PARTE IX
La muerte llega al individuo, en el sentido común del término, cuando desaparece del cuerpo físico la voluntad de vivir y es reemplazada por la voluntad de abstracción. A esto lo denominamos muerte. (18-144)
(1) Cuando la causa -el deseo- ha producido su efecto -la personalidad o aspecto forma del hombre- mientras exista la voluntad de vivir, persistirá la forma. Se mantiene en manifestación por la vitalidad mental. Esto ha sido demostrado repetidas veces en los anales de la medicina, porque se ha comprobado que mientras persiste la determinación de vivir así será la probable duración de la vida en el plano físico; pero desde el instante en que falta esa voluntad o cuando el morador del cuerpo ya no centra su interés en la manifestación de la personalidad, se produce la muerte y la desintegración de esa imagen mental, el cuerpo. (17-333)
(2) El intenso deseo por la existencia sensoria o apego, es inherente a cada forma, se perpetúa a sí mismo y lo padece hasta el más inteligente.
Cuando la vida o espíritu se retira, esotéricamente la forma muere. Cuando el pensamiento del Ego ([1]) o Yo superior, se ocupa de su propio plano, ninguna energía va hacia la materia de los tres mundos, de manera que no es posible construir formas ni apegarse a ellas, lo cual está de acuerdo con la verdad oculta de que "la energía sigue al pensamiento", y también con la enseñanza de que el cuerpo del principio crístico (el vehículo búdico) sólo comienza a coordinarse a medida que desaparecen los impulsos inferiores... El apego a la forma, o la atracción que ejerce la forma sobre el espíritu, es el gran impulso involutivo. El rechazo de la forma y su consiguiente desintegración es el gran impulso evolutivo. (17-333)
(3) La muerte sobreviene como resultado de dos cosas:
1. La lucha entre las fuerzas, no entre la energía y las fuerzas. La zona de conflicto existe en el cuerpo etérico y en el físico, y ninguna energía penetra del exterior, porque el hombre se halla gravemente enfermo.
2. La pérdida de la voluntad de vivir. El paciente ha cedido; la lucha interna es muy grande para él; no puede traer energía del exterior para combatir las fuerzas antagónicas, y ha llegado a la etapa en que no desea hacerlo. (17-436)
(4) Será evidente que este Principio de Conflicto está estrechamente relacionado con la muerte. Por muerte quiero significar la extracción de las condiciones de la forma -física, emocional o mental-, o la cesación del contacto (temporaria o permanentemente) con la forma física, con el espejismo astral y la ilusión mental; o el rechazo de maya, nombre dado a ese efecto omnincluyente que abruma al hombre sumergido en el materialismo de cualquier tipo y, por lo tanto, dominado (desde el ángulo del alma) por la vida en los tres mundos. Es el Principio del Conflicto, latente en cada átomo de sustancia, que produce ante todo conflicto, luego renunciación y finalmente emancipación; trae cualquier tipo de guerra, luego rechazo y finalmente liberación. Este principio, como podrá verse, está estrechamente relacionado con la Ley de Karma; a este principio se refiere Annie Besant cuando habla en uno de sus libros de que la sustancia de la cual están hechas todas las formas, se halla -desde el alborear del proceso creador- contaminada de karma. Un profundo significado, oculto en la idea a menudo expresada, de que la muerte es el gran Liberador, subyace en el Principio de Conflicto, que ha conseguido establecer condiciones por las cuales el aspecto espíritu se libera (temporaria o permanentemente) del aprisionamiento que significa vivir en determinado tipo de forma, ya sea individual o grupal. (18-498)
(5) Es interesante observar que esta incapacidad para expresar lo verdadero o para "ser la Verdad", es la causa real de la muerte, entre los hombres que no han llegado a la etapa del discipulado o todavía no han recibido la primera iniciación. El alma se cansa de responder a la fricción de su instrumento y determina concluir la experiencia en esa particular encarnación. La muerte, por lo tanto, sobreviene como resultado de la fricción iniciada. (17-416)
(6) Debe observarse también que la muerte se produce bajo la dirección del ego, no importa que el ser humano no tenga conciencia de esa dirección. En la mayoría, este proceso ocurre automáticamente, pues en el momento en que el alma retira su atención, la reacción inevitable en el plano físico es la muerte, ya sea por la abstracción de los hilos duales, de vida y de energía razonadora, o por la abstracción del hilo de energía calificado como mentalidad, dejando a la corriente de la vida funcionar a través del corazón, pero sin conocimiento inteligente. El alma está en otro lugar, ocupada en su plano y en sus propios asuntos. (4-361)
(7) El destino del hombre es morir, pues todo hombre debe morir al requerimiento de su propia alma. Cuando el hombre ha alcanzado una etapa superior en la evolución, deliberada y definidamente elegirá el momento en que conscientemente se retirará de su cuerpo físico, el cual permanecerá silente y sin alma, desprovisto de luz, sin embargo, ileso e íntegro; entonces se desintegrará de acuerdo con el proceso natural, y los átomos que lo constituyen volverán "a la reserva de los entes que esperan", hasta ser nuevamente requeridos para que los empleen las almas encarnantes.
Entonces se repite el proceso en el aspecto subjetivo de la vida, pero muchas almas ya han aprendido a retirarse del cuerpo astral sin someterse a ese "impacto en la niebla", una forma simbólica de describir la muerte de un hombre en el plano astral. Luego pasa al nivel mental y deja su carcasa astral para aumentar la niebla y acrecentar su densidad. (17.31/2)
(tomado de: Una Gran Aventura: La Muerte
Por el Maestro Tibetano
Djwhal Khul
(Alice A. Bailey)
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