se induce la reproducción de estos animales, con fines de lucro o por mitos (por ejemplo, que al no reproducirlos enfermarán de cáncer). No obstante, es necesario saber que una esterilización les previene enfermedades relacionadas con su aparato reproductivo y evita el nacimiento de cachorros indeseados, o que terminarán en manos equivocadas.
Nada más en México D.F. y área metropolitana se estima que hay más de tres millones de perros abandonados, y una cifra incalculable de gatos. Estos animales están expuestos al hambre y la sed, las inclemencias del tiempo, los accidentes y a la crueldad de la gente. Si no mueren de hambre, de enfermedad o por atropellamiento, corren el riesgo de ser capturados por las "perreras" y morir por electrocución o a golpes.
Las autoridades, en vez de implementar campañas masivas de esterilización y prohibir la compraventa de animales, siguen optando por matanzas masivas que no son indoloras; y es así como cada mes, sólo en el D.F., ciento veinte mil perros y una cantidad hasta ahora incalculable de gatos (que se reproducen con mayor rapidez) mueren en las "perreras".
La solución a esta problemática está en la educación de la sociedad, en fomentar una cultura de adopción y esterilización para los animales de compañía, así como de cuidados y un trato respetuoso y cariñoso que ellos también merecen. Los perros y gatos son las únicas especies que necesitan de nosotros para sobrevivir, y que disfrutan de nuestra compañía. Son fieles, protectores y tienen formas de expresión fácilmente interpretables por los humanos.
Si estás interesado en tener un perro o gato en tu hogar, "Adopta un amigo", esterilízalo y cuídalo.

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